31. ¿Ahora qué?

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Natalia

-E-eso no se dice, Alba... -hice rodar el séptum que colgaba de mi nariz y acaricié su espalda por dentro de su camiseta.

-Jo, Nat, venga... Que no se lo digo a nadie.

-No, Albi, que sino el juego pierde la gracia... -no podía decírselo. Primero, por lo que le había dicho. Segundo, porque era ella. Estaba muy ilusionada por que me hubiera tocado Alba. Me habría hecho ilusión cualquiera de las veinte personas restantes, igual que me había hecho ilusión que me tocara Dave la primera ronda, pero el hecho de que fuera ella, iba a hacer la Navidad más especial aún de lo que ya era para mí.

-Ya, bueno... -hizo un puchero mirándome y yo bajé un poco mi cuerpo para ponerlo a su altura y borrarlo con un beso. Estaba preocupada por si me pillaba, porque disimular no era algo que se me diera especialmente bien-. Supongo que tienes razón.

-Eres una pequeña cotilla -di un toquecito en su nariz con mi índice y eso hizo que ella la arrugara, sonriendo y achinando los ojos. Teníamos la lamparita de noche encendida, y eso me permitía disfrutar de sus facciones. Tenía ojeras del cansancio, pero siempre me parecía la persona más guapa del mundo.

-Pequeña pero matona -imitó las palabras que yo había dicho durante la fiesta, sonriendo pícara, y yo mordí su labio inferior, juguetona.

De un momento a otro, su mirada se volvió más oscura, y en un gesto rápido, se tumbó encima de mí.

-Creo que tenemos algo pendiente desde el inicio de la fiesta, mi amor -utilizó un tono sensual para decirme eso, y yo sentí que el frío de esa noche de diciembre se alejaba de mi cuerpo de repente. Eso era lo que me provocaba Alba.

-Pues resolvámoslo -volví a morder su labio y ella atrapó los míos con decisión, deshaciéndose de mi camiseta rápidamente.

Agradecí no haber bebido mucho, porque quería tener todos mis sentidos centrados en Alba y en todas sus caricias.

-Que sepas... -dijo, en medio de un beso, respirando entrecortadamente- que en realidad me ha encantado cómo me has vacilado con lo del beso de Marta. Te habría follado ahí mismo -que me dijera eso tan directa hizo que me entrara más calor, si cabía.

-¿Ah, sí? Pues hazlo ahora.

Volvió a atacar mis labios con ferocidad, y poco a poco fuimos desaciéndonos de las telas que no permitían que nos rozaramos al completo y como queríamos.

Una de las cosas que más me encantaba de hacer el amor con Alba, era que nos dábamos todo el tiempo del mundo. No teníamos ninguna prisa para llegar al orgasmo. Disfrutábamos de cada parte de nuestro cuerpo como si no la hubiésemos explorado nunca.

Y así me sentía yo; como si cada vez que lo hacíamos fuera la primera.

Alba se detenía a recorrer mis tatuajes lentamente, y yo me deleitaba con los lunares de su espalda. No había parte de piel que no apreciáramos.

Era tan íntimo y tan especial siempre, que aún no era consciente de lo que ocurría.

Estaba pensando en todo eso y en todo lo que la quería mientras ella me tocaba con cuidado y suavidad. No tardamos mucho en acabar ambas rendidas en el colchón, abrazadas, piel con piel, con los ojos cerrados y disfrutando del único sonido de nuestras respiraciones que poco a poco se acompasaban.

-Albi...

-Dime, Nat -levantó la cabeza de mi pecho y me observó.

-No tengo nada de sueño.

-Yo tampoco.

-¿Me puedes enseñar algo? -señalé el escritorio y ella siguió el recorrido que indicaba mi dedo hasta encontrarse con el pequeño bloc que usaba para dibujar cosas a lápiz. El que se llevaba cuando viajaba.

Etéreo - AlbaliaWhere stories live. Discover now