27- Eres mía

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Subo las escaleras mientras trato de concentrarme en los ruidos, pero no escucho nada, algo que parece muy extraño, llego a pensar que, tal vez, con lo cobarde que es, se ha tirado por la ventana de nuestra habitación. Busco en los armarios, debajo de la cama, en el baño, y en todos lo cuartos de arriba, pero no lo encuentro. Estoy segura que subió las escaleras, es imposible que se haya quedado abajo. Pensando en eso, unos brazos rodearon todo mi cuerpo y trato de defenderme proporcionándole una patada, pero me empuja fuertemente contra el suelo. El cuchillo cae lejos de mi y veo a Kevin de pie, tapa su rostro y ríe como si de una broma se tratara. No puedo explicarme cómo demonios no pude percibir su presencia detrás de mí.

—¿Cómo te atreves? — impulsándome para alcanzar el cuchillo, él lo aleja de mi con una patada.

—Yo sabía que algo estabas ocultando desde que llegamos a esta casa, Emily. Estaba consciente que nada de lo que hacías era normal y, aún así, he querido permanecer a tu lado en todo momento. Ya sabía también que no me querías lo suficiente como para soportarme, por eso te lo preguntaba muchas veces. He querido ser otra persona por ti y me pagas de esta manera tan cobarde. No sabía que eras esa niña, pero sabía que tenías unos métodos ridículos de manipularme para que te permitiera alimentarte de mi. Soporté todo ese dolor para que tú y tus supuestos malestares se aliviaran. ¿Crees que alguien más pueda aceptar esa perversa, grotesca y enfermiza forma de amar? Incluso en el sexo eres igual, no puedes controlar esa "enfermedad" y esos arranques que tienes de lastimar a los demás. ¿Crees que podría soportar eso, si no te quisiera de verdad? O incluso, aún sabiendo que eres una asesina. Te vi matando a esas mujeres, Emily. Te seguí y me dolió lo que vi, aún así, no tuve la valentía de largarme en ese momento o de llamar a la policía. Te pregunté sobre la noticia esperando que tuvieras la confianza de contarme la verdad, pero ni eso me he ganado. Solo me ves como comida o como un objeto sexual, y soy tan idiota, que aún sabiéndolo, no puedo abandonarte— sabe demasiado y no puedo dejarlo respirando.

Arrastro mi cuerpo para buscar la forma de alcanzar el cuchillo, pero Kevin lo coge antes de que lo haga, camina a la puerta del cuarto y la cierra con seguro.

—No voy a dejar que lo hagas, Emily. Eres como un animal salvaje ahora, y dejarte usar esto, puede ser peligroso para los dos— tira el cuchillo por detrás del armario y vuelve a mirarme—. Hablemos como pareja y adultos que somos, ahora solo somos tu y yo. Aquí nadie nos molestará.

—Te mataré, Kevin. No hay forma de que te deje salir de aquí sin hacerlo— ríe por mi amenaza y la rabia se me sube a la cabeza.

—No hay forma de que te permita que lo hagas— se agacha delante de mí—. Sin ese cuchillo no eres nadie, ¿Cierto? Si no tratas de hacerme algo ahora que me tienes cerca, pensaré que me amas.

—¿Amarte? —bufo—. Jamás lo he hecho.

—Yo sí, aún sabiendo lo sádica y demente que puedes llegar a ser. No es la primera vez que tratas de matarme y mira lo patético que soy que, a pesar de todo eso, sigo aquí contigo.

—Patético e idiota siempre has sido— logro empujarlo contra el suelo y subirme sobre él, no pone resistencia como creí que lo haría.

—No creo que estés en posición de decirlo, princesa. ¿Crees que alguien más podría soportar esa actitud que tienes siempre? Un momento eres dulce y en otro eres insoportable. Me enamoré de todo eso, Emily.

—Ya cállate y muérete— cuando creo poder apretar su cuello entre mis manos, él me detiene agarrándome ambas muñecas.

—¿Qué sucede? ¿No me digas que no puedes conmigo? ¿Estás dudando otra vez?

No sé en qué momento se convirtió en esto, pero no soporto esta forma de ser. Solo siento ganas de destruirlo, pero mi fuerza de alguna manera no es mucha. Distraída bajo la guardia y aprovecha ese descuido para tomar el control y empujarme de nuevo para subirse sobre mi.

—¿En qué momento permitiste que este idiota te venciera, Emily? —sujeta mis dos manos y me encara—. Me duele tratarte así, créeme, pero no me das opciones.

—Suéltame o no respondo.

—No respondas, pero quédate conmigo. Te juro que voy a ser mejor. Haré lo que digas sin protestar, pero no me alejes de ti. Yo te amo, Emily. Ya sé que no te gusta cómo soy, pero te prometo que voy a cambiar.

—Yo no te quiero, Kevin. ¿No lo comprendes?

—Podrás hacerlo algún día, no importa, pero quédate conmigo. Voy a alimentarte si eso quieres, te daré todo lo que tengo, te aceptaré así como eres, pero solo sé mía.

—Ya te dije que no, ahora suéltame.

—No voy a permitir que me dejes, Emily. Tú eres mía. Aunque seas esto que eres, yo no puedo dejar de amarte. Puedes llamarme idiota, loco, patético, pero esto soy. Este idiota es el que te quiere, y es quien no dejará que te alejes y, así me toque obligarte a permanecer conmigo, lo haré.

Parte Tres: Emily [✓] [EN FÍSICO]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora