01: «Héroe de América»

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Al tres de Mayo, 1943:

El mes ha iniciado y tú estás en todas partes.

Puedo verte al caminar por las calles, en las vitrinas de los almacenes, cada vez que voy al cine. Eres el tema de conversación favorito de todos los neoyorquinos.

"¿Quién es? ¿De dónde proviene?" Esas preguntas inundan mis oídos todos los días. Quiero decirles que yo sé quién eres, que te conocí cuando eras realmente fuerte escondiéndote en una débil figura que, para el día de hoy, desapareció.

Te vi esta tarde.

Fue cómico y nos llenaste de felicidad, tras aquella noticia de una nueva invasión que, a todos, nos ha dejado con el corazón apretujado. Esa felicidad que le brindaste a los más pequeños, haciéndolos olvidar de las circunstancias en las que está el mundo, desmoronándose cada día un poco más. Me diste felicidad a mí también y, por eso, te agradezco. Las cosas no están bien en casa, no hemos tenido noticias de mi padre hace varios meses, su última carta nos anunciaba que se moverían a otra base más cerca de Alemania. Ahora entenderás por qué tu visita trajo felicidad a mi corazón.

Me alegra verte bien. Verte ser tú, con tus ojos azules, tus convicciones, tu resiliencia; porque eso es lo que te hace ser tú, lo que te caracteriza. No esa fuerza física descomunal o los músculos, mucho menos ser el protagonista de tantas películas e historietas que recorren cada rincón de América. Pero, me pregunto... ¿Eres feliz? Me refiero a, ¿eres realmente feliz luciéndote en los escenarios de todo el mundo, trayendo alegría entre tanta guerra de esta forma? Porque recuerdo las veces que te escuché decir lo mucho que anhelabas estar al frente, traernos paz y tranquilidad derrotando a los nazis. No estás derrotando a nadie, así que me pregunto... ¿valió la pena?

Desde Nueva York, con sincero pesar,

Matilde Blair.

Las cosas en casa de los Blair han estado un poco mejor. Selma Blair parece haber vuelto a la vida y, ahora, redecora su casa, cada pequeño detalle que se le pudo haber pasado por alto, lo arregla; eso la ha mantenido ocupada por los últimos cuatro días. Todos saben que esconde su dolor de esa forma y anhelan que pueda encontrar consuelo.

La casa de Matilde Blair ha sido vendida finalmente, los trámites están a punto de terminar y el dinero estará en las manos de sus hijos en poco tiempo. Ninguno se ha vuelto a hablar tras el funeral, lo que define por completo la relación que mantienen. Las cosas que le pertenecían a Emily se encuentran ahora en su habitación. Se negó rotundamente a deshacerse de las cosas que a su madre le parecían inservibles, por lo que hizo un espacio en su propio cuarto para conservar todo lo que su abuela quería que tuviera, incluso ese diario rosado que ahora guarda bajo llave en su mesa de noche.

Tras haber leído aquella primera carta, un sentimiento de culpabilidad la embargó. Se sintió como una intrusa, una ladrona. Estaba tocando algo prohibido y que, probablemente, la abuela había olvidado que lo tenía allí. Quizás de haberlo sabido se hubiese desecho de el o lo hubiese guardado en algún otro lugar, esas y otras ideas no dejan la mente de Emily, intentando encontrar confort a ese sentimiento que todavía no parece querer dejarla libre. Piensa, también, que tal vez ella quería que lo tuviese, que, muy en el fondeo de su cabeza y sus recuerdos, Matilde sabía que lo encontraría y, de alguna forma, las palabras que dejó grabadas en sus páginas significarían algo para su nieta; por lo que hoy ha vuelto a tomarlo para leer la siguiente carta. Emily creyó que haciéndolo podría matar la incógnita sobre quién es ese soldado al que le escribía con tanto pesar, pero solo le ha hecho crecer en duda todavía más.

war diary | capitán américa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora