II: EL ABOGADO DEL DIABLO

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Hay quienes son adictos a la codeína o al crac y su cuerpo comienza a temblar como si salieran de un profundo pozo de agua helada en señal de que van necesitando su dosis para satisfacer el vicio. Pero hay quienes son adictos a otras drogas como el sexo, el amor o el café. Para aquel entonces, cuando dirigía uno de los lugares más famosos y concurridos de España, el café formaba parte de mis vicios, además del sexo. Mi cuerpo no temblaba como máquina de masaje por la falta de café, sino que mi cabeza se empeñaba en bombardear tan deprisa que resultaba en un dolor de cabeza que solo multiplicaba mi mal genio, que fue en ascenso a través de los años.

Lo que nadie te dice del éxito y el dinero es que te despreocupas de que te lleguen las cuentas, pero la vida te pasa factura de otra manera cada vez más dura. Si bien el dinero y el éxito parecen los sueños más grandes de todo ser humano, este tiene un precio también. Falta de sueño (cara de culo todo el tiempo a causa de esto), dolores de cabeza, gente hipócrita que no te busca si no es para una buena juerga, y trabajo. Mucho de este último. Cuando mis colegas y yo decidimos abrir un negocio, no teníamos ni puta idea de lo que hacíamos. Nos enfocamos en la "visión" que teníamos, en ese sueño de hacer dinero y tener fama. Lo que jamás pudimos prever es que ese éxito llegaría de golpe, así, como pum, cayó la piedra. Y el problema con eso es que no nos dio tiempo de asimilar nada. No nos dio tiempo de consolidar la idea de que estábamos en boca de todos y que seríamos influencia: un arma de doble filo. La gente esperaba mucho de nosotros, pero nosotros no podíamos esperar nada de la gente, salvo que nos mantuvieran el negocio a flote. Éramos algo así como una banda de música pop adolescente que saltó a la fama en un abrir y cerrar de ojos, y el público los deshumanizó a tal grado de que muchos acabaron hechos añicos.

Todo eso en mi cabeza y... no tardaría en explotar.

Mantener a flote un negocio como el nuestro nunca fue tarea fácil, aunque al principio lo veíamos como un sueño hecho realidad y no nos pesaba tanto, pues todo pintaba bien. Habíamos creado un lugar donde toda esa gente que en el día era rechazada y no encontraba un lugar donde encajar, podía liberarse y hallar lo que tanto buscaba. Joder, y es que lo digo y me parece algo tan iluso, una utopía absurda. Pero para ese entonces me parecía que estaba haciendo lo correcto, pues las personas recurrían a mí para hallarse, para que los hiciera sentir que formaban parte de algo. Y en cierto punto eso es algo reconfortante. Pero lo que ellos no sabían era que yo era el abogado del diablo.

Una tarde iba caminando por el parque en un domingo de esos en los que mis hermanas venían a Madrid para intentar aligerar el peso de mi soledad. Lo curioso es que yo nunca estaba solo, pero siempre estaba en soledad. Mis flamantes hermanas se turnaban para venir a verme cada domingo. A veces Juliana y Sole venían a visitarme y cómo odiaba que lo hicieran. Lo único que hacían era recordarme que la medicina estaba avanzando y que existían cirugías faciales que podían hacerme la vida más fácil. No paraban de decirme que alguien tan importante como yo necesitaba llevar un rostro "más armonioso". Para ese entonces yo era bastante conocido en España.

—¿Un rostro más armonioso? Pero ¡qué uso de palabras es ese! ¿En qué clase de revistas han metido el hocico? —Juliana y Sole siempre lograban alterarme con la facilidad de decir "carne".

—He visto que hay un cirujano en Brasil bastante bueno que puede hacerte una reestructuración de la cara. ¿No te lo has pensado? ¡Piénsatelo!

Sole hablaba con tanta fascinación que por un momento creí que estaba bromeando. Pero hablaba muy en serio cuando comenzó a inspeccionar mi rostro con sus rechonchos dedos de arpía.

—El doctor te puede cuadrar el mentón para que se vea más refinado, así como ese papacito de Tarzán; ese, el de los ojos claros.

—Hay más de treinta versiones de Tarzán, Sole —repuso Juliana; ulteriormente me miró —. He visto las cirugías que hace ese doctor brasileño en la nariz. ¡Tendrás una nariz normal!

La Esquina de los FeosWhere stories live. Discover now