Capitulo 42

908 78 10
                                    


Sentado en el borde del claro, no muy lejos de las tierras de los MacKenzies, a orillas de un arroyo fresco y burbujeante, Serena intentaba encontrarle sentido a los acontecimientos extraordinarios de su vida. Hacía unos días, ella había huido de una guarnición de ingleses, donde Darien estaba encarcelado, dejándolo detrás, solo, todo el tiempo esperando que ella pudiera encontrar la ayuda necesaria para ponerlo en libertad.

Ahora ella estaba sentada junto al arroyo en el interior de Escocia, rezando para que su plan no hubiera ido mal y que Darien de alguna manera hubiera sobrevivido.

Levantó los ojos y miró a su alrededor. Este era el mismo lugar en que se habían detenido después de escapar de los soldados ingleses en el lago Fannich. Donde por primera vez había visto a Darien con una luz diferente, justo antes de que se derrumbara a sus pies a causa de la herida que le había infligido en la cabeza. Ella se había escapado y lo había dejado solo esa noche, también para buscar ayuda.

Algo le llamó la atención en ese momento, un destello de color gris al otro lado del arroyo. ¿Darien? Pero su corazón dio un vuelco al reconocer al visitante.

del sonido de cascos sobre el musgo.

Se volvió rápido y se levantó.

¿Estaba soñando? ¿Dos veces la habían engañado sus ojos? No esto era real. Ella estaba viendo a Darien, feroz y peligroso, sentado encima de un caballo castaño castrado, vestido con su familiar tartán verde. Su espesa mata de pelo estaba desordenada y enmarañada, la mano izquierda envuelta en una férula. Su ojo estaba ennegrecido, pero menos hinchado. Parecía casi el mismo otra vez, y estaba vivo, estaba libre.

—Estás aquí —dijo en ese acento escocés profundo que había llegado a conocer tan bien. Su expresión era severa.

Ella no podía hablar. Su corazón estaba acelerado, pues a pesar de todos los placeres que habían compartido y su conocimiento de su riqueza y sangre aristocrática, todavía era una bestia de hombre brutal e intimidante cuando quería serlo.

Ella tragó con fuerza y obligó a sus labios a hablar, porque él no le iba hacer daño. Nunca había logrado hacerlo antes, y no iba a hacerlo ahora.

—Sí, y te escapaste.

—De los ingleses, sí. —Él lanzó una pierna sobre el lomo del caballo y se apeó—Me dijeron que jugaste un papel en el plan para que saliera de allí. Que fue tu idea llevar al padre Douglas a mi celda para que pudiera prestarme sus ropas.

Ella se humedeció los labios.

—Sí, y estuvo feliz de hacerlo.

—Pero no deberías haber tomado ese riesgo, muchacha. Si alguien se entera, habrá un precio sobre tu cabeza. Podrías ser acusada de traición a la patria. —Sus ojos brillaban de furia—. ¿En qué pensabas? ¿Te pones en peligro?

Serena le fulminó con la mirada.

—Honestamente Darien, todavía crees que soy esa ingenua, temerosa cautiva, que necesito tu mundana sabiduría y protección. ¿Qué hace falta para convencerte de que ya soy esa mujer? He aprendido mucho sobre el mundo, y soy absolutamente autosuficiente. ¿Te dejé no? Tenía miedo a salir y vivir mi vida por mis propios términos. Así que no te atrevas a preguntarme si tengo piedras en la cabeza donde debería estar mi cerebro. Soy perfectamente capaz de tomar mis decisiones y hacer lo que pienso que es lo mejor.

Un músculo se apretó en su mandíbula y entornó los ojos.

—Mujer, tú me vuelves un salvaje. Lo sabes, ¿no?

Capturada por ÉLحيث تعيش القصص. اكتشف الآن