16. No hay vuelta atrás

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Nayeon fue la primera en despertar. Sentía a mitad de su cuerpo dormido, todo había sido culpa de Momo quien había dormido acurrucada toda la noche a su lado. Volteo a ver el rostro relajado de la japonesa. Pudo notar como sus labios estaban algo hinchados por la sesión de besos nocturnos que tuvieron. La pelinegra no se podía sacar de la cabeza todo lo que había pasado con la japonesa en estos días. Realmente lo había pasado muy bien, este viaje la había ayudado a despejar su cabeza, de entender que quizás no todo estaba perdido. Lo único que le daba vuelta sin parar adentro de su cabeza era, si sería capaz de mantener la relación con Momo a pesar, de la apuesta que tenía con las chicas.

-¿En qué piensas? – la voz de Momo hizo que mirara nuevamente hacía el costado izquierdo.

-En lo hermosa que te ves durmiendo.

-Deja de mentir. Seguro estoy hinchada – Momo trató de salir de la cama pero Nayeon tomó su mano e hizo que perdiera el equilibrio. La japonesa había caído sobre sus piernas.

-¿Piensas levantarte sin darme el beso de buenos días?

-Odio los besos de buenos días.

-¿Qué?, ¿Es en serio?

-El aliento matutino es asqueroso Nayeon.

-¿A quién le puede importar eso?

-A mí – las dos se reían – pero te daré un pequeño beso, sólo uno.

-Seré feliz con ese pequeño beso. Créeme.

Nayeon sentía como todo su cuerpo se erizaba mientras Momo acortaba los centímetros de distancias que había entre sus bocas. La pelinegra observó todo el rostro de la japonesa, era una muñeca de porcelana – me vuelves loca – susurró Momo sobre su boca – realmente no quiero compartirte sabes – Nayeon la miró directamente a los ojos – sé que quizás tengas cosas inconclusas con Sana, me gustaría que las arreglaras. No quiero que nadie se interponga entre nosotras – Nayeon sonrió.

-No tengo nada inconcluso con ella.

-No me mientas.

-No lo hago. Yo sé lo que quiero.

-Tengo el leve presentimiento que ella cree que la quieres a ella.

-Sería estúpido si no se diera cuenta que me estoy muriendo de amor por ti.

-Tierna – las dos sonrieron – pero prefiero que lo sepan.

-Momo... - la japonesa la quedo mirando – esto está recién comenzando. No es cómo si nos fuéramos a casar saliendo de esta casa – las dos sonrieron – haré las cosas, hablaré con quien tenga que hablar pero, no me digas cuando y con quien debo hacerlo – Momo se sorprendió – sé que es lo que tengo que hacer. Por el momento quiero llevar esto con calma.

-Lo siento. No quería incomodarte.

-No me incomoda. Sólo vámonos tranquilas.

-Me parece perfecto.

-Creo que estabas apunto de besarme.

-¿Eso crees?

Dejaron de hablar y se besaron. Ninguna de las dos pensó en el aliento matutino que tanto traumaba a la japonesa. Nayeon no quería pensar en nada más que no fuera estos pequeños momentos al lado de Momo, después de todo, sabía que podrían ser los últimos.

-Tu celular está vibrando – dijo Momo.

-Da lo mismo – Nayeon se acercó nuevamente para volver a besarla pero Momo se alejó - ¿Qué?, ¿Qué pasa?

-¿No contestarás?

-No he contestado ninguna llamada ni ningún mensaje desde que salí del departamento.

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