¿Quién eres tú?

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Capítulo 8

¿Quién eres tú?

El sol brillaba con mucha intensidad, sino fuera porque mi habitación tenía cortinas oscuras la luz habría golpeado de lleno en mi rostro, aunque eso no impidió que algunos destellos se infiltraran por medio de una pequeña abertura que habían dejado por error los sirvientes.

Sentí mi cuerpo tenso y un poco adolorido, pasé mi muñeca por mis ojos porque casi no podía ver. Bostecé un poco y como pude me levanté. La respuesta a mi problema muscular era eso, el suelo. Había dormido ahí, pero ¿por qué? A mi mente vinieron las imágenes de la noche pasada y me sonrojé. Miré a todas partes, no había nadie. Pasé mis manos por mi cuerpo, estaba “bien”. Lo único que parecía estar fuera de lugar era mi cabello, estaba hecho un lío, un poco más de lo normal.

Me senté en la cama, y profundicé cuanto pude en la situación. Di vueltas y vueltas a mis pensamientos, llegué a la conclusión de que sólo había sido un sueño. Pero, ¿por qué con él? Ni si quiera lo conocía, no lo suficiente como para soñar que… me coqueteaba… Sacudí mi cabeza y despejé cuanto pude mi mente.

Revisé mi armario, tomé el primer vestido que encontré y me lo puse. El vestido era lindo pero me quedaba bastante ajustado. Le resté importancia porque sólo quería salir al patio, pensar un poco y quizás… volver a hablar con mi padre. Después volvería a mi cuarto.

Recorrí los senderos del jardín sin problema alguno. Todo era muy hermoso, había grandes rosales y arbustos con formas, aunque más de uno era igual a Lector y Sting. La calma de mi paseo se vio interrumpida cuando cerca de una de las casas vi humo. Aceleré mi paso preocupada por lo que pudiera estar ocurriendo, si algo se estaba quemando y se salía de control, los trabajadores podrían perder sus viviendas y eso no lo podía permitir.

Llegué al lugar, no vi más que un arbusto con forma de Sting en llamas y a él incendiando otros arbustos.

-¿Qué haces?-

-¡Oh!, Lucy-

-¿Por qué los quemas?-

-Porque tienen la forma de él-

- Es peligroso que hagas algo así, las casas de los sirvientes están cerca-

-No te preocupes, puedo controlar el fuego- dijo Natsu, mostrándome cómo en cuestión de segundos podía comer todo ese fuego.  

Lo observé atónita, ¿qué tipo de hombre era él?

-Pensé que tenías modales-

-Y los tengo-

-Una persona de bien no haría algo así con la naturaleza-

-Una persona de bien no forzaría a la naturaleza a tener su cara-

-Es cierto, pero no me gusta que quemes las plantas-

-Bien, no lo haré, pero a cambio, quiero que me acompañes a pasear-

-¿Qué?, ¿a dónde?-

-Sólo ven-

Natsu me tomó de la muñeca jalándome durante todo el camino, hasta que llegamos a una laguna de la propiedad. En la orilla había un bote, mismo al  que él me subió sin previo aviso.

La situación se tornó extraña, ¿era todo aquello algún tipo de cita? La idea me hizo sonrojar. El lugar era muy hermoso. Los árboles, las flores, la montaña, el clima, el agua… En realidad el ambiente era muy relajante, daban ganas de dormir un rato y soñar, soñar infinitamente.

Lo único que no concordaba era su actitud, ¿me había llevado hasta allí sólo para ignorarme? No dejaba de mirar hacia otro lado mientras se recargaba en un extremo del bote.

Mi prometidaWhere stories live. Discover now