Capítulo IX

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Puedo sentir sus suaves labios deslizándose sobre los míos, este es mi primer beso y es más excitante de lo que había imaginado

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Puedo sentir sus suaves labios deslizándose sobre los míos, este es mi primer beso y es más excitante de lo que había imaginado. Una sola palabra fluye en el aire.

Perfección.

Era perfecto porque la persona que me estaba robando mi primer beso era él.

Fran Coleman.

El aliento cálido del castaño rozando cada centímetro de mi cuello no ayuda mucho, mientras deja suaves besos en los alrededores. En un suave movimiento adentra sus manos debajo del suéter acariciendo mi espalda baja provocando que un calor pronto viaje hacia mis mejillas y orejas ruborizandome por completo.

Soy una adolescente y, más temprano que tarde, las hormonas iban a hacer efecto en mi delgado y nunca bronceado cuerpo, que aún está a medio proceso de ser esculpido.

¿Debería soltarme? ¿Dejarme llevar por la gentileza del mellizo?

Reacciono tan pronto él me deja caer sobre su cama en un accionar bruto ubicándose encima mío.

—Espera—me calló con un beso húmedo, una expresión acompañando su rostro que nunca antes había presenciado en él.

Si no detengo sus movimientos pronto, me perderé en este par de ojos color esmeralda.

—La re— la regla, no consigo terminar la palabra gracias a sus continuas caricias.

No esa clase de "regla", los padres de Fran me permitían visitarlo con una única regla fundamental.

Cero contacto físico.

Por supuesto acepté con gusto, ¡Tenía trece años en ese entonces! ¡Era una niña!

Pero conforme pasaban los meses, la necesidad de pasar más tiempo y sonreír a su lado era algo que no se podría evitar. Sin verlo llegar, mi corazón comenzó a calentarse por él.
Por mi fiel compañero de aventuras, el dulce Fran, no importaba que ninguno pudiese salir de entre cuatro paredes. Bastaba con sus palabras, con su compañía o la comisura de sus labios formando una sonrisa, para convertir mis tardes frías y amargas en cálidas y alegres. 

Con excepción de una tarde lluviosa, él me confesó un cruel acontecimiento ligado a la pérdida de su sentido del oído. Porque Fran había estado lidiando con esa "incapacidad" desde muy pequeño.

La razón por la que los señores Coleman evitaban que su hijo hiciera contacto con cualquier otra persona se resumía en la pérdida de su inocencia.

No sólo la de él, muchos otros niños también habían sido ultrajados. Despojados de  su pureza, de crecer de la misma forma que un niño común.

No sabemos cómo fue que pasó, pero Fran escapó del lugar, mi pecho se contraía con cada palabra suya relatandome. Nunca encontraron al culpable, y muchos otros niños no corrieron con la misma suerte, pero el doloroso encuentro lo persiguió a casa. El recuerdo de los gritos del resto de niños lo atormentaban día y noche.

NoahWhere stories live. Discover now