Capítulo 6

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Tres meses después...


El tiempo todo lo cura y todo lo muda.
Estos meses han sido una locura; los síntomas del embarazo han disminuido y mi pancita crece y crece para mostrarse al mundo.
Mis padres han estado muy pendiente de nosotros. De igual forma, también lo están con los preparativos de la boda de Lía. Estos meses no hemos hablado mucho. En ocasiones, en casa de mis padres. Austin y yo hemos asistido poco. Alexeyn estuvo muy insistente con sus llamadas y textos. Después de un tiempo, se dio por vencido y no lo volvió a hacer. Gracias a que Austin ha estado muy pegado a mí, no intentará acercarse.
Es viernes, Austin y yo nos encontramos acostados en el sofá de la sala viendo la serie The Resident, la cual se ha vuelto nuestra favorita.
—Conrad aparenta ser un chico duro, pero su lado bueno siempre sale a flote —comenta Austin—. Al principio no me caía nada bien.
—Desde que vi el primer capítulo me gustó Conrad, aunque Dovan es un amor de persona también.
Tomo una palomita del recipiente y la tiro para golpear su rostro.
—¡Oye! ¿Me estás agrediendo? —Hace un gesto de ofendido.
—No seas llorón. —Vuelvo a tirarle una—. Es solo una palomita.
—Ah, ¿sí? —Se acerca a mí y empieza a hacerme cosquillas—. Veremos quién es el llorón.
Me levantó del sofá y corro hacia la habitación. Austin me sigue. Cuando estoy por llegar al cuarto, me atrapa, logrando hacerme caer encima de él sin lastimarme.
—Eres un tonto. —Golpeo su pecho. Ríe y me mira—. Eres muy hermosa, Emm. —Coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja mientras me escruta con dulzura.
Mis mejillas se tiñen de rojo y mis ojos quedan hechizados al ver sus los suyos, que son preciosos.
—Dime que sí —susurra mirándome a los ojos—. Dime que sí, Emm.
—¿Qué?
—Sabes que me gustas mucho, Emm. Ya no puedo seguir callando esto que siento por ti, hermosa.
—No te quiero lastimar, Austin. Eres un chico maravilloso, lo sabes.
—¿Sientes algo por mí? —musita cerca de mis labios. Me pone nerviosa—. Dime, Emm.
—Me gusta estar contigo. Me encanta tu sonrisa y lo lindo que eres conmigo. Pero tengo miedo a que esto no funcione y salgas lastimado.
—Déjame intentarlo. Prometo hacerte la mujer más feliz de este mundo,
Emm.
No quiero lastimarlo. Es un hombre maravilloso. No puedo negar que ya no lo veo solo como un amigo. Me gusta estar con él. Me gusta que sea tan atento y dulce conmigo. Me encanta verlo sonreír o mirarme con dulzura.
Es hora de que yo empiece a seguir con mi vida. Es hora de ser feliz.
Austin es la persona indicada para eso.
Sus ojos esperan una respuesta. Me inclinó más hacia delante y lo miro a los ojos. Poco después, contemplo sus labios. Me acerco con lentitud y uno nuestros labios en un dulce beso. Sus manos sostienen mi rostro. Se separa y me muestra una radiante sonrisa.
—Eres las segunda persona más importante en mi vida en este momento, Emm —manifiesta.
—¿Quién es la primera?
—Aquella personita que llevas en tu vientre. —Lo acaricia—. Ustedes dos son mi vida. Prometo cuidarlos siempre.
Enredo mis brazos en su cuello y lo atraigo hacia mí para unir nuestros labios de nuevo. Sus manos bajan para sostenerme por la cintura y me pegan más a su cuerpo. Mi cuerpo empieza a calentarse. El beso pasa de tierno a ser más fogoso. Empieza a besar mi cuello y baja hasta llegar a mis senos. Su tacto hace que suelte un leve gemido.
—Debemos parar, hermosa —murmura sobre mi piel—, o luego no podré detenerme.
Suspiro y trato de recuperar el aliento. Últimamente cargo las hormonas a mil y hasta el mínimo toque me pone caliente.
—Discúlpame. Debo culpar a mis hormonas por esto.
Sonríe y me da un beso en la frente.
—Yo culpo lo mucho que me encantas. Aunque me gustaría haber seguido, tenemos que llegar puntual a la cita con la médica, y eso es en una hora.
Observo el reloj. En efecto, falta una hora. Tumbo a Austin, me levanto y camino hacia mi armario para buscar que colocarme.
—No pensé que era tan tarde —chillo emocionada—. Esta cita es muy importante. Lo sabes, ¿no?
—Claro. Al fin sabremos si es niña o niño. —Se acerca y besa mi coronilla—. Voy por las llaves del auto. Te espero en la sala. —Sale de la habitación.
Continúo mi búsqueda en el armario. Escojo una falda floreada junto a una camisa sin mangas de color negro. Me deshago de mi ropa holgada y me coloco la ya escogida. Peino mi cabello y lo recojo en una coleta alta. Agarro mi bolso y salgo de la habitación. Encuentro a Austin ya parado en la puerta esperándome.
—¿Todo listo? —cuestiona sonriente.
—Sí, todo listo.
Salimos del departamento, subimos al auto y nos dirigimos a la clínica, que está a una medía hora de donde vivimos. Llegamos, entramos y vamos a recepción. La recepcionista nos dice que la médica ya nos está esperando. Austin le da unos toques a la puerta.
—Pasen.
Entramos.
—Buenas tardes, doctora. Lamentamos la tardanza —dice Austin apenado.
—No se preocupen, llegaron a tiempo. —Nos hace una seña para que tomemos asiento—. Bien, Emma, ya tienes diecisiete semanas de embarazo, eso quiere decir que ya entraste en el segundo trimestre. Tu bebé se empezará a mover y a dar pataditas para hacerse sentir. También puede oír las voces en el exterior, así que les recomiendo que le empiecen a hablar para que vaya reconociendo la voz de sus padres.
Austin sujeta mi mano y sonríe al verme tan feliz.
Saber que podré empezar a sentir las pataditas de mi bebé me llena de mucha felicidad. Estos meses he deseado que el tiempo pase rápido para tenerlo en mis brazos y llenarlo de besos.
—Eso es una magnífica noticia, doctora. —Río—. Me llena de emoción saber que falta poco para tener a mi bebé en mis brazos.
—Es una etapa muy bonita, Emma. Disfrútala. —Me sonríe—. Necesito que sigas alimentándote bien. ¿Estás tomando las prenatales?
—Todo los días sin falta, doctora —contesta Austin—. Estoy al pendiente de todo respecto a su alimentación.
—Un padre muy preocupado. —Reímos—. Está muy bien que el papá también esté al tanto de todo. —Teclea en su computador. Se levanta y se dirige hacia la máquina—. Bien, Emma, necesito que te recuestes aquí y alces un poco tu blusa.
Austin se levanta y me tiende la mano, ayudándome a levantarme. Camino hasta la camilla tomada de su mano y con su ayuda hago todo lo que la médica me pide. Coloca un gel transparente sobre mi vientre y empieza a mover aquel aparato sobre él. En la pantalla aparece la imagen de mi bebé con rapidez. Como en la última cita, puedo verlo con detalle, pero esta vez un poco más grande.
—Creo que alguien creció —bromea Austin—. Recuerdo haberlo visto más pequeño la última cita.
—Así es —responde la médica—. Está empezando a crecer y a tomar peso. —Mueve el artefacto y sonríe—. ¿Listos para saber qué va a ser?
Miro a Austin, que toma mi mano y asiente con una sonrisa. La médica me observa. Asiento llena de nervios.
—Bien, papás, los felicito. Dentro de poco tendrán a un pequeño corriendo en su hogar.
—¿Es un niño? —suelto emocionada—. ¿Voy a tener un niño?
—Así es. Felicitaciones. Por lo que se ve aquí, es un niño muy sano y fuerte.
Austin sonríe, se acerca y me roba un beso.
—¿Estás contenta?
—Muy contenta, ¿y tú?
—También lo estoy, hermosa. Al fin tendré a alguien a quien enseñarle fútbol.
Reímos emocionados.
La médica determina el ultrasonido y nos confirma que todo está bien, me da las indicaciones de siempre y me entrega la receta para comprar mis prenatales correspondiente a este mes. Imprime la ecografía y nos la entrega.
Nos despedimos hasta la siguiente cita y salimos del consultorio contentos por la noticia.
—¿Podemos ir a casa de mis padres? Quiero darles la noticia.
—Claro. Creo que tu padre saltará de emoción al saber que tendrá un nieto. —Me sujeta por la cintura y caminamos en dirección al auto—. Al fin un hombre en la familia.
—Tienes razón, mi padre se pondrá cómo loco.
Me abre la puerta del auto y me ayuda a colocarme el cinturón de seguridad. Sube y lo coloca en marcha con dirección a casa de mis padres.
Al llegar, vemos el auto de Lía estacionado. Suspiro y trato de controlar los nervios que están por salir.
Hace semanas fue la última vez que vi Alexeyn. Aquella vez evité cualquier contacto con él. Sé que está muy molesto porque no respondo sus llamadas, pero no puedo hacerlo, ya que es el prometido de mi hermana. Ahora mucho menos voy a lastimar a Austin de tal manera.
Austin se estaciona a un lado, sale del coche y me ayuda a bajar. Tocamos el timbre de la casa. Después de unos segundos, se abre para dejar ver a mamá.
—Cariño. —Me abraza—. Me alegra tanto verlos. —Me da un beso en la mejilla.
—Hola, mamá. También nos alegra verte. —Le sonrío y la abrazo.
—Señora Agnes… —Mi madre le da una mirada acusadora—. Disculpe, Agnes. Me alegra mucho verla.
—Igualmente, hijo. —Le da un abrazo—. Cada vez estás más guapo.
Pasen.
Entra y nosotros vamos detrás de ella.
Mi padre está en la sala con mi hermana y Alexeyn conversando. Al verme, se levanta del sillón y me abraza.
—Mi solecito, me alegra tanto verte. —Me da unos besos en las mejillas.
Austin ríe—. Ya extrañaba ver esa hermosa pancita. ¿Cómo has estado?
—Muy bien, papá. Acabamos de salir de mi cita con la ginecóloga.
Alexeyn me observa. Su mirada no se aparta de mi vientre.
—¿Te sucede algo? ¿Te sientes mal? —se alerta.
—No se preocupe, señor Emil, solo era el control mensual. Además, le tenemos una maravillosa noticia. —Austin me sujeta por la cintura y me sonríe, alentándome a contarle.
—Vas a ser abuelo de un niño, papá.
Mi madre pega un grito de emoción y mi padre se queda como piedra.
—¿Hablas en serio, hija? —Asentimos—. Voy a tener un nieto. ¿Estás escuchando, Agnes? Voy a tener un nieto, ¡un nieto!
Mi padre carga a mi madre de la emoción. No deja de gritar que tendrá un nieto.
Mi hermana se levanta de su puesto con su prometido y me abraza.
—Felicitaciones a ambos.
—Gracias, Lía —respondo sin ningún tipo de expresión.
—Felicitaciones. —Alexeyn me da la mano.
Cuando se la aprieto, se la ofrece a Austin.
Mi madre y mi padre se acercan a nosotros para felicitarnos. Mi madre empieza a decir que ya puede comenzar a tejer ropita de lana a su nieto al saber que será un varón. Por un momento toda la atención está puesta sobre nosotros. Un estruendo hace que nos giremos.
—¡Lía! —Mi madre corre hacia donde está mi hermana en el piso desmayada. Alexeyn está junto a ella—. ¿Qué pasó?
—Se levantó, tuvo un mareo y luego se desplomó —contesta nervioso.
Mi padre se acerca junto a Austin y ayudan a recostarla sobre el sillón . Mi madre va por el botiquín y mi padre va por el teléfono para llamar a una ambulancia.
—Espera, papá. —Lo tomo del brazo—. Esperemos que regrese mamá con el alcohol. Cuando Lía lo huela, despertará.
—Puede ser algo grave, Emma.
—Solo esperemos unos minutos, papá.
Mi madre regresa con el botiquín. Saca el alcohol, coloca un poco sobre un algodón y lo pasa bajo su nariz. Después de unos segundos, Lía empieza a reaccionar. Parece un poco ida. Luego de recuperar el conocimiento, se sienta con ayuda de Alexeyn.
—¿Qué ocurrió? —pregunta desorientada.
—Te desmayaste, cariño —le responde mi madre preocupada—. No estás alimentándote bien. ¿Por qué te desmayaste?
Mi hermana me observa y yo solo niego. Me acerco a Austin y lo abrazo.
Alexeyn me contempla. Cuando ve la mueca de desilusión que hago, parece preocuparse.
—Lía, ¿qué pasa? ¿Me estás ocultando algo? —Intercala una mirada entre las dos.
—Siento preocuparlos. Debí decirles desde que lo supe. —Mis padres la miran preocupados—. Papás, cariño, estoy embarazada.
Mi madre se lleva las manos a la boca por la impresión y mi padre sonríe.
Lía se levanta y se tira a los brazos de Alexeyn, que parece estar en shock por la noticia.
Una lágrima cae por mi mejilla. Sonrío para intentar ocultarla.
Alexeyn me observa y yo solo niego con un gesto de decepción.
Decepción porque una vez más me mintió. Decepción por todo lo que pasó. Quizá decepción porque muy en el fondo de mi corazón pensé que en un futuro podríamos solucionar todo. Nada de eso ya no es posible. Es tiempo de que él sea feliz con Lía. Él lo decidió así.
Un mejor tiempo llegó para mí y con él un buen hombre. Con Austin estoy decidida a formar una familia y a ser completamente feliz a su lado. Austin se merece todo lo bueno de parte mi parte. Estoy decidida a dárselo todo. Sé que en muy poco tiempo este sentimiento de cariño pasará a ser uno de amor verdadero.

Mi Pequeño  Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora