Capítulo 18

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En este momento acabamos de aterrizar en Miami. El corazón me late a mil de solo pensar en cómo vamos a enfrentar esto y qué sucederá más adelante. La noche de ayer recibí una llamada de parte de Austin. Aunque lucía un poco preocupado, le dije que me encontraba en perfectas condiciones. Sin poder aguantarlo más, también le comenté que hoy lo espero en el departamento, donde tengo que conversar un tema bastante delicado con él. Pese a que supo saber de qué se trata, le respondí que lo sabría hoy.
Mi corazón duele al saber qué es lo que hablaré con él, pero no puedo seguir haciéndole esto cuando él puede tener la oportunidad de encontrar a alguien que lo ame de verdad, tal como se lo merece. Luego de hacer todo el papeleo, salimos del departamento. Una camioneta nos espera a Nicole, a Alex y a mí. Nicole insistió en venir con nosotros, pues debe ir a la universidad por un llamado que le hicieron y ver su departamento.
La camioneta llega a mi edificio y se estaciona frente a él. Alex se baja de ella y me ayuda a subir mi maleta.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto sola? —Me mira preocupado—. Yo podría acompañarte. Los dos podríamos hablar con él.
—Necesito hacer esto sola, Alex. —Acaricio su mejilla—. Tu presencia solo empeorará las cosas. Te llamaré para luego ir a casa de mi padres.
Suspira no del todo convencido y asiente. Después deja un beso en mi frente y se sube al auto, marchándose en él.
Entro a mi departamento, dejo mi bolso y las llaves en la mesita junto a la puerta, camino hacia la habitación y coloco mi maleta en el armario. Escucho la puerta principal abrirse, por lo que salgo. En la sala me encuentro a Austin con una sonrisa en su rostro. Al verme tan seria su gesto cambia. Ya se dio cuenta de que es algo serio.
—¿Qué sucede? —Deja las llaves sobre la mesita de la entrada—. ¿Pasó algo malo?
—Necesito ser sincera contigo, Austin. —Suspiro—. ¿Podemos sentarnos para hablar mejor?
Asiente.
Ambos caminamos hacia la mesa del comedor, donde nos sentamos. Quedamos frente a frente
—Antes de que digas algo, quiero que sepas que no tienes por qué sentirte mal por nada, ¿entendido? —Agarra mis manos.
Asiento levemente.
—Cualquiera mujer estaría feliz de tener a un hombre como tú a su lado; cariñoso, atento y muy caballeroso. Lastimosamente, no podemos seguir con esto, Austin. A pesar de que te quiero, no te amo y no creo que lo vaya a hacer porque en mi corazón sigue estando Alex, y eso no lo cambiará nadie. Por eso pienso que tú no mereces que yo te haga esto y que es mejor terminar.
—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —Me contempla—. ¿Qué te hizo cambiar tan drásticamente de opinión?
—El enterarme de toda la verdad respecto a lo que pasó entre Alexeyn y mi hermana. El tenerlo cerca me hizo darme cuenta de que jamás podré dejar de amarlo.
—¿La verdad? —Me mira confundido—. No estoy entendiendo nada,
Emm.
—Alexeyn y Lía se iban a casar por un contrato que ella firmó con el padre de Alex. Si él no se casaba con ella, la empresa pasaría a sus manos, aparte de que el hijo que espera no es de Alexeyn, sino de su hermano ,Andrés.
Se levanta de la mesa y empieza a caminar en círculos en la sala. Por un momento se detiene y se vuelve a sentar.
—¿Quién te contó todo esto? ¿Cómo puedes estar segura de que todo lo que me acabas de decir es cierto?
—Porque Alexeyn me lo demostró con pruebas y ayer Lía me lo terminó de confirmar. —Suspiro—. Ella ya sabe toda la verdad respecto a Alex y a mí. Al parecer, siempre lo ha sabido.
—Es que me cuesta creer todo lo que me estás contando. —Peina su cabello—. No puedo creer que tu hermana haya sido capaz de todo eso. —A mí también me cuesta trabajo creerlo, pero es la verdad —¿Tus padres ya lo saben?
—No lo sé, pero tengo pensado ir con Alex esta misma tarde a su casa y contarles toda la verdad, si es que Lía no se nos adelantó.
—Emm, te dije que tu felicidad siempre será la mía. —Se levanta de su puesto y se coloca de cuclillas frente a mí—. Si él te hace completamente feliz, entonces yo no pienso entrometerme en eso. Espero que estés segura de lo que haces y de que él no te vuelva a lastimar, porque entonces esta vez sí lo mato y me los llevo a ambos conmigo, ¿de acuerdo?
Mis ojos se llenan de lágrimas. Sin poder aguantarlo más, me tiro sobre él, abrazándolo con fuerza.
—Lamentó no haberme enamorado de ti, Austin —susurro entre lágrimas—. Eres un gran hombre. Mereces toda la felicidad del mundo. Perdóname, nunca fue mi intención hacerte esto.
—Hermosa, no me has hecho nada. —Acaricia mi cabello—. Bueno, sí, me hiciste feliz el tiempo que me dejaste estar a tu lado, y eso nunca lo cambiaría por nada, así que no llores. Ustedes siempre serán importantes en mi vida.
—Muchas gracias. Muchas gracias por hacerme feliz todo este tiempo. Nunca voy a poder olvidar todo lo que hiciste por mí.
—Prométeme algo —me hace verlo a los ojos—, prométeme que pase lo que pase siempre me vas a tener en cuenta cuando estés en apuro, ¿está bien? —Asiento y sonrío—. El que esto haya acabado no significa que no voy a seguir pendiente de ustedes. Quiero seguir a tu lado como el amigo que siempre he sido si tú me lo permites.
Sonrío y acaricio sus mejillas. En su corazón hay tanta bondad que a veces tengo miedo de que alguien más lo lastime.
—Por supuesto que quiero que sigas a mi lado como mi mejor amigo, que siempre has sido. Moriría si pierdo tu cariño y tu amistad.
—Eso nunca pasará, hermosa. —Deja un beso en mi frente—. Te quiero mucho, y lo sabes. —Se yergue.
Me levanto de mi silla y lo abrazo.
Aunque él no lo quiera demostrar, sé que mi decisión lo ha lastimado, pero no podía seguir con esto. Más adelante lo hubiera lastimado más, y es lo que menos quiero.
—Yo sé que pronto encontrarás a una mujer que te ame como te lo mereces —susurro.
—No tengo prisa con eso, llegará en su momento exacto. —Me mira a la cara con nostalgia—. Me causa cierta incertidumbre el saber cuál será la reacción de tus padres al conocer toda la verdad.
—Tranquilo, no creo que vayan a tomar represalias contra ti.
—No lo digo por mí, lo digo porque no quiero que vayan a culparte de algo en lo que sabemos que no eres culpable.
—Solo espero que me puedan escuchar y que Lía no les haya envenenado la mente.
—Entonces ¿Lía se quedará con las empresas del padre de Alexeyn?
—No lo sé —me sincero—. A decir verdad, tampoco me gustaría que Alex perdiera lo que a su padre tanto trabajo le costó por culpa de las malas mañas de mi hermana.
—Si Alexeyn es bastante inteligente, sabrá cómo ingeniársela. —Acaricia mi brazo—. No sientas culpa de nada, Emm, eres la más inocente en todo esto.
Me cuenta sobre su viaje fuera del país. Él y los nuevos inversionistas planean abrir una nueva sucursal en la Ciudad de México. De ser así, él tendrá que irse unos meses del país, pues será quien se haga cargo de ella. Le cuento todo lo sucedido en la casa de los padres de Alexeyn con Lía, sobre su hermano y más detalles de todo lo que ha hecho ella. Sigue igual de sorprendido que yo. Pasan las horas y mi teléfono empieza a sonar. Se trata de Alex. Decido no contestarle por el momento y seguir hablando con Austin.
Pasada una hora, el timbre del departamento suena. Austin camina hacia la puerta para abrirla. Por un momento escucho silencio, así que salgo de la habitación para ver de qué se trata. La sala se encuentra vacía. Camino hacia la puerta y la abro. Austin habla en el pasillo con Alexeyn. Los dos tienen miradas serias.
—¿Puedo saber qué hacen aquí afuera? —indago un poco preocupada y los miro de pies a cabeza.
—No pasa nada —contesta Austin serio—. Solo quería decirle una palabras a Alexeyn antes de marcharme. —Entra al departamento y luego sale colocándose su chamarra de cuero—. Debo arreglar algunos asunto en la empresa antes de irme. —Deja un beso en mi frente—. Ya sabes, cualquier cosa solo llámame. Cuentas con mi apoyo.
Asiento.
Camina hacía el elevador sin mirar atrás.
—Austin —se gira y me observa—, te quiero mucho, tonto.
—Yo te quiero mucho más, pequeña.
Sube al elevador y marca en el tablero. Las puertas se cierran y él se marcha del piso.
Miro a Alexeyn por un momento tratando de buscar algún tipo de gesto de molestia en sus facciones, pero su rostro está completamente sereno.
—¿Cómo lo tomó?
—Mejor de lo que yo esperaba. —Suspiro y me acerco a él—. ¿Qué hablaban?
—Solo me pidió prometerle una cosa. Pienso cumplírsela. —Coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y me sonríe.
—¿Qué?
—Me hizo prometerle que los cuidaré con mi vida, y eso es lo que haré. —Deja un casto beso en mis labios y me abraza.
* * *
Ahora vamos en el auto de Alex. Estamos a escasos segundos de llegar a casa de mis padres. Llevo el corazón en la boca. Mi cuerpo empieza a sudar y me siento inquieta.
Alex se estaciona frente a la casa de mis padres, apaga el motor del auto, suelta su cinturón y toma una de mis manos.
—Todo estará bien, nena. —Deja un beso en la palma de mi mano—. Llegó la hora de que todos sepan la verdad realmente.
Asiento y me suelto el cinturón de seguridad. Alex se baja del auto y camina hacia mi puerta con rapidez, la abre y me ayuda a bajar. Suspiro con pesadez y camino sujetada de su mano hacía la casa de mis padres. Toco el timbre. Luego de unos minutos, escucho cómo la puerta se abre. En ella se encuentra mi padre, el cual nos mira con seriedad.
—Papá. —Me acerco y dejo un beso en su mejilla.
Mi padre nos hace un gesto con su mano para que entremos.
Cuando entro, lo primero que veo es el rostro de Lía con lágrimas y mi madre abrazándola.
—¿Cómo se atreve a pisar esta casa después de lo que le hizo a mi hija? –Mi madre observa a Alexeyn con odio—. Eres un cínico.
—Las cosas no son como tú crees, mamá —hablo seria—. Nada de lo que te contó Lía es verdad.
—¿Cómo te atreves? —Se levanta enfurecida del sofá, se acerca a mí e impacta su mano en mi mejilla—. Eres una cualquiera. ¿Cómo fuiste a meterte con el prometido de tu hermana?
—¡Basta! —grita mi padre enfurecido—. No te permito que le vuelvas a poner una mano encima a Emma sobre mi presencia, Agnes.
Alexeyn se acerca a mí y me protege entre sus brazos. Mi padre también se acerca y revisa mi mejilla.
—¿Cómo la puedes defender después de lo que le hizo a Lía?
—No puede juzgar sin antes saber las dos versiones, señora —espeta Alexeyn serio—. Así como Lía le contó las cosas a su conveniencia, ¿también le contó que el hijo que espera no es mío, sino de mi hermano?
Mi madre no responde. Mira a Lía y espera que diga algo al respecto.
—Es una mentira —suelta indignada—. Quieren levantarme falsos testimonios para quedar bien cuando los únicos que son unos cínicos aquí son ustedes.
—¿En serio hablas de cinismo? —Me río—. Tú, que hiciste firmar al padre de Alexeyn en un apuro un contrato donde decía que si Alex no se casaba contigo te quedarías con sus empresas.
—¿De qué hablas, Emma? —pregunta mi padre—. ¿De qué contrato hablas?
—Mi padre estuvo a punto de perder su empresa. Necesitaba la firma de un contrato con un nuevo cliente, el cual era padre de una amiga de Lía. Ella le dijo a mi padre que podía hacer que él firmara el contrato si yo me casaba con ella a cambio. De no ser así, la empresa pasaría a sus manos.
—Por eso Alexeyn se iba a casar con ella, para no perder la empresa de su padre y no dejar a su madre y a su hermana sin nada —explico mientras observo a Lía—. Su relación ya había terminado. Sin embargo, Lía les quería hacer creer lo contrario a todos, aparte de que se revolcaba con el hermano de Alexeyn a escondidas.
—Eso es completamente falso —chilla enojada—. Todo lo que acaban de decir es mentira.
—Deja de fingir. —Saco de mi bolso el sobre y lo tiro en la mesa frente al sofá—. Tu teatrito ya se te cayó, Lía.
Mi padre toma el sobre y empieza a sacar su contenido para leer los documentos. Luego saca las fotos, viéndolas todas.
—Todo es un montaje. —Titubea—. Deben creerme, mamá. —Mira a mi madre desesperada—. Nada de lo que han dicho es cierto. Me quieren hacer quedar mal por haber descubierto su secreto.
—Tú lo sabías desde hace mucho tiempo y, aun así, lo callaste. —Alex la observa con rencor—. No te hagas la mosquita muerta, Lía, no con nosotros.
—Pues yo creo ciegamente en mi hija —mi madre se acerca a ella—, y nadie me hará cambiar de opinión.
—Pues es una lástima, mamá —digo decepcionada—. Nunca te has dado cuenta de quién realmente es tu hija. Siempre ha sido tu culpa que Lía sea como es hoy en día.
—Tú no eres nadie para decirme nada, chiquilla incrédula. —Me señala con enojo—. Mírate, embarazada de uno y echándole el encargo a otro. ¿Cómo fuiste capaz de tanto? ¿Cómo fuiste capaz de hablar tan mal de tu hermana?
—Austin sabía toda la verdad y, aun así, me apoyo y me sigue apoyando. El único error que cometimos Alex y yo fue no decir la verdad desde un principio.
—Señora, yo amo a su hija. Nunca lo dejaré de hacer. Me mantendré a su lado mucho más ahora que lleva a nuestro hijo en su vientre.
—Pues yo no estoy de acuerdo —sisea mi madre furiosa—, y nunca lo estaré.
—Con todo el respeto que se merecen tú y papá, no les estamos pidiendo permiso, mamá. Yo ya estoy bastante grandecita como para tomar mis propias decisiones.
—Entonces queda más que claro que no son bienvenidos en esta casa. —Me mira con enojo—. Espero que no vuelvan a pisar esta casa lo que les queda de vida.
Observo a mi padre, que está parado en una esquina de la sala perdido en sus pensamientos. No dice ninguna palabra.
—Así será, Agnes —digo muy segura.
Me acerco a mi padre y dejo un beso sobre su mejilla. Salgo de la casa tomada de la mano de Alex. Trago para intentar contener las ganas de llorar que me abarcan, pero es en vano y termino desvaneciéndome sobre el pecho de Alexeyn. Suelto todo el dolor que llevo dentro.
—Shhh, cálmate, nena. —Besa mi sien—. No te dejes caer, por favor. Debes ser fuerte.
—No puedo creer que mi madre aún sabiendo toda la verdad le crea a ella —suelto entre lágrimas—. No puedo creerlo.
—No dejes que eso te afecte. Ellos ya saben cómo sucedieron las cosas, y es lo que importa realmente. No dejes que eso te haga deprimirte, le hace daño al bebé.
Limpio las lágrimas que por mi mejillas caen y camino hacia el auto. Me abre la puerta de él, ayudándome a subir, para luego sentarse en el asiento del copiloto y colocar el auto en marcha. Maneja hasta llegar al departamento de Nicole, donde ella prepara una cena. Junto a Alex, trata de subirme el ánimo y que olvide todo.
Cuando el reloj está por marcar las siete, mi teléfono empieza a sonar, mostrando un número desconocido.
—¿Bueno?
—Señorita Emma, le habla el señor Luis, el encargado de la administración del edificio donde reside.
—Sí, dígame, ¿sucede algo?
—Señorita, lo que sucede es que las cámaras registraron la presencia de personas desconocidas en su apartamento. El seguridad de la planta, al darse cuenta de qué se trataba, llamó a la policía. Cuándo trató de detenerlos, fue atacado por uno de ellos.
—Pero ¿cómo sucedió? ¿Está grave?
—Por fortuna, está fuera de peligro. La policía se encuentra aquí.
Necesitan su presencia.
—En este momento salgo para allá.
Cuelgo la llamada y me encuentro con las caras de preocupación de Nicole y Alexeyn.
—Nena, ¿qué pasa?
—No lo sé exactamente, solo sé que trataron de entrar a mi departamento. Necesito ir para ver qué pasa. La policía ya se encuentra allá.
—Puta madre. —Nicole camina hacia su habitación y trae su bolso—.
Pero ¿quién carajos quería meterse a tu departamento?
—No lo sé —vacilo nerviosa.
—Entonces vamos.
Agarro mi bolso y salgo del departamento junto a Nicole y Alex. Cuando llegamos al edificio, observamos dos patrullas fuera de él. Subimos al elevador. Al llegar a la planta, hallamos a los policías fuera de mi departamento con el encargado del edificio.
—Señorita Emma —el señor Luis me tiende su mano—, lamento lo sucedido con su departamento. Tratamos de detenerlos, pero lamentablemente nuestro seguridad fue herido.
—¿Cómo sucedió esto? —inquiere Alexeyn serio—. Mi mujer hubiese podido estar sola allá dentro y la hubieran podido herir.
—Alex, debes calmarte. —Nicole lo mira seria—. Por favor.
—No lo sabemos. Al parecer, entraron sin que nadie se diera cuenta. Las cámaras de vigilancia solo los captaron cuando estaban entrando a su departamento. El guardia avisó a la policía, y cuando trató de detenerlo, fue interceptado por uno de los malhechores, quien le disparó en su brazo derecho.
—¿Y cómo se encuentra? —pregunto nerviosa.
—Afortunadamente, se encuentra estable —responde uno de los guardias—. Como entenderá, deberá realizar la denuncia para que podamos seguir con la investigación.
—No se preocupe —Alex le extiende la mano al oficial—, mi abogado se encargará de todo. Por ahora, me llevaré a mi mujer a descansar.
—Estaremos en contacto, señores.
Nos despedimos del oficial y del encargado del edificio. Caminamos hacia el auto. Me subo en él. Alexeyn se queda fuera realizando algunas llamadas.
—¿Quién pudo haber sido? —me cuestiono pensativa—. ¿Qué es lo que querían? Mejor dicho.
—Sea quien sea, lo sabremos pronto. Lo mejor es que nos vayamos de aquí, tía.
—¿Cómo que nos vayamos de aquí? —Me giro y la observo confundida.
—Que regresemos a California. Allá estarás más segura. Estaremos nosotros para cuidarte.
—No, nos podemos ir así. ¿Qué sucederá con la universidad?
—Eso es algo que se puede solucionar, Emma. —Suspira con pesadez—. Además, necesito volver para estar al pendiente de mi madre. Alex necesita estar pendiente de la empresa —entorna los ojos—, más ahora que se vienen los verdaderos problemas legales con Lía y Andrés.
Me lo pienso un poco y asiento. Saco de mi bolso mi teléfono y le mando un texto a Austin contándole lo sucedido en el departamento. Por supuesto, se preocupa un poco. Le cuento los planes de regresar a California con Alex y Nicole. Austin me pide que lo mantenga al tanto de todo, pues en la mañana debe volar a México.
Alexeyn cuelga, guarda su móvil y sube al auto. Me contempla con seriedad.
—Nena, viajaremos esta noche de vuelta a California.
—¿Qué pasará con mi equipaje? Recuerda que mi maleta está en mi departamento.
—Eso es lo de menos, nena. —Toma mi mano y la besa—. Necesito volver para resolver unos asuntos. No te quiero dejar aquí sola.
—De acuerdo —asiento—. ¿Qué pasará con la denuncia?
—En este momento mi abogado se está haciendo cargo de eso. Solo pasaremos al departamento de Nicole por algunas cosas y vamos de vuelta al aeropuerto. El avión nos espera.
Asiento.
Deja un casto beso en mis labios y coloca el auto en marcha. Maneja hasta el departamento de Nicole, donde solo pasamos a recoger sus maletas y unos documentos de Alex. Maneja hasta el aeropuerto. Luego de hacer todo el papeleo, subimos al avión, donde nos pasaremos unas horas de viaje hasta llegar a California.
Los Ángeles, California
Aterrizamos en California alrededor de la medianoche. Fuera del aeropuerto nos esperan dos camionetas. Alex nos indica que nos iremos en la primera. Observo a los hombres que nos rodean y empiezo a sentirme incómoda. Subimos a la camioneta y el chofer coloca el auto en marcha.
—Alex —le susurro—, ¿por qué tanta seguridad a nuestro alrededor?
—Porque creemos que lo que pasó en tu departamento no se trataba de un robo, nena, sino de alguien que quiere hacerte daño.
—¿Quién? —pregunto asustada.
—Eso es lo que estamos investigando. —Me atrae a su pecho y con sus brazos me abraza, dejando un beso sobre mi cabeza—. No obstante, te puedo asegurar que no lo van a lograr, nena.
Asiento y cierro los ojos, dejándome llevar por la sensación de calidez. Descanso un poco. Escucho la voz de Alexeyn llamarme con suavidad.
Abro los ojos y me lo encuentro frente a mí mirándome con una sonrisa. —Nena, llegamos. —Me extiende la mano, que estrecho—. Vamos adentro para que puedas descansar a gusto.
Bajamos del auto y caminamos hacia la entrada de la casa de sus padres. Al entrar, todo se encuentra en silencio. Dos de los chicos de seguridad que venían con nosotros ayudan a subir las maletas. Nicole se despide de nosotros y sube a su habitación para descansar.
—Alex —lo llamo tranquila—, ¿dónde voy a dormir?
—Donde tú quieras, nena. —Coloca sus manos en mi cintura—. ¿Quieres dormir conmigo o en una habitación aparte? —Me mira a la espera de mi respuesta.
Coloco un dedo en mi mentón mientras hago un gesto como si lo pensara.
—Creo que dormiré contigo. —Sonrío—. Además, necesito algo cómodo para dormir.
—Entonces vamos por algo de mi armario para que te lo coloques. —Me toma de las manos.
Subimos las escaleras hacia su habitación. Intentamos hacer el menor ruido posible. Entramos a su habitación; enciende la luz y camina hacia su armario para luego sacar una camiseta ancha y un pantalón chándal, que me entrega. Camina hacia el cuarto de baño. Después de unos segundos, escucho el agua de la regadera caer. Me descalzo los zapatos y los coloco dentro del armario junto a los de Alexeyn. El ruido de la regadera deja de sonar. Luego de unos segundos, Alex sale completamente empapado con solo una toalla amarrada a su cintura. Lo observó de arriba abajo sin ningún tipo de pena. Él me mira con una sonrisa.
—¿Sucede algo? —Se acerca a mí. Niego—. Entonces, ¿por qué me miras así?
—Por nada. —Agacho la mirada—. Me iré a duchar.
Entro al cuarto de baño, cierro la puerta y me recuesto en ella. Trato de calmar mis hormonas.
No puedo creer que el ver a Alex así me haya puesto caliente.
«¿Acaso estoy loca? No, no, no, por supuesto que no. Soy una mujer y tengo necesidades».
Me doy una ducha con agua caliente. Salgo y enrollo la toalla en mi cuerpo. Me miro un momento en el espejo; por una vez en todo este tiempo al fin puedo ver calma y tranquilidad en mi rostro.
A pesar de lo que pasó en mi departamento hace unas horas, me siento tranquila estando cerca de Alex y Nicole. Sin embargo, necesito saber de quién se trata y por qué quería hacerme daño.

Mi Pequeño  Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora