Capítulo 23

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Era su turno de hacer la guardia por la noche. Bueno, también estaba con Cass. Aunque ésta parecía más metida en sus pensamientos que otra cosa.

—¿Quieres que hablamos sobre algo?

La chica lo miró. Frank juró que si no la conociera, sus ojos grises le hubieran dado miedo. A la luz de la luna, estos parecían blancos por completo.

—¿Qué quieres con mi amiga exactamente?

Cuando la vio sonreír supo que lo preguntó de coña. O al menos no con malas intenciones.

Así que se encogió de hombros.

—No se encuentra una chica así en estos tiempos. Siempre me atrajo. Así que, ¿por qué no?

Cass rió entre dientes. No había tenido la oportunidad de hablar con ella muchas veces; se sentía cómodo que las cosas se estuvieran desarrollando así.

—¿Qué es eso? —Musitó de repente la chica.

Frank también lo vio. No solían pasar zombis por aquella calle. Mayormente las calles se encontraban desiertas porque aprovechaban a matar a todo aquel que veían.

Pero ahí estaba: caminando con lentitud por la calle. Se notaba que el invierno estaba al caer por los movimientos que hacía este.

El chico tuvo el instinto de poner el francotirador en su trípode y usar la mira.

—¿Qué ves? —Preguntó Cass.

Pero él no pudo hablar.

Hacía casi cinco semanas que Mark los había dejado, pero ahí estaba, deambulando sin razón por la calle. Convertido en un zombi. Por la apariencia que tenía, Franklin dedujo que no tendría más de pocos días.

—¿Tiene el silenciador? —Preguntó el chico, más para sí que para Cass, ya que se fijó él mismo.

Comprobó la mira otra vez.

Por un segundo, sintió que el Mark zombi se paraba a verlo, como si el Mark sano siguiera ahí.

Pero no se quedó a comprobarlo.

Apretó el gatillo.

Mark calló al suelo.

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