Una tragedia familiar lleva a los mellizos Portman (Jane y Jake), de diecisiete años, a viajar por las costas de Gales donde descubren las ruinas para niños especiales de Miss Peregrine. Mientras exploran los destartalados cuartos y pasillos se dan...
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— ¡Entonces dígale a la doctora Golan que de no haber sido por que promovió este estúpido viaje mis hijos no pasarán horas en una casa abandonada sufriendo de problemas mentales!— gritó furioso Franklin al teléfono, hace un rato habían llegado y tras sacarle la verdad a sus hijos decidió llamar a la psiquiatra Golan.
Tras soltar un gruñido apagó la pantalla de su móvil y lo aguardo. Jane lo miro, sus ojos flameaban en la ira, si bien sabia que ellos habían errado en mentirle, eso no le daba derecho a su padre llamarlos dementes.
— Papá, nosotros estamos bien.— prometió Jake, a su lado estaba Jane bastante rígida y estaba, literalmente, mordiendose la lengua para no decirle nada grosero a su progenitor.
Se le hacia bastante imposible, en realidad.— Necesito que respires, Jane. Estas roja.
— Dile a papá que se caye entonces— sentenció.
— ¡No, no están bien! Estaremos juntos hasta el último día que tengamos que estar en esta maldita isla.
— ¡Ya basta! ¿Puedes dejar de gritarnos?— gritó por fin Jane, estaba a punto de explotar— ¿No entiendes? ¡No estamos dementes! ¡Y tampoco tienes derecho a llamarnos asi! ¡No estábamos sufriendo problemas mentales!
— ¿No? ¿¡No!? Entonces dime que hacían en esa estúpida casa abandonada— cuestionó, Jake tomó a su hermana de la mano y negó con la cabeza.
Su padre al darse cuenta de este acto bufó.
— No es de tu incumbencia— replicó— además ¿de que sirve que te digamos? no nos creerás.— farfullo, se acostó en su cama dándole la espalda a su padre.
— Iré a por un un whiskey abajo, duerman temprano que mañana estaremos todo el día juntos hasta que nuestro tiempo en esta isla de porquería se acabe.
— Como quieras, no me importa— despotrico sin girar a verlo. La puerta se cerró con un ligero "clic". Jake abrazo a su melliza y esta se giro para verlo.
— No le hagas caso, Janie— consoló y besó su frente.— No te enojes, todo estará bien.
— Jake ¿es que no lo entiendes?— los ojos azules de Jake miraron a los de su hermana— papá no nos respeta— se enojó, y si su padre estuviera ahí estaría lista para decirle sus verdades— además nos castigó, ¿como iremos al hogar?— cuestionó y el muchacho al darse cuenta soltó una maldición por lo bajo.
— No te preocupes, Janie, podemos escaparnos, idearemos un plan mañana.
— Espero que así sea.— acotó, acomodandose entre los brazos de él para dormir un rato.
