Capítulo único: Tradición.

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Aizawa miró a su hijo adoptivo con pena. Pobre chico, ha caído como él. Hitoshi miraba al suelo, avergonzado. Sus zapatos estaban bastante bien puestos... Sí, ese zapato iba en el pie derecho y el otro en el izquierdo. Que bien. ¡Y esto no lo iba dar en la academia! ¡Flipa!

Pellizcó el puente de su nariz. A lo lejos, la risa estruendosa de su otro padre, acompañada de las suaves risitas de Eri. Aizawa miró en dirección al salón, que era de dónde venían las risas. Suspiró y Hitoshi pensó en lo mucho que debía querer Aizawa a su marido.

—¿Qué te dije que no hicieras?

Hitoshi suspiró y tragó saliva, mirando otra vez sus zapatos.

—Enamorarme de un rubio ruidoso.

—¿Y qué hiciste?— volvió a suspirar.

—Enamorarme de un rubio ruidoso.

Entonces la puerta de la cocina se abrió con mucho estruendo. Un sollozante Yamada se lanzó a los brazos de Aizawa.

—¡SHOTAAAAA! ¡NUESTRA HIJA ES UNA VILLANA!— gritó con aflicción, Aizawa rechinó los dientes ante tamaña descarga de decibelios en su oído.

Hitoshi miró a su hermana pequeña que miraba con confusión a ambos padres. Mientras uno intentaba quitarse al otro de encima (con delicadeza, eso sí), el otro lloraba en brazos del uno. La niña todavía tenía cartas en la mano.

—¿Qué le dijiste?— preguntó, la niña le dio una sonrisa adorable.

—Estábamos jugando al uno. Entonces, dije "uno" y él, ¡puso un +4!— exclamó, bastante indignada. Hitoshi reprimió una pequeña risita al ver a la niña indignada.— Así que puse mi última carta, que era un +2 y dije "¡coges 6!"— siguió narrando mientras los sollozos lastimeros de Yamada llenaban la estancia.— Y me dijo que no podía hacer eso y le contesté que así juegan todos— Hitoshi asintió, porque pensaba que era verdad.— Y soltó "tu mami no juega así" y le conteste "mi mami es una tonta" y ahora está llorando.

—¡Mi hija! ¡¡MI HIJA UNA VILLANA!! ¡Y con su propio padre empieza sus fechorías!— zarandeó a Aizawa que soltó un suspiro de puro agotamiento mientras no se resistía. El dj lo volvió a abrazar, ocultando su rostro en el hombro de él.

Una mueca apareció en el rostro del héroe pues su queridísimo marido estaba llenando de mocos su camiseta negra de los martes.

Porque no era que el profesor Aizawa no se cambiara (aunque todos pensaran eso). Era que su armario siempre era igual. Tenía doce camisetas negras, trece pantalones de mezcilla y veinte suéteres negros.

—Hizashi, estás llenando de mocos mi ropa— se quejó. Su marido lo miró indignado mientras las lágrimas caían de sus ojos (y los mocos de su nariz).

—¡Y ahora pone a mi marido en MI contra!— gritó, ahora abrazándose a su hijo mayor, que le correspondió al abrazo.— ¡Menos mal que tengo a mi Hitoshi querido y precioso y puro y casto!— Hitoshi carraspeó para no atragantarse, su padre rubio no lo notó y le besó la mejilla, llenándolo de babas. Hitoshi suspiró. Se separó de él y viajó hasta el teléfono fijo adherido a la pared. Se tuvo que agachar pues estaba a la altura de Eri para que ella pudiera llegar también. Marcó los números con furia.

—¿Qué haces ahora, Hizashi?— preguntó el de pelo negro, el rubio siguió marcando y le puso una mano delante de la cara, actuando como si el solo verlo le hiriera.

—¡Me voy a casa de mi madre!— exclamó, Aizawa puso los ojos en blanco.— Ni siquiera en mi propia casa me respetan al parecer...

Hitoshi se agachó frente a su hermanita pequeña.

Loud Blond | ShinKami,,EraserMic One-ShotWhere stories live. Discover now