Capítulo 9.

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Amy.

Me sentía totalmente vacía.

Fue tan raro despertarme sola en mi gran cama, me faltaba mi pequeño o sus besos en la mañana que me alegraban el día pero Alexander me había pedido pasar este finde semana con él para crear más vínculo entre padre e hijo y no pensé que este momento llegaría tan rápido porque desde hace más de tres años mi atención solo es para mi hijo y ahora me encontraba un sábado a la mañana sola sin que saber con mi vida.

¿Será que las madres se sentirán así cuando sus hijos se van a lo de su padre?

Estaba preocupada por como Matheo habrá pasado la noche en la casa de su padre, se que Alexander me prometió que me avisaría si algo malo pasaba pero todavía me costaba mucho confiar en él por el simple hecho que no tenía idea de cómo criar un niño y la vez sabía que eso también era mi culpa así que debía empezar a tratar de tranquilizarme porque me esperaban muchos finde semanas por delante que se quedará con él.

Verdaderamente no tenía idea que hacer, había limpiado mi departamento de punta a punta y solo recién eran las doce del mediodía así que frustrada tomé mis cosas para pasar un rato con mis padres, no soy una chica que le gusta manejar o tener su propio auto, me aburre el simple hecho de pelear con el tráfico de esta ciudad así que prefería tomarme un taxi y que el señor peleé con los demás mientras iba en el asiento de atrás leyendo unos expedientes.
Mis padres viven a las afuera de las ciudad casi muy cerca de las casa de mis tíos, así que después de media hora de viaje estaba en la puerta de su casa tocando el timbre.

- Amy - dice mamá sorprendida al verme.

- Hola mamá - la saludo con un fuerte abrazo.

- Que lindo tenerte de visitas - afirma pero mira a mi alrededor, claro faltaba algo.

- ¡Cariñito! - exclama papá al verme tan sonriente como es costumbre.

- Hola papá - también lo saludo con un fuerte abrazo.

- ¿Matheo, dónde está? - pregunta mamá con el ceño fruncido.

Suspiro mientras entro a su casa donde diviso a mi hermano saliendo de la cocina y se sorprende al verme.

- ¿El pequeño? - inquiere preocupado.

Vuelvo a suspirar mientras los observo a los tres que tenían la misma cara de preocupados pero había llegado el momento de revelar el secreto que tenía escondido entre siete llaves, la identidad del padre de Matheo.

- Está con su papá - digo.

- Espera ¿qué? - pregunta mi hermano con su ceño fruncido.

- Ese hombre apareció - comenta papá chasquendo la lengua molesto.

Mi padre lleva años con ganas de romper los hueso a ese hombre que me dejó embarazada y abandonada, palabras suyas y de mis tíos.

- Sí, el padre de Matheo apareció y quiere ser parte de su vida - comento al sentarme en el sillón.

Mamá se queda en silencio observandome mientras papá y Adler caminan de una punta a la otra vociferando miles de cosas contra Alexander, no me dejaban hablar entre ellos sacaban absurdas conclusiones que me hacían fruncir el ceño. No soy una santa tengo mis pecados y errores que la vida me hace y hará pagar, he aprendido que todo lo que uno pide muchas veces no es lo indicado para uno.

- Quiero escucharla - interviene mamá callando a mi padre y hermano.

- Dime su nombre que le pondré una bala en la cabeza - amenaza Adler molesto.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora