Capítulo 35

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Después Serena entró a la biblioteca, donde su tío se paseaba.

—¿Me llamaste?

—Sí. —Extendió una mano hacia ella y la llevó a una silla, y continuó caminando de un lado a otro.

—¿Tienes un problema, tío?

Finalmente se detuvo y la miró. Tenía las mejillas rojas.

—He estado pensando en lo que pasó en el salón de los banquetes, y estoy muy angustiado.

Decidida a permanecer calmada, cruzó las manos en el regazo.

—¿Y por qué?

Comenzó a caminar nuevamente.

—No he cambiado mi manera de pensar acerca de Diamante. Todavía creo que es un rufián al que hay que detener.

Ella se quedó sentada un momento, en seguida se levantó y también se sirvió un vaso de vino.

—¿Qué va a pasar con Diamante?

—Eso está por verse. Le mandé un mensaje con mis hallazgos, directamente al Rey, y también le informé al coronel Worthington del fuerte. Hoy mismo enviamos un mensajero a caballo con las noticias que Diamante está encarcelado aquí, y sospecho que las fuerzas de Worthington llegarán mañana a arrestarlo y llevárselo de vuelta al Fuerte William. Después, probablemente se formará la Corte Marcial.

—¿Lo colgarán?

—Es difícil de predecir. Es un oficial militar condecorado, que ha demostrado ser leal a la Corona en innumerables situaciones en el pasado. Estas cosas... —Hizo una pausa—. Pueden ser delicadas.

—¿Crees que lo encontrarán inocente, aún con tu influencia y la evidencia de los testigos?

—No te puedo mentir, Serena. Es muy posible.

Bajó la vista.

—Si eso sucede, no le gustará a Darien, especialmente si vuelven a mandar a Diamante a Escocia.

—Me doy cuenta, ¿y quién lo podría culpar?

Miró a su tío a los ojos.

—¿Se lo has dicho?, que es posible que lo exoneren? — Pregunto Serena

—Todavía no.

—¿Piensas hacerlo?

Se volvió y se volvió a servir vino.

—Aún no lo he decidido.

Justo antes del amanecer, Serena despertó con el canto de los pájaros en el techo de la ventana de Darien. Aún quedaban algunas estrellas en el cielo color violeta. Yacía desnuda en su lado de la cama, abrigada bajo el pesado edredón. Darien estaba atrás de ella, también desnudo, con las rodillas tras las suyas y sus poderosos brazos, alrededor de su cintura. Escuchó su respiración regular y deseó que todos los momentos fuesen como éste, íntimos y tranquilos, sin la amenaza inmediata de guerra, venganza o prisioneros en los calabozos.

Anoche habían hecho el amor con ternura, diferente a las otras veces. Tal vez era la liberación de la meta de Darien de matar a Diamante. Tal vez, al enfrentarse a él, finalmente, y haber resistido el impulso, y que Diamante sería llevado ante la justicia, Darien encontraría algo de paz dentro de él. Esperaba que fuese capaz de dejar atrás el dolor por la muerte de Michuri y permitirse amar otra vez.

Que rápido podía cambiar el mundo, pensó Serena. Era difícil creer que no hacía mucho se había imaginado un futuro feliz como la esposa de Diamante. Era terrible imaginarse dónde estaría en este instante, si las cosas no hubiesen sucedido como lo hicieron. ¿Estaría desnuda en los brazos de Diamante?

Capturada por ÉLWhere stories live. Discover now