25|𝕍𝕖𝕚𝕟𝕥𝕚𝕔𝕚𝕟𝕔𝕠

6.4K 400 84
                                    

Miraba como los doctores y enfermeras iban de un lado a otro, Mario y Erik no dejaban de caminar en la sala de espera, mientras Anne llegaba con dos vasos de café para nosotras. Lo tomé dándole una sonrisa cálida. No había hablado con nadie, solo con la enfermera que venía a dar información del jugador cada cierto tiempo. Llevaba poco más de una hora aquí, y no dejaba de pensar en todo lo que podría pasar, lo único que sabía de Marco era que llegó con múltiples lesiones, nadie quería decirnos nada, y eso nos estaba matando.

Eran pasadas las diez de la noche cuando recibí una llamada de Chris razón por la que salí del hospital.

— ¿Dónde estás? — Pregunta al instante qué contesto, sonaba preocupado, lo noté en su voz.

No le ocultaria nada, le tenía demasiada confianza como para no decirle eso.

— En Dortmund. — Respondí viendo mis uñas. Chris guardó silencio.

— ¿Qué haces en Alemania?— Fue lo único que dijo. — Dinora, ¿Por qué saliste de imprevisto? — Volvió a inquerir.

— Marco tuvo un accidente, Mario me ha llamado y he venido cuanto antes. — Respondí esperando que entendiera la situación. — Me iré en cuanto digan que todo está controlado. — Seguí mirando para el hospital, como si la enfermera pudiera verme atravez del cristal polarizado.

Chris suspiró. — ¿Cómo está él? — Preguntó después de unos segundos.

— No me han dicho nada, solo sabemos que llegó en mal estado. — Murmure. Chris cerró una puerta para después hablar.

— Espero que todo salga bien, cualquier cosa puedes llamar, solo no vuelvas a irte sin decir nada.— Evans soltó un largo suspiro para luego decir. — Cuando llegues a Los Ángeles hablamos. — Algo que me hizo pensar en todo lo que me diría al verme.

— Está bien. Te quiero, nos vemos. — Me despedí esperando respuesta de su parte, una que tardó en llegar, pero al final llegó.

— Yo también te quiero, nos vemos en unos días. — Colgué luego de un adiós.

Guardé mi celular y entré de nuevo al hospital, donde al parecer no había noticias de Marco.

— Un minuto más y me voy a meter a ese maldito cuarto. — Dice Mario poniendo su frente contra la pared.

— Mario, viene el doctor. — Digo viendo como un hombre de probablemente cuarenta años se acerca a nosotros.

— Familiares de Marco Reus. — Dice a lo que los cuatro lo miramos a espera de algo que sea bueno. — Él está estable, sufrió varias heridas y lesiones graves, pero saldrá de esta. — Suspiro dejándome caer en el sillón y sintiendo un peso de encima menos. Marco estaría bien.

Mario abrazó a Anne para luego soltar algunas lágrimas. Mario y Marco eran hermanos, no de sangre, pero sí de corazón. Nadie podía imaginar a un Mario sin un Marco, o viceversa.

Erik llamó a Mats, Robert y Román con las buenas noticias, para luego venir conmigo y decirme que cuanto tiempo me quedaría.

— No lo sé Erik, tal ves solo esperare a ver a Marco y me iré. — Aunque la realidad me doliera, tendría que volver a Estados Unidos y ver que tenía que decirme Chris.

Erik pareció entender. — Está bien, serás de mucha ayuda para él. — Dice el rubio sonriendo. — Tengo que irme, al parecer Julian no puede más con Grace y tendré que cuidarla yo. — Estaba por irse cuando la intriga volvió a mi.

— ¿Dónde está su madre? — Furnci el ceño a la espera de respuesta.

Erik me miró como si mi pregunta tuviera respuesta lógica. — Probablemente está en algún lugar de vacaciones, ¿Londres? ¿Brasil?, no sabemos. — Mi asombri fue bastante, pues siempre pensé que Marco estaba con Scarlett.

— No sabía, al parecer me he perdido de muchas cosas. — Me sincero.

Erik asintió. — Me voy, pero cualquier cosa me avisan.

Durm se fue dejándome con la pareja esperando el aviso para pasar a verlo.

La enfermera llegó con una tabla entee manos. — el doctor reinhart dio permiso para que uno pueda entrar a verlo. — Informa esperando respuesta de alguno de nosotros.

Mario me mira. — Anda, entra tú. — Me dice dándome un pequeño empujón. No me niego, entonces la enfermera de nombre Nina me lleva hasta una sala donde me ponen todo el equipo para entrar a la habitación de Reus.

Menos de cinco minutos pasaron cuando estaba frente a la puerta de Marco. El plan seguía en pie, sólo lo vería y volvería a Los Ángeles lo antes posible.

Abrí la puerta dejándome ver a Marco Reus en su peor faceta, su cabello estaba despeinado, su cara aún más pálida de lo normal y tenía tubos por todas partes (sin mencionar su oierna izquierda enyesada.)

Me acerqué hasta estar a su lado y pasé una mano por sus aún lisos cabellos dorados. Dormía cómo si solo eso importara por ahora, sin ninguna preocupación. Ante mi tacto comenzó a a abrir los ojos con un poco de trabajo.

— Shhh, no hagas esfuerzo. — Bajé su cabeza que estaba a punto de levantarla. Marco me miró tratando de entender que hacía yo aquí. —Duerme, estaré aquí cuando despiertes. — Seguí pasando mi manos por su cabellera hasta él volvió a caer en un profundo sueño.

No sabía si Chris entendería ésto, pero no me arrepentía. Marco era y es una persona de gran importancia para mí, sin importar lo que pasó entre nosotros siempre iba a estar para él, aunque no de la manera que él quisiera. Marco ahora era esa persona que siempre mantendría en mi corazón (no de forma romántica), aún después del daño que me hizo.


𝐋𝐨𝐜𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬 ➮ 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬 𝐄𝐯𝐚𝐧𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora