Prueba De Fuego. © |JimSu|

Capitulum Cinq

Prueba de fuego a sido retomada después de un año de estar en hiatus.

Para los nuevos:'mucho gusto, soy Wuan.
Para los que no son nuevos: Gracias por seguir aquí.

Sin muchas explicaciones y sin tanto drama. ¡Empecemos está historia de nuevo desde donde la dejamos!.

Con ustedes.

PRUEBA DE FUEGO

—Bien niño Alfa, si vamos a compartir la habitación hay que poner reglas, pero será mañana porque hoy estoy muy cansado. —hablo el rubio de mirada fastidiada, JiMin se quedó parado en el marco de la puerta, por alguna razón estaba esperando a que el mayor le diera del todo permiso para entrar, no lo veía apropiado, invadir el territorio de un Alfa no era algo bueno, él lo sabía porque no dejaba que nadie entrara a su recamara cuando aún vivía en el castillo, así que comprendía que a Suga no le haya gustado mucho la idea de que él durmiera en su mismo espacio. Los Alfas de por sí eran territoriales desde que nacian.— ¿Qué haces ahí parado como tonto?. —pregunto el mayor sentado en su cama, le miraba con una expresión aburrida mientras fruncía el ceño.

—¿Me dejas pasar?  —pregunto inseguro, incluso su lobo esperaba paciente.

—Umg, sí, si, pasa. —le respondio el otro bastante relajado.

Park JiMin sonrió solo un poco al momento en el que dio un paso al frente, al hacerlo, una fuerte mezcla de olores llegaron su olfato, ron, vainilla y chocolate lo golpearon con firmeza, respiro profundo, sus pupilas se dilataron al detectar que uno de los aromas era igual al suyo, el chocolate. No supo que hacer, miro hacia donde estaba el rubio, buscando con la mirada un gesto o algo para que no lo hicieran sentir como un rarito olfateando la habitación.

—¿Ahora que?. —murmuro Suga arqueando una ceja en confusión por la actitud tímida de ese mocoso, no lo comprendía y eso lo abrumaba.

—¿Do-Donde voy a do-dormir?. —pregunto en cambio JiMin entre tartamudeos, cosa que a Suga le costó entender.

—Ahí. —se digno a decir el Alfa rubio después de un largo rato en silencio, señalo a un costado de la habitación donde yacía una pequeña cama individual, con sábanas limpias y una sola almohada.— Pues bien, ponte cómodo niño Alfa, que yo, voy a dormir. —dijo para después estirar su cuerpo, quitó sus zapatos con pereza, poco a poco se despojo de sus ropas hasta quedar en ropa interior, rebusco entre sus cajones su pijama como si nada y JiMin, pues él no apartaba la mirada de aquel alfa, sintió un dolor en el pecho que no supo explicar al ver que la espalda de Suga estaba llena de cicatrices hechas por los latigazos, sus brazos estaban lastimados de esa forma también y por sus piernas tenía pequeñas cicatrices, pero lo que más resaltaba un tatuaje con un símbolo que no logro descifrar, también pudo notar que la piel del rubio era blanca y puramente bella.— Mgh, me halaga que me mires pero no eres mi tipo. —le dijo Suga de forma burlona, JiMin se sobresalto al ser descubierto,  bajo la mirada al suelo escuchando como el rubio reía en lo que se ponía la pijama—. Ya tranquilo, solo bromeó, mira, ten. —de nuevo el menor levanto la mirada, recibiendo con pena las prendas de dormir que Suga le estaba dando—. Espero te queden, es incómodo dormir con ropa de diario y tú, bueno, parece que llevas días sin quitarte las que traes puestas. —le hizo saber.

—Gracias, de verdad lo agradezco. —menciono JiMin sincero, tenía cinco días con la misma ropa y si éramos sinceros, apestaba.

—Bueno yo me iré a dormir, cuando estés acostado me avisas para apagar las velas.

—Sí. —susurro el menor.

JiMin lentamente se acercó hasta la cama que le habían dado, se quitó la capa negra, seguido del saco que tenía, hizo un gesto de alivio porque el saco pesaba gracias a los bordados de oro y plata, además del metal incrustados en los bordes para protección por si alguien le hería. Se sentó en la cama para poder quitarse las botas, suspiro al poder estirar sus pies un poco después de tantos días con los zapatos puestos. El Alfa se fue desabotonando la camisa ajustada, se la quitó al igual que la camiseta que tenía por dentro, desabrochó su cinturón y por último se quitó los pantalones. Su piel sudorosa contrastaron con la tenue luz de la recamara, elevó su rostro hacia el techo, trago saliva de forma cansina con los ojos cerrados.