XXIX

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—El día que Dazai se fue de la Port Mafia, sentí que iba a morír. Lloré y lo odié y me estanqué en un sentimiento que estuvo a punto de destruirme. Tenía miedo de vivir, hasta que comprendí que lo que sentía por él, era algo que pasaría a ser parte de mí y así tendría que seguir, porque no era culpa de nadie que hubiera nacido en mi un amor por él con esa intensidad, en la miseria de esos días oscuros donde él fue mi luz... —confesó Chuuya-san, levantando un pedazo del cristal cortado, para observar su destello de colores a la luz de la fuente e impedirme ver la tristeza que nacía en sus ojos.

—Luz...

—No sé si este amor será eterno, pero, si sé que seguirá en silencio. Porque así debe ser. Akutagawa, ¿puedes prometerme que jamás se lo dirás a Dazai?

—Te lo juro...

—Y ¿puedes prometerme algo más?

—¿Qué?

—Que tú intentarás no cometer mis errores.

—¿A qué te refieres? —le pregunté, desconcertado, mientras el camarero traía otra botella igual, la cual Chuuya-san comenzó a beber de inmediato. 

—Pude haberle confesado a Dazai lo que sentía mucho antes de que Oda apareciera, pero, tenía miedo de que él me rechazara, y, claro que lo hubiera hecho, siendo como era. Creo que puedes comprender a lo que me refiero al decir eso.

—Si —contesté, a sabiendas de que el Dazai-san que él y yo habíamos conocido era muy diferente del que ahora conocía siquiera la Agencia de Detectives.

—Pero, la verdad es que solo son especulaciones porque no lo sabré tampoco nunca. Por eso, tú, no hagas lo que yo. Y ahora que te has dado cuenta, hazlo por ti.

—Te refieres a confesarme, ¿no?

—Obviamente. eso debía haber pasado hace rato, pero ahora estás aquí perdiendo el tiempo con un tipo como yo que solo puede hablarte de sus frustraciones, en vez de alentarte a vencer tus miedos.

—Para mí no es perder el tiempo porque, me gusta hablar contigo... Eres la única persona a la que le puedo decir lo que siento, Chuuya-san —contesté y él sonrió.

—¿Sabes? A Dazai, a mí, en nuestros particulares casos, nos faltó tiempo... Y si me lo preguntas, ese niño siempre se está preocupando por ti, y te besó también, así que no hay nada que temer.

—Chuuya-san...

—Lo peor que puede pasar es que me equivoque y terminemos bebiendo en el bar despechados. Pero dudo que me aguantes el ritmo, así que olvida esa parte.

—Gracias por tus palabras. Había quedado de vernos mañana al atardecer en la bahía pero iré a buscarlo ahora mismo.

—¿Ahora mismo? Sí casi es medianoche. Deberías esperar a mañana o te verás muy ansioso y él puede aprovecharse de eso.

—¿Cómo que aprovecharse? —respondí, dubitativo.

—Veo que no tienes ni idea del amor y las relaciones. Camarero, tráenos algo de cenar, que tengo que darte "la charla" —contestó Chuuya-san, dejándome atónito.

Aunque más atónito estuve al escuchar todo lo que tenía que decir por espacio de 2 horas, hasta que estando muy ebrio, cayó dormido sobre el sillón donde estábamos sentado. Le quité la botella de las manos, y lo miré por un largo rato, mientras dormía. Nunca pensé que alguien como él, que parecía burlarse de todo e importarle poco la vida, tuviera un dolor tan grande como el de ese amor no correspondido a cuestas. Pero, creo que tampoco podía culpar a Dazai-san de todo eso, porque él había tenido una peor parte: que la persona que él amaba, había muerto.

¿Por qué dejaste a la Port Mafia, Dazai-san?... Shinsoukoku Bungou Stray DogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora