Zarah era una sonrisa honesta.
Aris nunca sonreía.
Zarah era de colores.
Aris era blanco y negro.
Zarah nunca pensó que conocería a alguien como Aris.
Aris nunca pensó que se enamoraría de alguien como Zarah.
Un campamento.
Un amor fugaz.
Un...
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Me quedé mirando a la chica sentada frente a mí, tranquila, aunque confundida.
No lograba entender cómo es que nos habíamos enterado de su existencia de manera tan tardía y me preguntaba qué otros secretos nos eran desconocidos.
Samuel Williams había creado un juego peligroso, algo incontrolable, cruel y doloroso. Me puse de pie y suspiré profundamente para luego revolver mi largo cabello en señal de frustración.
-¿Que hay de tus padres adoptivos?- pregunté finalmente- ¿Quiénes son?-
-Son Silvia y Daniel Fiters, no creo que conozcan esta historia, pero si sabía que era adoptada- respondió con tristeza en su mirada.
Asentí sin saber qué más decir.
-Por ahora te pondremos a salvo mientras los chicos te entrenan para... el negocio- dijo Liam tratando de consolarla.
Jane asintió y se puso de pie para luego salir al jardín, sabiendo que lo más sabio era dejarnos a Liam y a mí solos.
-Yo aún te...-
-Concentremonos en el trabajo- le dije cortante evitando empezar la conversación que sabía que debíamos tener, pero que no me atrevía a escuchar.
-No podemos dejar las cosas así- dijo casi en una súplica.
Fue entonces cuando me quité el anillo de compromiso que había tenido en el dedo todo aquel tiempo y se lo entregué.
El anillo que me había dado la noche del anuncio de nuestra boda.
El anillo que simbolizó un contrato y después un amor real, pero que hoy, no simbolizaba más que un corazón roto.
Se lo tendí, pero Liam no lo tomó.
-Es tuyo- dijo esta vez más frío.
Asentí levemente y lo deje sobre la mesa frente a él.
Liam se quedó observándolo largos minutos, cómo si ese simple objeto le trajera los recuerdos de su vida entera.
-El funeral de Miranda es esta tarde- le anuncié- yo no asistiré, pero pensé que tú querrías ir- agregué sin el más mínimo rastro de sentimiento en mi voz.
Liam frunció el ceño.
-¿Porqué no iras?-preguntó como si le hubiese dicho algo intolerable- Es tu madre, después de todo-
Sonreí levemente al escuchar palabras tan ingenuas.
-Una madre que no quiere a sus hijos no es una madre, Liam- le respondí para luego salir de aquel lugar y subirme a mi auto.
Aún tenía que ir a la base y encargarme de un par de cosas.
PUNTO DE VISTA DE
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Había pronunciado aquellas palabras con una frialdad cruel y casi inhumana, como si ya no tuviese corazón.
La actitud imperturbable e indiferente de Ziel me sorprendía cada vez más y no podía evitar pensar que era mi culpa.
Yo había agotado todo el amor y la bondad que le tenía a la vida, y la había transformado en alguien igual de fría y rota que yo, cuando ella me había ayudado a mí a encontrar luz en mi oscuridad.
¿Como recuperarla?
El tiempo.
Solo el tiempo diría.
Me puse de pie y me dirigí a la que algún día fue la oficina de Samuel Williams y que al parecer, no se había utilizado desde su muerte, ya que Ziel había hecho otra en el primer piso.
Me senté en la imponente silla de cuero negro y bote a la basura todos lo que indicaban que Samuel Williams estuvo allí, para remplazarlo con mi computadora y mis pertenencias.
Ya era hora de volver al juego.
PUNTO DE VISTA DE
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-Hola cariño- saludé a través de la linea, feliz de al fin escuchar su voz.
-Hola linda, ¿cómo va todo?- me preguntó, tan atento como siempre.
-Estoy bien, ansiosa por verte- respondí con una sonrisa aunque sabía que él no podría verla.
James y yo llevábamos saliendo 4 meses y no podía estar más feliz.
Aunque había insistido en que nuestra relación debía mantenerse en secreto, esperaba impaciente poder presentárselo a Liam y a los demás miembros de la banda.
-¿Estás en casa de tu hermano?- me preguntó. Ya le había contado todo lo ocurrido y había sido él quien había insistido para que fuese a Londres a buscar a Liam, y sin duda se lo agradecía, porque conocer a Liam era algo de lo que no me arrepentía.
-Si, ¿cuándo podremos vernos?- pregunté ya impaciente.
-¿Qué tal sí vamos a cenar esta noche?- me propuso.
-Perfecto- respondí aún con una sonrisa.
-Nos vemos esta noche en el restaurante Dumont, a las 8- dijo a modo de despedida.
Salí de la mansión con prisa y me dirigí a mi departamento que por suerte no quedaba muy lejos.
Entré y corrí a mi armario para buscar qué ponerme, quería lucir linda para James.