La Prisión de Oro

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Micenas se acercó rápidamente a Kiki para ir a ayudarlo, el contrario trato de resistirse pero no se sentía con las fuerzas suficientes como para alejarlo así que simplemente se dejó hacer.

-Joven Kiki, ¿Qué le sucede?- lo tomó con cuidado tratando de no lastimarlo mucho.

-Necesito ir a mi habitación...- sentía que la cabeza le daba vueltas y duraba de que fuese algo bueno.

-Enseguida lo llevó, ¿Necesita algo más?- vió como poco a poco el color desaparecía el color del rostro del menor

-Perdón, perdón- cada uno salía como un pequeño susurró con una voz algo rota- lo lamentó.

-No se preocupe, ya lo irán a limpiarlo, hay que llevarlo a descansar.- la preocupación aumentó debido a que se veía mucho peor.

En el camino Kiki recordaba un poco de sucesos que habían quedado en lo más profundo de su memoria, cosas que estaba dispuesto a olvidar pero que después de ese beso le habían llegado tan de repente a la mente que hasta su cuerpo reaccionó ante ellos; Micenas lo llevaba con todo el cuidado del mundo, como si se fuese a romper, era algo raro para él haber presenciado tales cambios de humor en ese joven. En el camino se encontró a uno de sus compañeros por lo que decidió pedirle algunas cosas.

-Tokisada, necesito que traigas al cuarto de Kiki algunas cosas.- el otro solo volteo a verlo para luego observar al contrario en un mal estado.

-¿Qué ocupas?- Se alejó unos pasos por si de por pura casualidad el chico vomitaba.

-Una jarra con agua para beber, toallas húmedas y algo de comida. Busca si hay té, sino no hay problema.-

- Los llevó en un momento Micenas, pero ¿Qué le sucedió?- dijo con algo de curiosidad.

-Me parece que no se siente bien, vómito en el pasillo y...- Escuchó un pequeño sollozo proveniente de su acompañante.

-En serio lo lamento...- en verdad se sentía muy mal en esos instantes, se sentía caliente.

-Descuidé joven Kiki, no pasa nada. Debe de descansar, por favor no tardes Tokisada.-

-Entendido, iré en unos quince segundos.-

Micenas se retiró para poder llevarlo a descansar, al abrir la puerta se topó con la cara de preocupación de la caballero de Géminis Integra; velozmente lo dejó pasar y ayudo a acomodarlo en la cama tratando de acercar cosas que él necesitará, Harbinger intentaba distraer a la pequeña para que no viera el estado de su maestro y no preocuparla.

-Gracias por traerlo Micenas, y por tu preocupación.- le dijo el hindú con una sonrisa.

-Es mi deber velar por su bienestar.- dijo ya más tranquilo

-Bien, ahora ¿Podrías explicarme qué es lo que sucedió?- se sentó a un lado del Ariano examinandolo.

-Cuando salió parecía un poco pálido, vómito en el pasillo y sudaba frío. No se lo que le habrá pasado adentro.- se acercó un poco a la cama para verlo bien.

-... Me parece que es más mental que físico.- eso fue una sorpresa para el antiguo Leo, algo que no entendía la verdad.

-¿A qué te refieres Fudo?- el contrario seguía observando detenidamente a Kiki viendo el sudor frío.

-Solo siente su cosmos, está muy agitado, temeroso, como si algo lo estuviese atormentado... Puede ser una mala experiencia, ¿Algo más sucedió?-

-Antes de entrar me parece que discutió con Genbu sobre la traición, pero gritó el nombre Shion. Parecía afectado.- El otro se removía con más frecuencia entre las sábanas

-Entonces deben ser malas memorias lo que están haciendo ese mal.- Unos toques en la puerta desviaron la atención de los dos

-Con permiso, aquí está lo que me pediste Micenas.- Los dos fueron a ayudar al recién llegado con todo lo que llevaba en manos.

-Kiki por favor, cálmate... Iré a ayudar a Harbinger con Raki, debe estar tratando de moverlo con Telequinesis, mejórate Kiki.- la geminiana parecía realmente preocupará por él, tal como una hermana mayor; ella se retiró tan solo despidiéndose de Fudo.

Cuando la geminiana se retiró el cuarto quedó en silencio, el hindú se acercó a su amigo para comenzar a tratar de calmarlo lo mejor posible. Antes de que empeorada.

-Yo trataré de calmarlo, ¿Me harían el favor de cuidarlo?- Fudo elevaba su cosmo mientras tomaba su típica posición de loto.

-¿Qué hará? Necesitamos estar seguros de que...- El contrario miró al más alto, con otra gran sonrisa tranquila y una mirada que hizo un pequeño rubor en Leo

-Confíe en mí, será como entrar a su mente para calmarlo de forma más eficaz.-

Cuando el caballero de virgo comenzó con el proceso para poder entrar a la mente de su amigo los antiguos guardianes decidieron igualmente empezaron su labor para al menos bajar ese sudor y hacer que logrará comer algo.

-Con este gran poder que poseemos nos tiene de niñeras, un gran trabajo sin duda.-

-Es mucho mejor que el Inframundo, y yo ya estoy acostumbrado a este tipo de cosas.- Recordaba lindos momentos con los hijos del Dios Marte

-Tú eras quien cuidaba del hijo de Marte, ¿Me equivoco?-

-Así es, la verdad no era tan malo como unos piensan. El joven Edén fue un gran alumno.-

-Yo no estoy para eso la verdad, prefiero hacer las cosas a mi manera.-

Kiki entonces se removía en la cama, cerrando los ojos con fuerza, tal y como si estuviese sufriendo dentro de un sueño, que no era muy alejado de la realidad. Después de varios minutos de estar así fue que su cuerpo se relajó considerablemente. El hindú entonces volvió a abrir sus ojos poniéndose de pie de forma lenta.

-Ya está, aunque si que es terco Kiki, hace tiempo no batallaba así con alguien.- se levantó con algo de dificultad de su posición siendo ayudado por Micenas.

-¿Se encuentra bien? Se ve cansado, será mejor que descanse igualmente para que recupere esas fuerzas, nosotros nos haremos cargo de Kiki.- le ayudó a caminar a una de las camas de la habitación siguiente dejando a Tokisada solo-

-Vaya que tienes un corazón bajo esa cara Micenas... Agh, que bien que dejó de sudar.-

Entre sueños - Maestro Mu... Perdón...-

¿Qué? No entiendo a este chico.- cambió la toalla una vez más para bajar la fiebre.

Kiki en sus sueños recordaba hermosos momentos de su niñez junto a su maestro y los demás caballeros, riendo, disfrutando pasar el tiempo con cada uno. Algunas travesuras que realizaba con Milo o DeathMask a algunos caballeros de plata; los sermones de su maestro igualmente pasaban por su mente pero un mal momento paso de nuevo. Una pequeña pelea que había tenido con su maestro antes de que fuera la batalla en contra del Dios del Inframundo, le pesaba que nunca tuvo la oportunidad de disculparse debidamente con él.
Aun le dolía la cabeza, trato de abrir los ojos pero veía borroso; mientras enfocaba su vista creyó ver a cierta persona, Isaac pero luego pensó en Camus.

-Señor... Camus...- su vista seguía bastante mal a decir verdad

-Sigue delirando, será mejor que traiga más toallas.- se levantó con tranquilidad hasta poder salir de esa habitación tan blanca.

Al salir de encontró con el antiguo caballero de Libra, recargado en una pared.

-¿Cómo está?- le dijo con supuesto desinterés

-Delirando- su tono denotaba algo de rencor hacia el ex caballero, seguía enojado por como el lo venció anteriormente.

-Yo me encargo si quieres, no creo que te guste seguir un buen rato sentado vigilando a alguien.-

-¿Y a tí si? Dios, no los entiendo.-

-No es necesario que lo hagas, solamente dame las cosas y me retiro.-

Corazón de BorregoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora