Caricia.

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No es algo que me guste recordar aunque debo reconocer que en eso momento también fui muy feliz, como decirlo es como un tipo de masoquismo.

Hace mucho tiempo, cuando era apenas un niño tenía la certeza que mi vida era muy feliz, tenía unos padre amorosos, mi padre era un gran contador, orgulloso y admirable mientras que mi madre era una mujer humilde y de muy buenos gestos, teníamos una gran casa en una ciudad lejada, éramos una familia envidiable pero un día recibimos una noticia que cambiaría las cosas para siempre, un nuevo descendiente nacería en la cuna de la casa, iba a tener un hermanito, la noticia fue.....grandiosa, mis amados padre y yo estábamos felices, todavía recuerdo la cara de mi padre al recibir la noticia, como mi madre miraba su vientre con una suave vista; yo estaba realmente alegre por que fin tendría un hermanito con quien jugar.

Recuerdo los días que pase en esa casa, mi padre trabajaba muy duro todos los días y llegaba tarde a casa, el solía decir: 

"Que dios me de fuerzas para poder seguir trabajando para así agradecer la dicha de ser padre"

Era un ejemplo a seguir.

Con la ausencia de papá yo pasaba todo los días con mi madre, ella me llamaba y me acurrucado a su lado, solía poner mi cabeza en su vientre:

"Puedes sentirlo, tu hermanito está muy feliz"

Yo solía sonreír:

"Se movió madre, se movió"

Un día después de estudiar la tabla de multiplicar (que por cierto no se me dan bien las matemáticas) mi madre apasiblemente me pregunto:

"Hijo, que te gustaría ser de grande"

Por su puesto que yo le contesté en broma que no sería profesor de matemáticas pero nuevamente ella me volvió a preguntar lo mismo, era un niño, como cualquier niño le contesté que no sabía, mi madre solo sonrió ante mi respuesta.

Éramos tan felices y luego un día ocurrió, madre se sintió mal de repente, mi padre rápidamente salió de casa, yo estaba asustado, no sabía que hacer, entonces un hombre de bata blanca y traía consigo un maletín negro en su mano entró en la habitación, era un doctor; pidió que saliera y se quedó a solas con mi madre, esperé con mi padre afuera de los aposentos, después de un rato el hombre salió diciendo:

"No hay problema, están fuera de peligro"

Esas palabras me devolvieron la calma y no puedo imaginar lo que hicieron con mi padre que no se cansaba de darle las gracias.

Entre hasta donde mi madre, se veía agitada y demacrada pero en cuando me vio me llamo a su lado, me abrazo y me dijo:

"¿Por que tienes esa carita?, tu hermanito y yo estamos bien."

Ella deslizó su mano, todavía puedo sentir la suave caricia de su mano sobre mi cabeza:

"Sabes hijo, a veces para curar a una persona herida basta con regalarle una suave caricia llena de bondad, está tranquiliza y sana el alma, no lo olvides"

Sus palabras llegaron a lo más profundo de mi corazón, cuando era un niño no las comprendí del todo pero le contesté: 

"No lo olvidaré madre, ya he decidido que es lo que quiero ser de grande, te prometo que seré un doctor y ayudaré a todos los que lo necesiten, cuidaré de padre, de madre y de mi hermanito"

Mi madre solo asintió con una risita, mi padre se acercó y me dijo que la dejará descansar.

Los días seguían pasando, el vientre de mi madre estaba tan grande que parecía que iba explotar en cualquier momento, solía acariciar el abultado estómago de madre, solía rozar mis dedos en el, mi hermano se movía cada vez que lo hacía; era muy gracioso.

Enseñame ha amarte [Teaching feeling].Where stories live. Discover now