Prólogo

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Todo comienza con el tan ansiado nacimiento del segundo hijo de los reyes de un próspero reino. Ambos padres, incluido el primogénito de la pareja, Ikki, esperaban con ansias el nacimiento de una hermosa niña, la cual llevaría el nombre de Shaun. Todo estaba preparado para el gran día, la habitación real ya había sido decorada, los sastres reales habían confeccionado sólo para ella los más bellos conjuntos de ropa, especialmente hechos con la mejor seda y el mejor algodón.

— ¡Querido! ¡Llegó el momento!

Gritó exaltada la reina al sentir las repentinas contracciones, el rey presa del pánico mandó a llamar a las mejores parteras y al médico real. Ikki había sido obligado a permanecer en todo momento en su habitación, pues no querían que el pequeño viera a su madre sufriendo.

El rey caminaba de un lado a otro, mientras que en los aposentos reales se encontraba su querida esposa siendo asistida en el parto. Ikki salía en ocasiones de su habitación, solamente para ver como su padre caminaba de un lado a otro por los pasillos, escuchando con preocupación a su querida esposa gritar en agonía. Fueron casi seis horas de labor de parto, pero finalmente, el fuerte llano de un bebé inundó todos los pasillos del castillo.

El rey no esperó a que le dieran permiso para entrar, él entró a la habitación y vió a su mujer descansando, las sábanas manchadas de sangre y a un grupo de parteras sonriendo mientras limpiaban al recién nacido.

— Felicidades, es una hermosa y saludable niña

Felicitó una de las parteras, quién tenía en sus brazos a la pequeña recién nacida. El rey sonrió complacido al ver a la pequeña bebé, con cuidado fue colocada en sus brazos y finalmente pudo ver su rostro, era físicamente idéntica a su madre.

— Es... Perfecta, cariño, mírala, ella es una niña preciosa

El rey caminó hasta la cama y se sentó en una silla cerca de su amada, la mujer sonrió al oír su voz y abrió los ojos para verla.
La bebé bostezó al sentir la cercanía de su madre y la mujer levantó una de sus manos para acariciar la rosada y suave piel de la bebé.

— Mi Shaun...

Ikki, el hijo mayor se asomó por la puerta, curioso y ansioso por ver a su nueva hermanita.

— Ikki, ven a saludar a tu nueva hermana

El pequeño salió de su escondite y caminó un par de pasos para entrar a la habitación.
Justo en ese momento, la reina de doblegó del dolor al sentir otra contracción.

— ¿Cariño? Cariño ¿Qué tienes? ¡Doctor! ¡Alguien haga algo!

Gritó exasperado el rey al ver a su mujer sufrir de dolor; Ikki entonces retrocedió y nuevamente corrió directamente hacia su habitación, se había asustado al ver a su mamá sufrir de esa manera.

— Shaina, cariño... Resiste por favor

El hombre de cabellos azulados veía como su mujer se aferró nuevamente a las sábanas.

— La reina entró nuevamente en labor de parto

Explicó el doctor para ponerse rápidamente manos a la obra.

— ¿Labor de parto? No entiendo, se supone que ella estaba embarazada de un sólo bebé, Shaun

— su majestad, nosotros tampoco nos lo explicamos, le pido por favor que se retire y nos deje trabajar

El doctor condujo nuevamente al rey directamente a la salida, de todas formas la bebé estaba sana, así que ahora la prioridad era la reina y el nuevo bebé en camino.

Ikki veía desde la puerta de su habitación, como su padre moría de los nervios nuevamente, la bebé fue llevada de inmediato a sus aposentos donde ahora descansaba.

Horas después, hubo un silencio sepulcral en los pasillos, no había llantos, no había más gritos, no había nada; el rey preocupado abrió la puerta de su habitación y lo que encontró fue una escena muy diferente a la que había visto horas atrás.
La reina respiraba agitada, pálida, débil, había perdido mucha sangre y sus ojos se veían casi muertos.

El doctor, asistido por una partera, luchaba por reanimar a un muy pequeño cuerpecito envuelto en mantas ensangrentadas, por lo que alcanzaba a ver, era incluso más pequeño que la bebé Shaun.

— ¿Qué ha pasado? ¿Qué sucedió?

Preguntó el rey completamente asustado por lo que veía.

— Lo sentimos mi señor, hacemos lo que podemos, pero el bebé ha nacido muerto y su esposa se encuentra muy delicada, ha perdido demasiada sangre y me temo que quizá no sobreviva la noche.

Explicó una de las parteras, sus manos se encontraban manchadas de la sangre de la reina.

— Milo...

Llamó la reina con su débil voz, el mencionado acudió apresurado al llamado de su esposa.

— Shaina, querida, aquí estoy... Por favor, no hables, necesitas descansar

Ella negó, sentía cerca su final de todas formas, posó una de sus manos frías en la mejilla de su amado y le sonrió dulcemente.

— cariño, por favor, te pido que cuides de nuestro pequeño Shun, por favor... No lo culpes de mi destino

Pidió casi como suplica, mientras sus cansados ojos luchaban por permanecer abiertos.

— ¿Shun?

Preguntó el rey confundido, sin entender a quien se refería.

— nuestro pequeño, mi niño, Shun... Le he pedido a los dioses su vida por la mía, prefiero morir que vivir eternamente con el recuerdo de la muerte de mi niño

Explicó ella, su esposo quedó atónito ante las palabras de su esposa.

— Shaina, no digas tonterías, tú vas a recuperarte, solamente necesitas descansar, eso es todo

El hombre rió por los nervios, se negaba a creer semejante locura dicha por su esposa.

— ¿Mami?

Detrás del hombre apareció su hijo mayor, quién se acercaba lentamente hacia sus padres, estaba asustado y confundido por lo que estaba pasando.

— Ikki, mi niño... Ven aquí

El mencionado se acercó tímidamente al lecho de su madre, ella le sonrió y acarició suavemente sus cabellos azules, las lágrimas caían por sus pálidas mejillas al saber que esas serían las últimas caricias que le daría a su hijo.

— mami ¿Qué tienes?

Shaina le sonrió a su pequeño y entre lágrimas dijo.

— Ikki, debes prometer que cuidarás de tu hermano Shun, y que no vas a odiarlo por mi destino, sino todo lo contrario, vas a cuidarlo y protegerlo de todo peligro ¿Escuchaste?

Ikki al no comprender del todo lo que su mamá decía asintió, no entendía porque ella lloraba, porque su papá se veía molesto y porque todo el ambiente era muy pesado, desagradable en cierto modo.

La reina sonrió con tranquilidad, finalmente podía irse en paz, cerró suavemente los ojos y la mano que acariciaba los suaves cabellos azules del niño finalmente se detuvo y cayó a las sábanas. Fue justamente en ese momento, cuando el suave y débil llanto del bebé se hizo notar en toda la habitación, el bebé había logrado dar su primer respiro de vida y su madre entregó su último suspiro de vida.

Prohibido - Shaun x Hyoga x ShunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora