Capítulo 1.

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Aziraphale no sabía como había pasado, pero amaneció convertido en una serpiente blanca. Con toda la sorpresa del mundo intentó estirar los brazos para desperezarse y descubrió que no podía, y al mirarse el cuerpo se encontró con la increíble transformación. Su grito de terror atrajo a Crowley, que estaba en la cocina preparándole unas crepas.

-¿Ángel, bebé, qué pasó...? ¿Eh? ¿Zira, eres tú?- preguntó el demonio sin poder creerlo al ver a la menuda serpiente blanca de ojos azules agitarse entre las sábanas, abriendo la boca de forma abrupta y siseando:

-¡Crowley, por Dios, ayúdame! ¡No sé cómo pasó pero me desperté así!

-A ver, ángel, tranquilo... quizá tuviste una pesadilla y te transformaste sin querer mientras dormías. Veamos; respira hondo y trata de recuperar tu cuerpo de hombre.

-Sí, sí... oh, cielos...- el ángel inspiró hondamente y se concentró con todas sus fuerzas, pero fue inútil: no dejó de ser serpiente y sus ojitos se humedecieron al instante.- ¡Croowley... no puedo cambiar de forma! ¿Qué voy a hacer...?

-Ya, ya, no llores, Zira...- lo consoló sentándose a su lado y tomándolo con ambas manos, colocándolo alrededor de su cuello como una hermosa bufanda. Zira se sorprendió y parpadeó, y alzó la cabecita para mirar a Crowley a los ojos.- Vamos a arreglar esto de alguna forma. No te preocupes. Seguro que a lord Beelzebub se le ocurre algo.

(Más tarde en un callejón del Soho)

-Nel... no se me ocurre nada- sentenció el príncipe del infierno mirando a su ex subordinado y a su novio la ahora serpiente albina, fingiendo preocupación pero con una mirada de lo más divertida.- Podría ser la venganza de algún demonio, ya sabes, por lo que nos hiciste.

-¡Pero acordamos que me dejarían en paz!- protestó el pelirrojo furioso.

-Y lo hicimos. ¿Acaso te han tocado un pelo? Lo que no quiere decir que a alguien le haya parecido divertido fastidiar a tu novio para fastidiarte a ti.

-¿Me voy a quedar así para siempre?- preguntó Zira siseando muerto de miedo.

-Bueno, no creo, pero tampoco esperes que se vaya enseguida. Pero no será tan malo, ¿o sí? Aquí Crowley podrá enseñarte lo que es la vida de los que se tienen que arrastrar para sobrevivir- se despidió con una risa, desapareciendo y dejándolos solos. Crowley, impotente, lo llevó de nuevo al departamento y lo observó llorar. Las serpientes no lloraban, pero claro, él no era una serpiente de verdad. No lo soportaba. No podía dejar a su ángel vivir en esa angustia así que, hasta hallar una solución, decidió acompañarlo y protegerlo de cualquier demonio que anduviera por ahí deseoso de venganza.

-¡Crowley...! ¿Qué estás haciendo?- preguntó anonadado al ver a su novio adoptar su forma de reptil, y acercarse a él en silencio. Crowley era una serpiente mucho más grande que él, con ojos amarillos fieros y lentes de sol en miniatura. De inmediato se sonrojó por lo protector que lucía, o lo hubiera hecho si las serpientes pudieran sonrojarse.

-Vamos a hallar el modo de revertir esto, ángel, te lo prometo. Pero hasta entonces, me quedaré en mi forma original para poder cuidarte.

-¡Pero...!

-¡Sin peros! Deja que esta vieja serpiente te enseñe sus trucos para que puedas vivir con comodidad. Y si no puedes hacer algo, lo haré por ti. Pero no llores, Aziraphale. No me gusta nada verte llorar. Tu risa es todo lo que pido por mi esfuerzo.

La serpiente blanca cerró los ojitos y sonrió, y acercó la cabeza a la serpiente negra para apoyarse contra ella. Crowley también sintió enrojecerse por dentro, y dejó que su lengua bífida lo tocara un segundo para mostrarle su apoyo. No importaba que forma tuviera, su ángel siempre sería su ángel. Su compañero y su amor eterno.

Serpientes InefablesWhere stories live. Discover now