Capítulo 21

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Fue una falsa alarma. Becca había levantado temperatura con un motivo anexo a la mordida.

A la mañana siguiente se sentía mejor de lo que esperaba.

Cass y Brooke se encontraban frente al tablón, como todas las mañanas, cuando la vieron entrar en el comedor de la mano de Ethan.

Las dos amigas miraron a la otra con los ojos abiertos como platos.

—Luego te veo —le susurró Ethan acariciándole la mejilla. Acto siguiente, fue a sentarse.

Becca se acercó a las otras dos. Tenía el brazo vendado, Andrew le había cocido la herida.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó Brooke.—. Haz estado en buenas manos, por lo que puedo ver.

La chica se sonrojó.

—Me siento mejor —exclamó con una sonrisa, luego se dirigió a Cass.—. Gracias.

—Yo no hice nada. Fue Andrew, y también Ethan y Mike.

Becca puso los ojos en blanco.

—Pero si tú estuvieras con nosotros, si no te hubieran mordido, yo no estaría aquí hablando contigo.

A Cass se le encogió el corazón. «Si ella no...». No había podido hacerlo con Mason, Conny o Keira, la hija de Ethan. Becca sólo había tenido suerte.

Así que se limitó a sonreírle. Su amiga, no obstante, la estrechó entre sus brazos.

—Gracias, Cassie.

Volvió a sonreírle antes de dirigirse a su asiento.

Las otras dos continuaron con el tablón.

Ya casi habían terminado cuando todos habían entrado en el comedor, Franklin por último.

—No incluyan a Mark en ninguna actividad —les comentó al pasar.

Brooke, hecha una furia, se dio vuelta.

—¿A qué te refieres? Todos debemos trabajar aquí.

Muchas cabezas curiosas se giraron para verlos discutir. Aunque no era nada nuevo.

—¿Dónde está Mark? —Dijo Cass, pero la otra no la escuchó y se cruzó de brazos.

—No pensé que serías de los quieren ver a gente holgazaneando mientras tú te rompes el lomo.

Franklin suspiró con agobio y se acercó tanto como pudo a la chica, quedando a pocos centímetros de su cara.

—Para tu información: lo dije porque Mark nos dejó anoche. Lo encontré en la cocina luego de que Becca levantara temperatura. Quería llevarse toda la reserva que tenemos. Así que, reina del drama, discúlpame por querer ayudar.

El joven escupió las palabras. Tanto, que Brooke parecía encogerse en su sitio.

—¿Nos dejó? —Preguntó Destiny, que era de las que se habían volteado al principio.

Frank asintió.

—Tú impediste que se llevara todo —musitó Brooke, más para sí que para él.

El chico la miró a los ojos. Durante unos segundos mantuvieron una conversación con la mirada.

Cass juró que se iban a besar en cualquier momento, pero Grace captó la atención de todos.

—Todos a la mesa, hay que desayunar.

Obedecieron a la señora, pero pareció que Brooke y Frank eran los últimos en tomar asiento en extremos diferentes.

Tenía la tarde libre, pero quería aprovecharla para pasarla en el gimnasio. Aún no se había acostumbrado a la rutina que le había dicho Brooke.

Trotó todo lo que pudo. La chica hacia media hora diaria, pero él recién había alcanzado los veinte minutos. Al menos había mejorado de la última vez.

Pasó al saco de boxeo. En ese ámbito no tenía idea. Sí, había hecho deporte en el instituto: baloncesto, para ser preciso. Pero en cuanto pisó la universidad nunca más volvió a tocar un balón de algo. O hacer algún tipo de ejercicio relacionado con piernas. Lo que más le interesaba era su torso.

Algo que ahora no podía sacarle el provecho que quisiera.

Continuó pegando puñetazos durante unos minutos hasta que escuchó una madera crujir a su espalda.

Estaba preparado, había logrado agilizar el oído, así que dio una vuelta con brusquedad esperando lo peor. Pero no era nada. Sólo se trataba de Brooke.

—Eh, reina del drama.

La chica lo miró durante unos segundos con expresión de sorpresa. Pero luego, ésta cambió y se tornó seria y encaminó hasta él con paso seguro.

Antes de que él pudiera defenderse de algo que no sabía, Brooke tomó su cara entre sus manos y lo besó sin previo aviso.

La situación tomó por sorpresa a Franklin. Nunca llegó a pensar que ella lo besaría, pero se dejó llevar y situó sus manos en la cintura de la chica. Había tenido ganas de besarla desde los primeros días que se encontraba en el refugio.

Pero entonces, volvió a la realidad y se separó de ella unos centímetros.

—¿Qué haces?

—No estropees el momento —fue lo único que respondió antes de volver a besarlo.

Estuvieron así durante unos minutos. ¿Cuántos? Ninguno de los dos tenía idea.

Las manos de Frank viajaron de la cintura de la chica a su cadera y presionó más su cuerpo con el suyo.

Luego, Brooke cortó el hechizo.

—¿Por qué? —Preguntó el muchacho.

—Tú impediste que Mark nos robara. Siempre quisiste ayudarnos, pero yo te menos precié.

Frank esbozó una pequeña sonrisa traviesa.

—Admite que tenías ganas de besarme.

La chica puso los ojos en blanco y se encogió de hombros.

Él tomó su barbilla para así poder volver abesarla.

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