EXTRAS

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[La primera vez que Ushijima Enfermó]

Despertó sintiendo movimiento extraño a su lado, tanteó de forma inconsciente pero la brusquedad con la que se encontró lo hizo girarse a encender la lámpara. Abrió los ojos y se levantó de golpe al ver al otro convulsionar extrañamente a su lado.
— ¿Ushiwaka que pasa?
Preguntó entre asustado y soñoliento.

Ushijima temblaba a su lado con sudor por todo el cuerpo.

Le tocó la frente y entró más en pánico, el moreno estaba ardiendo en fiebre.
Entonces recordó el día anterior. Ni siquiera había reparado a pensar en las horas que Ushijima había pasado frente al apartamento empapado hasta las orejas y con el frío del otoño calándole los huesos. Se había embriagado por primera vez con sus amigos y había respondido a sus llamadas con improperios que lo habían avergonzado sin siquiera tenerlo delante, así que cuando volvió al departamento después de la gran tormenta que había caído, habiendo caminando entre el fango y charcos, no quiso abrirle la puerta. Dejandolo fuera porque el muy descuidado había perdido sus llaves en el camino de vuelta.

Pero su enojo no importaba en aquel momento, tomó toallas de su armario y las llevó al baño abriendo el agua helada. Dejó que el chorro corriera en la bañera y regresó con un par para ponerlo sobre el chico de los ojos verdes.
Le sacó la camiseta y los pantalones, dejándolo en calzoncillos sobre la cama y frotó las toallas contra su cuerpo. Su idea principal era meterlo en la bañera pero ni de broma iba a poder cargarlo hasta el baño, podría hacerle más daño si llegaba a caérsele.
Dejó las toallas sobre él por unos minutos y luego de que estas dejaran de estar frías las cambio periódicamente durante una hora.
Su cuerpo dejaba de hervir entonces y logró estabilizarlo por fin poniendo un último pañuelo húmedo en su frente.
Ya había dejado de temblar y parecía haberse quedado dormido aunque aún se removía con dolor de vez en cuando.
—Wakatoshi... Wakatoshi lo siento— Lloró mientras le ponía una mano en el rostro —No quería que esto pasara.
—Tooru...

Aun había estragos del alcohol en su cuerpo, lo sabia por el dolor que mostraba su cara, que al castaño le partía el corazón. Ver la expresión agobiada del más grande era un horror, tenía la cara y el cuerpo caliente, su frente perlada en sudor, se removía con dolor en la cama, sus quejidos llegaban a ser tan lastimeros que de solo escucharlos, a Oikawa le dolía el pecho.
—Eres tan terco y tonto cuando quieres. No tenías que haber bebido... No debías...— Sorbió por la nariz, tomándole la mano con fuerza sin dejar su mejilla sin su tacto —Tienes que ponerte bien vaca...
Se mordió el labio con fuerza, tragándose el sollozo que se atoraba en la garganta. No podía hacer más por el llanto porque ya le escurrían las lágrimas y la nariz por completo.
—Te necesito... No puedes estar así.
Besó su frente sobre el pañuelo, deseando con todo su corazón que el más grande se pusiera bien.
Le preparó sopa caliente y estuvo pendiente de todo lo que necesitaba hasta que el moreno salió del terrible resfriado dos días después.

Hasta ese momento fue que Oikawa pudo continuar con el castigo que se merecía su novio después de haberle intentado seducir a media llamada telefónica mientras sus amigos se reían.

Un mes entero jugando al estira y afloja con él, seduciéndolo y dejándolo a medias hasta que le pidió perdón.

Con el castaño no se jugaba, y si se atrevía a intentarlo, sus bolas se volverían azules.

La Semana en que Oikawa fue a ShiratorizawaWhere stories live. Discover now