Capítulo veintinueve.

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Nunca había pensado en tener a alguien para toda la vida, ni siquiera que aparecería cuando menos me lo esperaba.

No puedo pedir nada más, nunca desconfiaría de él, es la persona más fiel a la que conocí. Es sensible, y te trata como si fueras lo más frágil del mundo.

Como si fueras a romperte, y yo siento eso cuando estoy cerca. Ese cosquilleo inexplicable, esa felicidad, sonrisas sinceras.

Todo lo que Andrew logra.

Deja de besarme y me mira a los ojos.

—Aunque es muy temprano, pero sé lo que siento. Te amo, Amy —sonrío y estampo mis labios contra los suyos.

—Supongo que yo también te amo, Andrew—digo entre besos, todo va perfecto. Puede que sea muy rápido, pero pasamos tanto tiempo juntos que nuestros sentimientos están claros.

Me envuelve sus brazos. Respira el aroma de mi cabello para después  suspirar.

Me carga y me deja acostada en la cama. Se posa encima de mí y me besa, haciéndose espacio entre mis piernas. Toca el bretel de mi sostén cuando pasa sus manos por debajo de mi remera que ni me molestó. Waw, esto va demasiado lejos. Lo miro sorprendido y él me mira sorprendido. Como si recién se hubiera percatado de la situación.

—Perdona... no quise...no pude resistirme—tartamudea, arrepentido pero eso aún me da más ternura.

—No importa—niego con la cabeza—. Yo estoy lista, y sé que tú también.

Me mira sorprendido y le sonrío para que sepa que lo autorizo. Después de todo, no me importa lo que haga, sabe lo que hace.

Además, no importa si pierdo mi virginidad con él, si la pierdo quiero que se con Andrew. Mi Andrew.

Sí, así suena bien.

Y de ésta manera, nos volvimos uno solo por un largo rato, amándonos cada vez más.

*********
Volteo al verlo y deposito un beso en sus labios. Fue una experiencia única, parece que fui muy rápido, pero por primera vez no estoy paranoica, nada malo podría suceder ahora.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—¿Qué?—pregunto intrigada y asustada al mismo tiempo.

—¿Ya eres mi novia?

—Sí, creí que con eso ya estaba todo dicho—le sonrío.

—Te amo—besa mis labios.

—También te amo—digo. Esto cada vez se ponía más cursi y por primera vez amo la cursidad, pero no tanto como a él.

¿¡Qué mierda me pasa!? ¿¡Lo notan!?

Ups, olvidé de que Hannah estaba abajo. Bueno; si escendió la televisión no creo que haya sufrido algún trauma. Y si lo hizo...bueno, esperaré que me perdone y que no me tome como una necesitada que lo hizo solo por placer y no por amor.

Cierro los ojos pero al notar la voz de mi novio llamándome los abro. Mi novio, se siente bien decirlo sabiendo que es Andrew.

—¿Qué sucede?—pregunto.

—No le dirás esto a Lena ¿No? No quiero un interrogatorio.

—A mí me interrogará más que a ti, seguro que se emocionará más que yo. Pero debo decirselo.

—Oh, casi lo olvidaba.

Andrew se pone de pié y empieza a buscar algo de forma apresurada.

Me tapo los ojos al verlo desnudo, aún no me acostumbro a esto, es un mundo nuevo para mí.

—Listo. Abre los ojos.

—¿Estás vestido, verdad?

—Estoy solo en bóxer, pero creo que así está bien. Vamos, abrélos.

Los abro sin rechistar.

Sostiene frente a mí una moribunda rosa marchita. No exagero, ya está casi desecha, en cualquier momento se volverá polvo.

—Días después de la muerte de Anna, me dije a mí mismo que debería buscar a alguien a quién amar—cuenta—. Agarré esta flor y decidí que el día que encuentre a la persona indicada, me desharía de ella.

—Supongo que al final, si querías seguir adelante.

—Sí, mira—me sonríe.

Abre la ventana que está al frente de mí y lanza la flor.

—Ahora espera.

Sale de la habitación y lo oigo bajar las escaleras.

20 minutos después, vuelve con un ramo gigante de rosas azules recién cortadas. Cabe decir que tuvo que envolver los tallos con un papel para no pincharse

—No sé cuál es tu flor favorita—hace una mueca—pero he notado que te gusta bastante este color.

El color de la bikini que llevé aquel dìa, debe ser eso.

—No fue fácil—sonríe—Hannah me ayudó a cortar las rosas blancas y después mojamos los pétalos en acuarela azul. Quedó mejor de lo que pensé, sinceramente.

—En verdad no era necesario...

—Sh,—coloca su dedo índice sobre mi labio—lo es. Ahora—me tiende el ramo con su otra mano—comenzaremos una nueva etapa, juntos.


En un día de San Valentín.Where stories live. Discover now