CAPÍTULO 2/6

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— Primer día en el bosque. —

Lena le arrastraba sosteniendo su peso con la mandíbula hasta que ella sola pudo caminar en cuatro patas. La guió a paso lento hacía una cueva oscura y muy profunda.

Se echó en el suelo sintiéndose cansada viendo desaparecer al enorme licantropo entre la maleza. El efecto de la luna le había dejado en un estado incosciente.

Al cabo de una media hora Lena regresó sosteniendo con sus afilados dientes el cuello de un ciervo, arrastrándolo hasta donde se encontraba ella. Era deber del macho, en este caso la hembra dominante, llevarle algo de la caza que le haga pensar que era buena opción en alimentar a futuros cachorros de la pequeña manada.

Tendría que verlo, sin embargo, pararse se le dificultaba.

Se acercó comenzando a devorar la carne del ciervo, dando inicio en el estómago donde la carne era más blanda mientras Lena hacía guardia en la entrada de la cueva para que ningún otro macho se acercara o una hembra dominante. Ya había aceptado la caza, por lo que le sería dificil que la dejara, a menos que algún licantropo se le ocurriera cazar un oso para darle su carne.

El instinto animal de Kara había salido ese día, su lobo interior pedía a gritos ser alimentado con algo de carne que por años negó la rubia. Terminó con la mitad del ciervo llenándose con dicha, cada vez se sentía que era mucho más fácil manipular, incluso su pelaje comenzaba a salir poco a poco por la alimentación.

Lena la guió a través de la cueva cuando terminó de comer, parecía saber a donde ir, a donde llevarla. Había muchos caminos que tomaba sin dudar, sólo seguía sus pasos siempre esperándola para no perderla de vista.

La guió a un lugar lleno de antorchas, la iluminación era alta. Por primera vez podía ver lo que sucedía a su alrededor sin necesitar unas tontas gafas, pero ¿Qué iba a saber ella? La única entrada a esa sala fue cerrada por una enorme roca que servía como puerta, en medio había un enorme nido, paja con muchas colchas encima.

Ambas dejaron a un lado sus transformaciones volviendo a la forma humana, ambas desnudas y con Kara sin poder ver de nuevo.

Pero no necesitó de su vista.

Lena la guiaba en todo. Le tomó de la mano queriendo que diera una vuelta sobre sí misma mientras reían ambas en voz baja.

Cada segundo que pasaba, la rubia soltaba más feromonas atrayendo a la azabache, causando que su miembro se endureciera con tan sólo olfatearla.

— Me duele... Mucho. — Murmuró en un gemido mientras abrazaba a la rubia. Comenzó a besarle el cuello con fervor al mismo tiempo que una de sus manos se encontraba en la espalda de la rubia y, la otra, dándose caricias en el falo. — Quiero tenerte.

— Entonces hazlo. — Se rió Kara deteniendo los besos de su cuello cambiándolos en los labios. Lena hizo que tropezara cayendo sobre el nido. La rubia se siguió riendo al no estar consciente de lo que hacia, se dio la vuelta dejando su torso superior sobre las colchas y levantando su cadera. — Metemelo todo.

Lena se acercó ya saliendo de la punta de su miembro líquido pre-seminal. Colocó su rostro a la altura de la vagina de la rubia moviendo la lengua en la entrada para lubricarla, más de la que ya estaba. Sujetaba con fuerza ambos glúteos intentando separarlos para una mejor vista y movilidad, los gemidos de Kara causaban que su miembro se removiera y le doliera aún más.

No se resistió más.

Se arrodilló pasando la punta de su duro falo por la entrada vaginal queriendo que los fluidos de la rubia se mezclaran con los suyos.

HERENCIA DE SANGREWhere stories live. Discover now