43: Voy a matarte

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—¿Por qué no arreglamos nuestras diferencias de una mejor manera, Kevin?

—Tengo una muy buena, pero eres tan perra que lo más probable lo veas como un juego de esos perversos que te gustan— su inesperado navajazo me obliga a retroceder.

—¿Cómo te atreves a querer dañarme la cara? — me abalanzo sobre él mientras ambos forcejeamos para evitar cortarnos.

—¿Desde cuándo te importa tanto? Me pides que te muerda y te golpee durante el sexo, ¿Y ahora por una simple cortada vas a armar un escándalo? Tienes problemas muy graves— me empuja haciéndome tropezar y caer de lleno al suelo—. Deberías admitir tu derrota, maldita loca— sube sobre mí tratando de apuñalarme en la cara, pero sujeto su mano para evitarlo a toda costa. El filo del cuchillo estaba a centímetros de mi ojo. El muy infeliz tenía mucha fuerza, pero jamás voy a permitir que alguien tan débil pueda conmigo.

Con mi cuchillo busco la forma de enterrarlo en su muñeca y fue la mejor manera de sacarlo de encima.

—Tú eres el menos indicado para decir eso, maldito demente— lo señalo con el cuchillo mientras me levanto—. Eres tú quien debería aceptar la derrota, cobarde— alzo el cuchillo en el aire para tirarme sobre él, pero me da una patada haciéndome flaquear. El cuchillo casi se me cae y, por tratar de evitarlo, fue cuando me da una segunda patada volviendo a tirarme al suelo—. ¡Me tienes harta ya!— grito molesta.

Kevin se levanta y, antes de que pudiera levantarme, me da una patada en la mano, haciendo que el cuchillo cayera a otra parte.

—No parece que estés tan harta, más bien me parece que eres una buena para nada. Siempre lo he dicho; sin un cuchillo no eres nadie— alza el cuchillo y me salgo de su vista rodando a otra esquina para poder tener la oportunidad de levantarme.

—¿Te crees valiente por tener un cuchillo? ¿Y por qué no me has hecho nada todavía, cobarde? — le reto.

Corre hacia mí y retrocedo, tratando de evitar que me apuñale directamente. Busco doblar su brazo y, como no logro hacerlo, aterrizo mi rodilla en sus testículos. Retrocede soltando el cuchillo y agarrándose sus genitales.

—¿Herí una parte sensible de ti?— rio.

—¡Voy a matarte por esto!

—Ya veremos— sujeto el cuchillo que era de él y lo señalo—. ¿Algunas palabras de despedida? — retoma su postura aún con la mano en el paquete, me mira mal y con su respiración agitada—. ¿No dirás nada? Bien— coloco el cuchillo recto, quise hacerle creer que lo haría así, para luego sorprenderlo. Aunque hago una maniobra para lograr mi objetivo, no contaba hasta ese ultimo momento que me daría un codazo justo en el pecho, fue tan fuerte que siento que me falta el aire. Caí de rodillas buscando aire. Me descuidé demasiado, no debí darle tiempo de recuperarse.

—No soy el único que tiene partes sensibles, ¿Sabías? — se arrodilla delante de mí y trato de cortarlo, pero me sujeta la mano —. Que patética luces, mi querida y preciada Emily. Siempre disfrutas haciéndome daño y eso de hace un momento no sé si pueda perdonarlo algún día. Fue un golpe muy bajo y doloroso, creo que es momento de que lo experimentes por tu cuenta— me tuerce un poco la muñeca y del dolor le tiro un puño en la cara con la otra mano, pero no fue con tanta fuerza.

—Te odio— lo empujo para soltarme de su agarre tratando de arrastrarme lejos, pero agarra mi pierna y me arrastra de vuelta hacia él.

—Yo también lo hago, maldita.

No tengo fuerza de levantarme, así que opto por defenderme como puedo y le proporciono un pequeño corte en el hombro, su camisa no tarda en mancharse y rio.

—¿Quién es el patético ahora?— lo levanto por segunda vez, pero me agarra el cuello con tanta fuerza, que tuve que acelerar la maniobra para poder cortarlo otra vez en el mismo lugar.

Su mano ejercía tanta fuerza, que debía hacer algo para soltarme de su agarre. Suelto el cuchillo para poder forcejear con mis dos manos, ya que la segunda él la aferró a mi cuello también. Trataba de buscar aire y hacía fuerza en sus muñecas para soltarme, pero no cedía.

—Me has jodido la vida, Emily; ahora me toca hacerlo a mi. Te lo dije una vez; yo te amo y no hay forma de que permita que me dejes y, de eso suceder, prefiero que no existas— la única forma que encontré fue arañarlo un poco más abajo del ojo y me suelta. Aprovechando ese descuido, me subo sobre él mientras buscaba el aire y coloco mis dos manos alrededor de su cuello.

—El único que no debió existir nunca eres tú, idiota. ¿No te das cuenta?

—¿Y por qué demonios no estás ejerciendo más fuerza? ¿Acaso estás dudando, Emily? — sonríe con arrogancia.

—Eres un imbécil— suelto su cuello y le doy un puño en la cara—. Deja de actuar como si fueras la gran cosa, maldito egocéntrico de mierda— entre más golpes le daba, él seguía riendo como si no le doliera.

—¿No es así como te gusta, Emily? Te excita pegarme y que te peguen. Debes estar ahora mismo húmeda, ¿Cierto? Eres tan depravada y perra, que estás disfrutando de esto— vuelve a empujarme y el cuchillo queda al lado nuestro, los dos cruzamos miradas y pensamos en lo mismo, pero como casi logro alcanzarlo, el muy idiota con tal de que yo no pudiera cogerlo, lo empujó más lejos.

—¡Eres un idiota! — ambos nos arrastramos para tratar de alcanzarlo y, cuando creí que lo iba a poder coger, Kevin me hala por la pierna hacia él. Tiro varios golpes con la pierna, pero se cubre.

—Que maldita persistente eres— me hala de nuevo, pero esta vez fue más fuerte que la anterior—. ¿Qué harás ahora? ¿Darme otra patada?

—Sí— lo trato, pero se acomoda entre mis piernas, sujetando mis dos brazos por arriba de mi cabeza.

—Te atrapé de nuevo, pequeña — me encara—. Creí que tratarías de morderme, ¿No es eso lo que siempre haces? — me suelta una mano para sujetar mí mentón y llevo mi mano a su mejilla, pero él gira la cara.

—¿Miedo a que te saque los ojos? — sonreí, antes de darle un puño con todas mis fuerzas en la cara. Bajo el cansancio y dolor, se deja caer al lado y no pierdo tiempo para subirme sobre él.

—Me cansé de jugar, ya fue suficiente— mi respiración agitada casi no me permite hablar, pero siento su erección por debajo de mí—. Alguien que creí dormido se ha despertado y luego la depravada soy yo— lo encaro y lamo el área donde le había proporcionado la primera cortada en la mejilla—. Sabes delicioso.

—No trates de provocarme, porque si lo haces— hizo una pausa—, no podré aguantarme y voy a joderte— agarra mi cuello obligándome a encararlo.

—¿Y qué esperas?

—Eres una masoquista, pero te daré lo que buscas por maldita— ambos reímos ruidosamente.

Parte Tres: Emily [✓] [EN FÍSICO]Where stories live. Discover now