Oneshot: Una pequeña ayuda búlgara

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Draco podía darse cuenta de que estaba haciendo un espectáculo bochornoso, pero es que en verdad no podía evitarlo.

Harry estaba sentado frente a la chimenea, conversando tranquilamente con Theo, y no se daba cuenta del estado de Draco. Y eso al rubio le ponía de los nervios.

—Draco, cuando menos te des cuenta, una arruga bien horripilante aparecerá en ese bonito rostro que tienes. —regañó Pansy, hojeando distraídamente Corazón de Bruja.

—No me importa.

— ¿Me he perdido de algo? —dijo Blaise sentándose junto a Pansy en uno de los sofás de la Sala común de Slytherin.

Pansy suspiró.

—Que Harry no le ha invitado al Baile de Navidad y Draco está furioso.

— ¡Es que se supone que es su deber invitarme! —siseó Draco.

Al ver que este era uno de los típicos berrinches que solía hacer Draco sobre Harry, Blaise decidió no prestarle más atención.

—Pansy, necesito que le hagas ver que tiene que invitarme. —Draco sacudió del hombro a su amiga, ganándose una mirada mortífera por ello.

— ¿Y por qué no le invitas tú? —preguntó ella con voz hastiada.

Draco la miró ofendido.

—Obvio no lo haré. El fin de semana anterior fui yo él que lo invitó a las Tres Escobas.

—Ah. —dijo ella sin interés.

—Pues puedes ser un poco más Slytherin e idear algo para llamar su atención, ¿no crees? —sugirió Blaise.

Draco cambió de posición en su sillón favorito y miró a Blaise con atención.

— ¿Y qué me sugieres?

—No lo sé, Draco. No puedo pensarlo todo por ti. —Blaise puso los ojos en blanco.

—Gilipollas —Draco apenas se contuvo de patearle el culo—. Yo mismo sabré qué hacer.

Pues, como siempre, Draco tendría que hacer un sutil movimiento para conseguir lo que quería.

Harry podía ser muy obtuso cuando quería, y eso parecía no tener cura. El pobre Draco ya había tenido que lidiar con eso en los cuatro años de amistad que llevaban. Así que si quería que el azabache cayera en cuenta de algo, tenía que actuar de una manera más contundente.

Los pensamientos de Draco se vieron interrumpidos cuando varios chicos de Durmstrang entraron en la Sala, seguramente para dirigirse a descansar a sus habitaciones. Viktor iba entre ellos, y Draco sonrió al percatarse que el búlgaro le estaba buscando con la mirada.

—Aquí está la solución a mis problemas. —dijo Draco en voz baja pero no lo suficiente como para que Pansy y Blaise no le escucharan. Ambos adivinaron sus intenciones e imitaron la sonrisa traviesa de Draco.

Draco miró brevemente hacia la chimenea, donde Harry y Theo parecían estar muy concentrados en el juego de ajedrez.

Oh Merlín, dame paciencia, pensó Draco.

Cuando menos se dio cuenta, Viktor estaba a un lado suyo con una pequeña sonrisa.

—Hola Draco —saludó el chico con ese fuerte acento que tenía babeando a más de uno—, justo a ti te estaba buscando.

—Hola Viktor. —Draco correspondió, sonriéndole cándidamente al búlgaro. Escuchó cómo Pansy soltaba una risita.

—Quería saber si ya tienes pareja para el Baile. —Viktor habló sin rodeos, mirando fijamente a Draco en espera de una respuesta.

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