Permiso

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Vaya que Athena estaba preocupada por el paradero de sus caballeros, tan sólo se había ido unos días por asuntos de suma importancia y al regresar no encuentra a la mayoría de ellos. Llamó a Shiryu pero el tampoco sabía del paradero de sus compañeros, él había tenido que ir a una misión junto con Hyoga para asegurar un sello así que no estuvieron por una semana.
Athena estaba comenzando a sospechar de alguno de los dioses del Olimpo, pero ¿Quién podría haber sido? Necesitaba tener a alguien ya concreto para poder ir y no levantar muchas sospechas.

- No puedo creer que haya descuidado el Santuario, no debí haberme ido - dijo la mujer arrepentida.

- Saori no te culpes, nunca podríamos habernos imaginado que algo así pasaría justo en tu ausencia- le dijo el rubio tratando de reconfortar la.

- Deberíamos comenzar una investigación para ver si obtenemos algo, tal vez los caballeros de bronce...- el chino no pudo terminar su idea cuando la diosa se levantó de su lugar.

- No quiero involucrar a alguien más sin estar segura. Por ahora será mejor no llamarlos. Pueden retirarse- al salir los caballeros restantes se miraron entre sí, era una situación estresante para ellos siendo los únicos caballeros que protegerían las casa.

- ¿Quién podría haber hecho esto? Es algo que no me puedo imaginar - dijo el de sagitario con algo de enojo.

- No lo se Seiya pero debemos concentrarnos en hallar alguna pista- mencionó el antiguo cisne.

-No hay que olvidar nuestro deber de proteger al santuario, ahora que hay una nueva amenaza no podemos bajar la guardia- dijo Shiryu con un tono serio.- Puedo pedirle a Shun e Ikki que vengan a apoyarnos. Ellos pueden ayudarnos a investigar.

-Empiecen la búsqueda, movilizaré a la fundación. Sino encontramos algo buscaré en el Olimpo.- Saori no quería pensar que otro Díos había atacado.

En el Templo de Eros los caballeros de Oro buscaban alguna forma de escapar o plantarle frente al Díos pero con los demás vigilandolos todo el tiempo era muy difícil.

-Me parece que por lógica estamos en algún templo de Eros, necesitamos conocer el lugar. Ya sabemos quiénes son los guardias pero parece ser que su poder está por encima de lo que recordamos. Hay que analizar todo para hacer un plan- Explicó Harbinger-

-¿Y cómo podríamos hacerlo si van a estar todo el tiempo detrás de Kiki?- preguntó la peliceleste.

-Quizá podamos aprovecharnos de eso- todos los presentes voltearon a ver con curiosidad al hindú- Ellos nos mostrarán las salidas posibles sin que se den cuenta, Kiki, por lo que veo para ellos eres como una reina. Si tú quieres puedes hacer que te muestren el lugar y al estar junto a ti podremos ver con detenimiento cada espacio.-

-Pero podrían sospechar ¿No?- por primera vez en la conversación el lemuriano había hablado.

- ¿Y si se lo pides a ese hombre maestro? De seguro accederá si se lo dices- la niña tenía un gran punto, si se lo pedía a Eros los guardias lo harían sin rechistar.

-Pues parece la mejor opción, ¿Crees poder hacerlo Kiki?- la mujer miraba la expresión de incómoridad de su compañero.- Si no te sientes listo podemos espe...

- No, está bien. En realidad no tenemos tanto tiempo... Iré a buscarlo.-

- Maestro- los ojos de la pequeña miraban al mayor con algo de curiosidad- Se le ve bien el vestido que trae pero es muy aburrido.- Una pequeña risa salió del Ariano, en realidad lo que portaba era una túnica pero la inocencia con la que la dijo su alumna le hizo olvidar por completó lo que pasaba.

- Raki tiene razón, cambiando de tema rápido, se te ve bastante bien- la chica trataba de aguantar la risa ante el cambio de ambiente gracias a la pequeña- Bueno, no hay tiempo que perder. Salgamos de aquí.

Cómo era de esperarse sus antiguos compañeros los esperaban afuera de la habitación haciendo guardia, Ionia se acercó poniéndose frente Kiki (se notaba mucho la diferencia de estatura, algo que lo incomodaba un poco).

- Quisiera hablar con Eros, ¿Está ocupado?- una pequeña gota de sudor bajaba por la mirada que este le daba, le recordaba a cuando el señor Saga lo atrapaba haciendo una travesura.

- ¿Se puede saber para qué?- De nuevo esa mirada, se volvió a sentir como un niño pequeño a punto de recibir otro de esos sermones.

- Es un permiso que necesito- el más alto se movió a un lado para dejarle el pasillo libre pero no sin antes dar una última orden-

- Alguien que lo acompañe, ¿estás libre Genbu?- Maldijo en su interior, y le rezaba a Athena porque estuviese ocupado.

- No, yo lo acompaño no te preocupes- ¡Maldita sea su suerte! Cuando se le acercó deseaba golpearlo con todas sus fuerzas pero se debía contener- Andando Kiki.

- No tienes que repetirlo- el camino fue bastante silencioso e incómodo, sentía las miradas encima de él y eso lo enojaba más.- ¿Hay algo que quieras decir?

- No fue personal Kiki, no se si lo entenderías la verdad, todo ese tiempo abajo...- entonces un golpe sordo lleno la sala, atrayendo a cierta gente curiosa. El lemuriano le había dado una bofetada.

- ¡Tienes razón Genbu, no lo entiendo! ¡No se lo que se siente, y jamás voy a entender por lo que sufrieron tú y los demás, sus decisiones!- las lágrimas comenzaban a salir sin que pudiese hacer algo para evitarlo, no era la primera vez que presenciaba algo así y eso le dolía más por lo que significó después- ¡Nunca entenderé porque ustedes, como caballeros dorados de Athena la traicionaron Shion!- Entonces se dió cuenta de lo que dijo y de las miradas que había atraído, sus antiguos compañeros lo observaban con detenimiento pero Genbu, sus ojos lo hacían querer llorar desconsoladamente. En ese momento entró a la sala del Dios para evitar que lo vieran así.

Esperó un poco para calmarse e ir a hablar con el Díos, ya frente a él trató de llamar su atención aclarandose la garganta siendo efectivo.

- Kiki, cariño, ¿Ocurre algo o por qué tienes los ojos así?- De repente las ganas de vomitar se presentaron-

- Nada en especial pero quería saber si yo podría explorar los alrededores, junto con los guardias claro- El hombre se acercó lentamente, al estar frente a frente lo tomó de la barbilla y lo beso; de verdad le daban náuseas espantosas, le asqueaba pero sabía que si lo alejaba probablemente recibiría un golpe o algo parecido.- Bien, pero si haces algo malo me lo pagarás querido- su mano pasó por la cara del lemuriano quien se separó rápidamente.

- Gracias.... Me debo ir, lo veré en la cena- El recorrido por el pasillo fue demasiado largo y comenzaba a sentir el sudor caer por su frente, se recargo en un muro; sentía su estómago revuelto pero sin darle mucho tiempo terminó vomitando en el mismo pasillo. Se sentía muy mal.

Corazón de BorregoWhere stories live. Discover now