Capitúlo 11

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Hay momentos en la vida que solo bastan unos segundos para perder aquello que amas tanto.
Si alguien me hubiera preguntado hace unos meses cómo me imaginaba en un futuro, hubiera dicho que en la universidad, con mis compañeros, en fiestas fiestas y sin ningún tipo de preocupación. Si me lo hubieran preguntado cuando estaba con Alexeyn, hubiera contestado “Viviendo felizmente a su lado”. Habría terminado mi carrera, estaríamos casados y pronto tendríamos una familia. Sin embargo, jamás se me hubiera pasado por la mente que mi escenario sería este, que mi vida estaría llena de lágrimas, sufrimiento y drama.
Parece que mi vida es un libro, de esos que encuentras hoy en día en esas plataformas digitales donde los jóvenes leen.
Todo está cayendo como una avalancha de nieve sobre mí. A medida que el tiempo pasa crece más y más.
Mi mayor apoyo todo este tiempo ha sido Austin. Desde que éramos unos niños, era como mi superhéroe. Si me raspaba, él estaba ahí para curarme y cuidarme. En tercer grado, un niño trató de cortar mi cabello y él salió a defenderme. En la secundaria, un idiota trató de besarme a la fuerza y Austin, sin pensarlo dos veces, se abalanzó contra él para golpearlo. Desde entonces, sabían que no podían propasarse conmigo, pues él siempre estaba a mi lado para defenderme.
Sin duda alguna, siempre he tenido un cariño por él. Desde que regresó de Alemania me ha dado más que su apoyo y su cariño. Empecé a verlo con otros ojos. Dejé de verlo como un amigo y empecé a percibirlo cómo el hombre cariñoso y atento que es conmigo. Me encanta estar con él y me gusta como hombre. Siento que lo quiero y adoro, pero no puedo mentirme, es mucho más fuerte lo que siento aún por Alexeyn. Me maldigo por ello, ya que no quiero lastimar a ninguno de los dos y, en este caso, menos a Austin.
Llego a casa. Estaciono el auto en el aparcamiento del edificio, saludo al portero y subo al elevador con rapidez, no sin antes marcar el piso 2.  Luego de unos segundos, el elevador abre sus puertas. Salgo de él y camino hacia la puerta de mi apartamento. Busco las llaves en mi bolso. Cuando las hallo, las introduzco en las ranuras de la puerta y giro de ellas. Entro al fin a mi humilde morada. Lo primero que me recibe es el olor de un delicioso pollo que se hornea. Cierro los ojos e inhalo el aroma tan exquisito que inunda todo el piso.
—Parece que a alguien le gusta lo que huele. —Abro los ojos y sonrío al ver a Austin parado en el umbral de la cocina vestido aún de oficina con un delantal—. ¿Qué tal tu tarde, hermosa?
—¡Muy bien! —Sonrío y camino hacia él—. Después de tanto pensarlo, decidí ir esta tarde a matricularme a la universidad nuevamente. Después de hablar con la rectora, me dieron la oportunidad de reintegrarme a partir de mañana.
—¿En serio? —Asiento con una sonrisa—. Que buena noticia, hermosa. Se acerca, me abraza y sonríe contento. Sabía que la noticia le agradaría. Desde que se lo comenté, me dijo que tenía todo su apoyo.
—Eso sí, la rectora me advirtió que solo me dejará asistir hasta cumplir los ocho meses. Si se entera de alguna complicación, entonces no me dejará regresar hasta después de un mes de haber dado a luz.
—Estoy de acuerdo con ella. —Asiente y me mira serio—. Debes cuidarte mucho, Emm, al igual que a este pequeñito que llevas en tu vientre. Sabes que tendrás mi apoyo siempre y cuando ambos estén bien y no tengan ningún tipo de complicación.
—Te lo prometo. —Levanto mi mano derecha en señal de promesa—.
Ahora, ¿podemos festejar comiendo ese delicioso pollo que preparaste? —¿Cómo sabes que es pollo? —Arqueo una ceja.
* * *
—Sabes que soy buena detectando olores. —Sonrío y hago una mueca, como si sacudiera mis hombros—. Más si se trata de comida.
Suelta una carcajada.
Me río.
Caminamos hacia la cocina. Lo ayudo a terminar de preparar la cena.
Al terminar, tenemos listo un delicioso puré de papas y vegetales al vapor.
Después de sentarnos a cenar y platicar sobre nuestro día con tranquilidad, lavamos y limpiamos la cocina para luego ir a nuestro dormitorio a descansar. Se deshace de su ropa de trabajo y camina hacia el cuarto de baño para darse una ducha. Decido buscar mi pijama y mi ropa interior para dormir.
Cuando estoy a punto de caminar hacia el otro extremo del dormitorio, mi teléfono suena. La pantalla se enciende para anunciar la llegada de un mensaje. Camino hacia la mesita de noche donde se encuentra. Lo desbloqueo y entro con rapidez a la bandeja de mensajería instantánea; se trata de un mensaje de Alexeyn citándome mañana a las 12:00 p.m. en un café en la parte norte de la ciudad.
Escucho la puerta del baño abrirse. Austin sale ya vestido con su ropa de dormir. Apago el teléfono, lo coloco donde estaba y camino hacia al baño. Paso a su lado con una sonrisa. Me deshago de mi ropa y la coloco en el cesto. Entro a la ducha, abro el grifo, coloco el agua caliente y la dejo caer en mi pancita mientras la froto con cariño. Luego de unos segundos, la dejo caer en todo mi cuerpo. Me enjabono para después retirar todo resto de ella de mi cuerpo y así salir a colocarme mi pijama.
Cuando salgo del cuarto de baño, ya Austin está acostado en la cama. Cierra su laptop y la coloca en la mesita de su lado de la cama.
—Emm, cariño, ¿mañana asistirás a la U entonces? —Asiento y me acuesto a su lado—. Bien. Si te sientes mal o tienes alguna complicación, llámame, ¿de acuerdo?
—No te preocupes, me siento perfectamente bien. —Le doy un beso fuerte en la mejilla—. Si pasa algo, entonces ten por seguro que serás la primera persona que llamaré.
—¡Bien! —Sonríe y me abraza—. Esa es mi chica.
Reímos ante sus palabras y nos acomodamos en la cama para luego apagar la lámpara de la habitación, dejándola en la oscuridad por completo.
Siento sus brazos enroscarse en mi cintura y sus manos acariciar mi vientre; empieza a darle caricias leves. Entretanto, entona una canción que nos gustaba de niños.
—¿Emm?
—¿Uhm?
—Cariño, solo quiero que sepas que, si tú eres feliz, yo también lo soy —susurra en mi oído y besa mi sien.
—¿Por qué me lo dices? —curioseo—. ¿Pasa algo?
—No, hermosa, solo quiero que lo tengas presente. —Deja su cabeza sobre mi hombro—. Buenas noches, Emm. —Buenas noches, Austin.
* * *
El reloj marca las once.
La mañana ha sido bastante tranquila desde que llegué a la universidad.
La verdad, no me ha costado nada reintegrarme a ella. Aunque algunos compañeros y profesores se han asombrado por mi embarazo, me han deseado lo mejor. En lo que han podido, me han ayudado para ponerme lo más corriente posible.
Salgo de mi última clase de contabilidad. De repente, algo choca contra mí. Los libro que llevaba en mis manos caen y una chica se estrella contra el duro piso del pasillo.
—Lo siento. En serio, lo siento. Juro que no te vi. —Extiendo mis manos y la ayudo a levantarse—. Soy muy torpe en ocasiones. Perdóname.
—No, no te preocupes, fui yo la que no te vio. —Se levanta y acomoda sus gafas—. Debo disculparme contigo. Casi te ocasiono un accidente, y eso sí hubiera sido aterrador.
—No te preocupes. —Sonrío—. Soy Emma, pero mis amigos me dicen Emm, ¿y tú?
Acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja.
La observo de arriba abajo. Me parece bastante agradable y sencilla.
—Soy Nicole. Soy nueva en la universidad, al igual que en la ciudad. — Me extiende la mano—. Es un placer conocerte, Emm.
—Eso pensé. Cualquier cosa que necesites, solo dímelo. Estaré encantada de ayudarte.
—De hecho, sí. —Saca de su maletín un papel—. ¿Sabes dónde queda el salón de este profesor?
Miro la hoja con cuidado y me doy cuenta de que cursa el mismo año de universidad que yo. La mayoría de sus clases son a la misma hora que las mías, lo que nos vuelve compañeras.
—Es la clase del profesor Harris —le devuelvo la hoja y sonrío—, pero se retrasó y decidió cambiar su clases para la primera hora de mañana.
—¿Ves clases con él? —curiosea. Sonrío y asiento—. ¡Estupendo! Al menos ya conozco a una compañera de carrera.
La invito a tomar una malteada en la cafetería. Al sentarme y conversar con ella, me doy cuenta de que es una chica extrovertida y graciosa. Su cabello castaño y sus ojos verdes hacen verla extremadamente hermosa, al igual que su color de piel. Miro la hora en el reloj; falta media hora para las doce. Me debato entre hacerle caso al mensaje de Alexeyn o no. Luego de pensarlo un momento, me decido en no ir y quedarme platicando con Nicole.
Después de conversar un poco de nuestras vidas, intercambiamos números y quedamos en vernos mañana en las clases que nos toca juntas. Caminos al parqueadero. Empiezo a rebuscar en mi bolso las llaves de mi auto entre mis cosas. Al encontrarlas, alzo la mirada. Me quedo en shock al ver a Alexeyn recostado en mi auto con los brazos cruzados.
—¿Alex? —Nicole sonríe sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
—¿Nicole?—Se incorpora y se acerca—. ¿Eres tú?
Se miran con una sonrisa.
Me quedo parada sin saber qué decir o hacer ante la incómoda situación en la que me encuentro.
¿Quién es ella? ¿Alexeyn de dónde la conoce?

Mi Pequeño  Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora