more - capítulo 6

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– ¿Tanto te gusto? – Natalia seguía con cara de sorpresa, mirándola fijamente.

Tras la pregunta de la morena, se dio cuenta de las palabras que acababan de salir de su propia boca.

– No serviría de nada decir que no me gustas, porque ya lo he dicho. Así que voy a admitirlo. – Se escuchó decir aquella frase a sí misma, como si el hecho de reconocer que Natalia le gustaba, y mucho, fuese algo que pudiese pasar desapercibido, aunque no era así en absoluto. – Me gustas.

– Pues menos mal, porque tú también me gustas a mí, mucho, además y habría sido muy incómodo de no ser así, porque lamento comunicarte que hemos tenido sexo y todo. – Bromeó la morena, quitándole hierro e importancia a la afirmación que ambas acababan de hacer.

– ¿Eso es todo?

– ¿Esperas que te traiga unas rosas? ¿Qué te desnude encima de la mesa y te folle aquí mismo para demostrarlo? – Preguntó Natalia, muerta de risa. – Me gustas, Alba. No hagas de ese hecho una gran declaración, solo estoy poniendo mis cartas sobre la mesa.

– No me opondría a que me pusieras a mi sobre la mesa. – Alba, que había entendido la intención de Natalia, le siguió el rollo.

– ¿No prefieres mirar la carta primero antes de pedir el postre? – Le dijo, sonriendo de manera descarada. – Porque me ha costado lo mío encontrar el restaurante.

Cenaron entre conversaciones banales, hasta que Alba dio con un tema lo bastante interesante como para pararse en él.

-Entonces, ¿cuándo te diste cuenta exactamente de que te gustaban las chicas? – Preguntó, mientras apuraba su plato de pasta. Había pedido unos raviolis de calabaza y cebolla, mientras que a Natalia se le había antojado más un plato de salmón al horno con eneldo, que al parecer era uno de los mejores platos del restaurante.

- Pues creo que tenía doce años. – Dando un sorbo a la copa tras sus palabras, Natalia pareció hacerse la interesante antes de narrar una anécdota. – Conocí a una chica en mis clases de baile y me parecía tan guapa y tan interesante que, no sé, creo que tuve una especie de flechazo. Y diez años después, aquí estoy, disfrutando de la vida.

Alba ensanchó su sonrisa ante la pequeña historia y se imaginó a aquella niña descubriendo de pronto que le gustaba su compañera. Se veía un poco reflejada en sus palabras.

- ¿Y tú? ¿Cuándo tuviste tu revelación? – Bromeó la morena, retirando una espina de su plato de pescado y dejándola aparte, antes de volver a mirarla.

- Pues era un poco más mayor que tú, tenía dieciséis, no recuerdo si estaba en cuarto de la ESO o en primero de Bachillerato, pero me empezó a gustar una de mis amigas, digamos que me encoñé muchísimo, porque soy una intensa y claro, a esas edades... Las hormonas no perdonan a nadie.

Natalia no pudo evitar soltar una carcajada, visualizando perfectamente a Alba como una adolescente hasta arriba de hormonas y babeando por su amiga.

-Menudo espectáculo, Reche, si eras la mitad de intensa que ahora, que pides desnudos a tus crushes...- Ante aquel intento de broma provocó que la rubia le lanzase la servilleta a la cara mientras la otra contenía la risa.

Finalmente llegaron al postre, y aunque Natalia no era muy de dulce accedió a compartir con Alba una especie de brownie de chocolate, que pusieron entre ambas. Casi se lo habían acabado cuando la pintora señaló la mejilla de la morena, como indicándole que se había manchado.

-¿Tengo algo? – Preguntó, limpiándose de manera apresurada. Alba la miró fijamente, algo que la extrañó.- ¿Qué? ¿La otra mejilla?

- No, es que tienes una cara preciosa hasta manchada de chocolate.

french girls // albaliaWhere stories live. Discover now