26. Lo primero es lo primero

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Natalia

-Eh... Sí, sí.

Mario me cogió de la mano y ambos entramos en el baño, donde, afortunadamente, no había nadie.

-¿Qué pasa?

-Llevas toda la tarde con un humor de perros, Natalia.

-¿Qué?

-¡Tía! ¡Que te conozco como si te hubiera parido, por Dios! -exclamó, sonriendo-. Venga, cuéntale a tu amigo Mario qué es lo que ocurre.

-Es que... -hice una pausa y resoplé, apoyándome en el lavamanos, de espaldas al espejo que había-. ¿Sabes la de mi foto de perfil de Whatsapp? -decidí que iba a contáraselo porque, tal y como él había dicho, éramos amigos y tenía confianza ciega en él.

-Sí. Alba, se llama, ¿No?

-Sí, Alba. Pues verás... Es mi novia.

-¿Ah, sí? ¡Qué guay, qué monas! -elevó sus comisuras en una sonrisa-. Espera... ¿Ha pasado algo con ella? ¿Os habéis enfadado? -abrió mucho los ojos y yo negué con la cabeza.

-¡No, no! Tranquilo, ella no tiene la culpa de nada... -agaché la mirada, centrándola en los azulejos del suelo-. El caso es que el otro día tuvimos que ir a Elche...

Con pelos y señales, empecé a relatarle a Mario todo lo que había pasado desde la noche de Halloween, cuando Alba había recibido la llamada. Le expliqué el viaje a Elche, la muerte de Antonio, y también le expliqué un poco mi relación con Alba; cómo ambas nos cuidábamos mutuamente. Además, intenté reproducir las palabras exactas que me había dicho Manu, pero no me resultó muy difícil, pues me había pasado todo el día con sus frases envenenadas rondando en mi cabeza.

-...y eso, que básicamente me está amenazando con echarme. Pero me estoy planteando dejarlo yo -escupí, con rabia, acabando mi relato.

-¡Qué dices! -Mario, que había escuchado toda la historia atentamente mientras iba asintiendo, abrió los ojos de repente y se levantó del lavamanos, donde se había sentado previamente-. Natalia, escúchame. Conozco a Manu, y sé que le gusta ir de machito duro, amenazando cada vez que tiene oportunidad. Pero luego nunca hace nada. No le hagas caso -pidió.

El hecho de pronunciar la bronca de Manu en voz alta, había hecho que volviera a cabrearme más, aunque ya estuviera de mal humor. Y, encima, que Mario me dijera que iba de machito duro amenazador, lo empeoró.

-Es que no puedo, Mario. ¡No puedo no hacerle caso! ¡Que se la suda que haya muerto un familiar! -saqué toda la rabia que llevaba conteniendo gran parte del día.

-Lo sé, pero...

-No puedo trabajar con alguien así.

-Lo que no puedes es dejar la obra, Natalia, esto puede ayudarte en tu carrera, puede ser un paso muy importante.

-¡Importante una mierda! -chillé-. Lo primero es lo primero, Mario -el joven se me quedó mirando con la boca entreabierta, y en seguida se llevó la mano a la nuca-. Lo siento, yo... No debería haberte gritado...

Él se acercó a mí y me cogió la cara con cuidado.

-No te preocupes por eso, es normal, tenías que desahogarte -asentí cerrando los ojos-. Solo te pido que no lo dejes, Natalia. Esto es algo que te gusta muchísimo y es una grandísima oportunidad.

-Lo sé...

-Sé que tus principios van antes que una obra de teatro, y que no quieres tratar con machistas e imbéciles, pero piensa que conozco a los Javis y me han contado cositas, y sé que ellos son los directores y que Manu casi no se pasa por los ensayos. Entonces, no tienes casi ni que hablar con él.

Etéreo - AlbaliaWhere stories live. Discover now