Cuando te ayuda una desconocida (Parte II)

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Ya desnudas, las jóvenes empezaron a besarse entre sí, elevando la libido de su invitado por momentos. Colette era delgada y con ojos claros, de pecho escaso y piernas firmes. Nadine, en cambio, tenía la melena de color azul, caderas prominentes y piercings en los pezones. Fender sintió que estaba en el paraíso.

Durante unos minutos se dedicó a mirarlas sin participar. La erección iba a romper sus pantalones, pero aun así se contuvo. Quería disfrutar aquella experiencia, contemplar a ambas mujeres como si fueran arte en movimiento.

La escena se le antojó realmente hermosa, con las luces encendidas y el sonido del tráfico en el exterior. Ellas no hablaban, sólo se advertían algunos gemidos y los ruidos típicos de besos.

Finalmente, Jaime se quitó la ropa y acarició a las muchachas. Preguntó a Nadine si podía tocar sus piercings, algo que le hizo gracia a la chica. Segundos más tarde, lamía con esmero sus pezones y acariciaba la espalda de Colette, quien no tardó en arrojarle una caja de preservativos causando las risas de los presentes.

Ya preparado, Fender volteó a Nadine y lamió su espalda, mirando fijamente a Colette. La chica había manifestado su ansiedad y eso lo ponía a mil, pero, permitiéndose jugar un poco más con ella, decidió que primero se acostaría con Nadine. Sabía que eso incrementaría más el deseo de Colette, así que, masajeando los pechos de su amiga y mordiéndole una oreja, se limitó a seguir observándola, viendo cómo ésta se tocaba aguardando su turno.

Nadine gemía de placer, facilitando la tarea a Fender que, sujetaba sus nalgas mientras la penetraba suavemente en esa postura. Colette contemplaba la escena concentrada, con los pezones erectos y creyendo que de un momento a otro se lanzaría sobre Jaime sin pensar en su compañera. De hecho, en cuanto ésta liberó el grito que dejaba de manifiesto su satisfacción, pidió al chico con urgencia que la penetrara a ella.

Fender quiso complacerla, así que, tumbándose sobre el suelo dejó que marcara el ritmo. Observó a la chica cabalgándole como si fuera una amazona guerrera, sin complejos ni tabúes. Nadine encendió un cigarrillo y contempló a la pareja jadeando cual animales. Tomó entonces su teléfono móvil y realizó un pequeño vídeo. Lejos de molestarle, Jaime solicitó que se acercara y que también ella participase en la grabación. Fue entonces cuando pidió a Colette que se pusiera boca abajo y, esta vez siendo él quien dirigía los movimientos, masturbó a Nadine. Procuró mirar al objetivo para cerciorarse de que su cara salía claramente en el vídeo.

Luego pidió a las chicas que le pasaran la grabación. No para borrarla ni nada parecido, sino para poder enviarle una copia a su amigo César. Se había olvidado de despedirse de él y consideró oportuno mandarle un mensaje de texto indicándole su intención de viajar un tiempo por Europa entreteniéndose tal y como aparecía en el vídeo.

Su amigo no tardó en contestar y decirle que «era un cabrón con mucha suerte». A Jaime le hacía gracia comprobar que, en efecto, tenía razón. Era afortunado. Por estar vivo y ser capaz de disfrutar de su cuerpo, de las cosas que podía seguir experimentando al margen de normas y cualquier cortapisa que quisiera imponer su padre.

Sopesó enviarle el vídeo a él también, pero luego pensó en su madre y cambió de opinión. Ella ya no podría decir nada, por desgracia llevaba muerta mucho tiempo. Sin embargo, sabía que el gesto no sería de su agrado, así que, después de preguntarse por enésima vez por qué una mujer tan buena como ella había acabado con su padre, quiso dejar la fiesta en paz.

Recorrió varios países durante los tres primeros meses, y en cada uno dio rienda suelta a toda clase de fantasías con mujeres. Se dejó llevar y vivió como le vino en gana sin medir las consecuencias, aceptando su condición liberal como algo que formaba parte de sí mismo que no tenía por qué ignorar ni ocultar.

El hecho de sólo recibir llamadas de su amigo César y ninguna de su familia, hizo que se reafirmara en su decisión de marcharse. Pero no contaba con la posibilidad de sufrir un robo. Estaba solo, sin móvil, sin dinero y en un país donde, aparte de no conocer a nadie, se hablaba un idioma completamente desconocido para él.

Copenhague, en pleno invierno, con las calles heladas y húmedas, era todo un sueño para los amantes de las estampas melancólicas; un lugar cuya poesía transitaba libremente por calles y canales. Así habría sido para Fender de no haberse encontrado en una situación tan compleja.

Intentó pedir ayuda a algunos viandantes con la esperanza de que alguien le prestara un teléfono. Estaba dispuesto a bajar la cabeza ante su padre, permitir que creyera que siempre tendría que sacarle las castañas del fuego al tonto de su hijo. Pero entonces, mientras descansaba angustiado y cabizbajo en un banco del paseo, percibió la calidez de una mano sobre su espalda:

—¿Estás en apuros, querido?

La mujer que le hablaba parecía sofisticada, de alto poder adquisitivo. Se detuvo a mirar sus arrugados labios mientras hablaba en perfecto español y, aliviado, le contó su problema.

Ella encendió un cigarrillo y le dijo:

—¿Qué prisa tienes? En Copenhague hay cosas maravillosas esperándote.

La mujer, que ofreció su ayuda sin pedir nada a cambio —al menos de momento—, le dio la oportunidad de llamar a su padre si lo estimaba necesario, o de quedarse con ella en Dinamarca. En cuanto lo conoció supo que era el candidato idóneo para llevar a cabo sus proyectos. Fue una experiencia extraña, casi taumatúrgica. Ambos sintieron una conexión inmediata, pero antes de aceptar la propuesta, Fender sólo realizó una pregunta:

—¿Cuál es tu nombre?

Ella, expulsando con lentitud el humo de su cigarro, respondió:

—Elsa Körshner.

Jaime supo ahí mismo que la vida le tenía deparada una senda muy distinta a la definida por su padre, así que, rechazando cualquier argumento racional que pudiera contradecir en ese instante la disparatada decisión que iba a tomar, confirmó el pacto con un apretón de manos aun sin saber qué planes tenía aquella mujer para él.

Wet tales (Cuentos eróticos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora