Capítulo 32

1.5K 91 5
                                    

— ¿Miri?

Ana da unos golpecitos a la puerta.  Espera fuera del baño individual de local en donde la rubia la había citado. Con suerte se la encontraría a ella y no a cualquier otra persona que le haya dado por usar el baño antes que ella, haciéndola pasar el ridículo de su vida.
La puerta se abre a penas lo suficiente para que la gallega pudiera sacar un poco del rostro mostrándose sonriente.

— ¿Si buenas?

—¿Me dejas entrar? — pregunta con inocencia apoyándose contra el marco de la puerta mirándola con picardía.

Miriam abre dejando que la canaria entrara en el pequeño espacio de tres metros cuadrados.

Ana entra y se gira aún mirando por la puerta procurando que nadie la hubiera visto entrar para luego cerrar del todo. Coloca el pestillo dándole la espalda a la rubia, quien la toma por la cintura y rápidamente la gira hacia ella teniéndola cara a cara. Planta un beso en sus labios y Ana reacciona y correspondiendo  la acción igual de dispuesta.

El espacio no tan grande quedaba completamente ocupado por sus cuerpos. Fueron conscientes que incluso el lavabo y el váter les quitaban espacio en cuanto Ana sintió su culo chocar contra una superficie mojada.

La canaria se gira al sentir humedad desde atrás despegándose de Miriam.

— Joder, me he mojado muchísimo.

— Tú no me digas... — responde la gallega con gracia usando el doble sentido que le otorgaba su mente mal pensada mientras la pegaba más a su cuerpo.

Ana ríe e ignora la situación volviendo a besarla.

— Eres una guarra.

— La que está mojada eres tú.

— Por el agua del lavabo, capulla.

Miriam sonríe volviéndola a sujetar, esta vez de las caderas y la gira dejándola de espalda contra la pared en donde la aprisiona y continúa devorándola.
Ana gime al sentir el choque de su espalda contra el frío de las baldosas en la pared y la boca de Miriam recorriéndola sin piedad.

— Tú siempre tan delicada — responde sintiendo que le faltaba el aire.

— ¿Te hice daño?

Ana niega con la cabeza. Era ella quien ahora decide llevar el mando de la situación. Sus manos de inmediato bajan con poca inocencia.

— Te ha faltado tiempo, eh — dice sintiéndolas en un fuerte agarre.

— Es que estás buenísima — dice sacándole una sonrisa.

— ¿Dónde he escuchado eso antes? — pregunta con ironía.

No demora más ante la necesidad de sentirla. Se despega un poco y le da vuelta otra vez dándole pequeños mordiscos en el lóbulo de su oreja, mezclados con besos en el cuello.
Una corriente recorre la piel de la canaria que le erizaba la piel.
Miriam posa una de sus manos en su cadera y la otra busca rápidamente su entrada a sus pantalones. Ana gime con placer.

— Así que era por el lavabo ¿no? — dice con sorna notando su humedad directamente.

— Dios... — dice como puede.

Miriam aprovecha su vulnerabilidad y la besa justo donde llevaba uno de sus tatuajes. Las corcheas, que le parecían la cosa más sexy del mundo. Baja con sus besos por sus hombros, deslizando los tirantes de su camiseta.
Ana se gira buscando sus labios dejando a Miriam con el agarre más cercano dándole pequeños masajes a su intimidad mientras que ella disfrutaba. Saca su mano lentamente y ella desespera.

EL RUGIR DE LA LEONA  #WARIAMWhere stories live. Discover now