Yandere Hombre Lobo x Lectora

9.2K 594 123
                                    

Estabas sentada cerca de la ventana. Era una bella noche de invierno en Cotswold. El paisaje era blanco puro y los tejados cubiertos por nieve. El invierno era tu época del año preferida. Disfrutabas del frío y la nieve, encantada de todo lo que podía ofrecer la dichosa estación.

Escuchaste afuera los caballos de una carroza y te levantaste de tu asiento para bajar hacia la entrada principal de tu hogar. Tu padre estaba empacando algunas cosas.

— ¿Cuándo vas a volver?— preguntaste con tristeza.

Sabías que tu padre, como el médico más cercano, debía viajar a varios pueblos cercanos y te dejaba sola durante varias semanas. Tu padre era todo lo que tenías y no te gustaba pasar tanto tiempo sola.

— Nos vemos en unos días, [Nombre]— dijo dándote un beso en la frente.

— Adiós, papá— dijiste dándole la mejor sonrisa que pudiste.

Luego de unas horas después, decidiste ir a dar un paseo por el bosque. Sostenías tu vestido para que los bordes no se mojaran por la nieve. Tus botas se hundían levemente en la nieve, haciendo que caminar se hiciera un poco difícil.

Te intentaste un poco en el bosque, el cual no era muy espeso. A veces te gustaba ir allí cuando te quedabas sola en casa. Llegaste al lado que estaba congelado y te pusiste los patines que habías traído contigo.

Comenzaste a patinar tranquilamente, recordando cómo solías hacerlo desde que eras una niña, con tus padres. Suspiraste. Te detuviste en seguida al sentir una mirada sobre ti, y cuando volteaste, viste en la roca a un majestuoso lobo albino. Tenía unos vibrantes ojos azules y unas brillantes gemas en su rostro.

A pesar de la belleza del animal, retricediste al saber que era un animal salvaje y peligroso. El lobo se acercó a ti, mirándote fijamente a los ojos. Te resbalaste en el hielo y caiste de trasero dolorosamente.

Se acercó a ti, hasta dejarte bajo su cuerpo. Cerraste los ojos en pánico, pensando que sería tu fin, pero no hubo ningún dolor. Abriste los ojos y, en lugar de ver al lobo, viste a un joven increíblemente hermoso justo frente a tus ojos. Tenía un largo cabello albino y unos penetrantes ojos azules.

— Al fin te he encontrado. Mi compañera destinada — dijo suavemente antes de besar tus labios.

Te sentiste confundida y asustada, ¿era él un hombre lobo? Te desmayaste de la impresión.

Despertaste en una cueva, al calor de una fogata. Estabas cubierta por un abrigo, acomodada en una especie de cama. Te levantaste de ese lugar, dejando de cubrirte con aquel abrigo y saliste de la cueva. Miraste a todos lados y decidiste irte de ese lugar. Estaba oscureciendo y debías volver a casa.

— ¿Dónde crees que vas?— dijo una voz tosca y animalesca. Volteaste asustada, viendo a un lobo siberiano de ojos heterocromáticos —. Al alfa no le va a gustar esto.

— ¿Alfa? — inquiriste.

— Finalmente has despertado— dijo aquella voz que habías escuchado en el bosque.

Volteaste y viste al mismo joven albino de electrizantes ojos. Este se acercó a ti y te tomó de la cintura, acercándose a su cuerpo. Te sentiste incómoda en sus brazos y trataste de soltarte.

— Espera... No entiendo, ¿quién eres tú y por qué me trajiste aquí?— Trataste de sonar firme, pero tu voz salió temblorosa.

— Oh, querida, olvidé presentarme. Me llamo Víctor.— Se presentó el joven albino.

— El alfa ha estado esperando por su compañera desde hace mucho tiempo— dijo el lobo de ojos heterocromáticos, esta vez en su forma humana.

— ¿Compañera? Creo que me han confundido de persona.— Negaste.

— No es posible equivocarse con eso. Tu aroma es único para mí y sé que tú eres mi mujer destinada— dijo Víctor tomando tus manos y mirándote a los ojos.

— E-Eso no es posible. No... No puedo quedarme. Debo volver a mi hogar— dijiste entrando en pánico. Pensaste en tu padre y en lo devastado que estaría si no volvías.

— Pero debes quedarte. No estoy dispuesto a dejarte ir, [Nombre]. Te he estado esperando desde hace mucho tiempo y no voy a esperar más—. Su tono de voz te alarmó y retricediste. — No debes tener miedo, querida. No te haré daño.

— Quiero volver con mi padre— exigiste.

— No volverás. Perteneces aquí conmigo, [Nombre] ¡Tú me perteneces!— bramó el alfa molesto sujetando fuertemente tus muñecas.— Y si debo matar a tu padre para tenerte, ¡lo haré!

— No te atrevas a hacerle daño— recriminaste. Estabas molesta, pero asustada de lo que Víctor pudiera hacer a tu padre.

No podías soportar la idea de que algo le pasara. No conocías a Víctor, pero estabas segura de que él haría lo que fuera para tenerte.

No podías creer que estuvieras atada a un ser que ni siquiera era humano. Toda tu vida esperaste conocer a alguien y que todo fluyera de manera normal, no que estuvieras obligada a permanecer al lado de alguien al que no conocías y que no amabas.

— Si lo quieres a salvo, entonces te quedarás conmigo, serás mía y tendrás a mis crías— exigió con voz firme, mientras sus ojos penetraban tu alma y te hacían temblar.

— Lo haré. Pero lo hago sólo por el amor que le tengo a mi padre, no por ti— aclaraste, temblorosa, pero firme.

— Aprenderás a amarme con el tiempo. Estoy seguro de eso— dijo Víctor convencido—. Si intentas escapar, ten por seguro que te encontraré y mataré a todo aquel que se atreva a siquiera haberte ayudado.

Miró a su manada, quienes solamente retrocedieron ante su intimidante mirada. Querías llorar, aunque no lo hiciste, solamente te dejaste envolver por sus brazos.

Volviste a la cueva junto con él, pero te mantuviese alejada, mientras te abrazaba a ti misma.

— No intentes alejarte de mí, [Nombre], no quiero hacerte daño.— Te dijo suavizando la voz— Realmente te he esperado mucho tiempo, siglos sin saber si te iba a encontrar. Estaba desesperado, pues quería tener a mis cachorros para mantener esta manada, pero te encontré finalmente y me niego a dejarte ir. No me importa a quien deba dañar si con eso puedo estar contigo—. Besó tu hombro.

Le miraste de reojo, notando aquellos rojos labios contra tu fría piel. Sus labios eran tan rojos que eran apetecibles y deseosos de besar. Te sonrojaste ante el pensamiento. Era tan increíblemente hermoso como para negarlo.

— Quiero ir a casa con mi padre. Este no es mi lugar— insististe.

— Claro que lo es, mi amor. Es aquí donde siempre debiste estar. A mi lado— susurró, acercando su rostro al tuyo una vez más.

Trataste de alejarte, negándote a cualquier muestra de afecto que quisiera darte, pero tomó tu rostro y te obligó a mirarlo, antes de que sus labios se una vez más con los tuyos.

Ahora eras su prisionera y, si ahora extrañabas a tu padre, lo seguirías extrañando toda la vida.

Supernatural [One-Shot Yanderes x Lectora]Where stories live. Discover now