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El hecho de que nadie volviera aquí solo duro un mes... un mísero mes... creo que después de tanto encerrada el tiempo me parece minúsculo. Tres días, hace tres días una mujer con cámaras viene diariamente, se sienta afuera y allí se queda hasta que finaliza el día, a veces los humanos pueden ser perturbadores, especialmente los de su tipo, se obsesionan tanto con conseguir algo que no les importa molestar o incomodar a alguien... al parecer ahora yo soy el objetivo de esta mujer.

Ya la cosa con ella me molesta, ¿Cómo no se cansa de estar sentada frente a la cabaña todo el día?, incluso yo me aburro aquí dentro de vez en cuando y ella parece no hacerlo... creo que he pasado demasiado tiempo entre los humanos, algo me dice que conozco esos comportamientos desde antes.

-hola, ¿hay alguien allí? - desde la puerta logro escuchar una suave voz y algunos golpeteos, es ella- ¿hola? - vuelve a repetir mientras no para de tocar-

Creo que es buena idea abrir, la curiosidad me carcome. Una vez abro la puerta veo a una chica bajita, castaña, de piel oscura con ojos claros. Con ella un tipo alto de cabellera azabache (el cual estoy segura de no haber visto), creo que ninguno esperaba que les abriera.

-hola, ¿Qué quieren? - les hable en un fingido tono cortante, el cual parecen haber creído-

-buenos...- corto el hombre para ver el reloj- días señorita, me preguntaba si podría... -ella lo golpeo- podríamos hablar unos segundos con usted ¿podemos? – yo lo mire indiferente y estuve a punto de negarme, pero ocurrió nuevamente.

La cabaña nuevamente estaba en ese lugar oscuro, en esa dimensión maldita, a lo que, sin dudarlo, y de manera instintiva jale ambos dentro, los dos estaban pasmados, no creo que creyeran que verían algo así o que siquiera sucediera, los mire, y de inmediato comencé a cerrar todas las ventanas y puertas de la mejor forma que pude, durante toda la acción me siguieron con la mirada.

Afuera comenzaron a oírse gritos desgarradores, ambos estaban completamente espantados, y no me sorprende, yo reaccioné de la misma manera cuando aparecí aquí por primera vez.

-ignoren los gritos, ignoren los golpes afuera, no les presten atención a los aparentes pasos... y si sienten algo raro no duden en cerrar los ojos y cubrir sus oídos- mi tono de voz era por completo serio y un poco macabro-

A decir verdad, no tengo ni la menor idea de lo que sea la criatura que habita ese lugar, de lo que estoy segura es que es peligrosa, en extremo peligrosa, la he visto un par de veces, pero nunca ha tenido la misma forma, si para mí, que se supone que cuidar de estas cosas era mi trabajo, fue aterrador, no me imagino lo que significaría para estos humanos entrometidos.

Pasos comenzaron a escucharse por toda la parte superior de la cabaña, la madera crujía de manera horrible, ese par miraba de manera desesperada la dirección en la que creían que se escuchaban las pisadas, al otro lado de la puerta comenzaron a oírse golpes, los pasos arriba pararon, sin pensarlo, les grite.

- ¡cúbranse los oídos y cierren los ojos! - ellos por mera inercia siguieron la orden sin chistar-

Delante de mi apareció una de las chicas, con la bola de espinas en su cabeza y cubierta de sangre, mis pupilas se encogieron y una enorme sonrisa se dibujó en mi cara sin que yo me diera cuenta, pero cuando lo hice se desdibujo, lo poco que sabía de esa cosa era que te mostraba tus recuerdos más felices... o fragmentos de ellos, solo para atraerte de manera más fácil y matarte... ¿Qué demonios fue lo que hice? Y... ¿Por qué me hace tan feliz?

Recuerdos de un angel caidoWhere stories live. Discover now