En el amor, nadie puede elegir a su amado. Nadie, absolutamente nadie, elegirá cómo enamorarse o saber siquiera si es la persona correcta. Muy pocos saben elegirlas, y otros lamentablemente no corren con la misma suerte.
A menos que conozcas a un...
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Los días transcurrieron iguales que siempre, las tareas acumuladas y mis noches de trasnochos en las que intento organizarme seguían como siempre, pero a diferencia de un tiempo para acá, me faltaba algo. Cupido no había aparecido aún, y me comenzaba hacer falta, sin detallar que gran parte ha sido mi culpa el que haya desaparecido.
Respecto a Franchesco nada nuevo había sucedido, siempre me dirigía palabras pero de costumbre como los amigos que hemos sido durante nuestros años de estudio juntos. Comenzaba a perderle sentido pedirle a Cupido me ayudara, estaba lista para aceptarlo y más cuando sé que ahora Ariana era su novia, no podría.
─Te he preparado pancakes─semi abre la puerta mi madre para entrar.
Al ver que le sonrío, abre la puerta y camina hasta mi cama, dónde me encuentro recostada.
─Gracias─digo recibiendo el plato, con una sonrisa de lado.
─Luces algo triste, ¿quieres contarme?─adivina mis pensamientos.
─Herí a alguien... un amigo, dije algo que supe de él y no le gustó mucho que hablara de esa forma─dije intentando evitar detalles explícitos que se trataba de un ángel con el que ella ha decorado gran parte de la casa.
─ ¿Y te aseguraste antes de juzgarlo? ¿lo ves tú de esa forma?─pregunta mi madre acariciándome el cabello y pienso antes de negar─, creo que deberías pedirle una disculpa.
─No lo he vuelto a ver desde entonces...─digo.
─Entonces llámalo, no creo que ignore una llamada tuya─me guiña el ojo y sale de la habitación.
Aún sin saber, ese consejo de mi madre ha sido muy sabio. Debía llamarlo tal y como lo llamé la primera vez. Así que me levanto de mi cama y cierro la puerta con seguro, me detengo frente a mi cama y comienzo a nombrarlo.
─Cupido, te necesito─digo. Nada─, Cupido necesito que vengas, ¡ayúdame!─nada.
¿Y si cierro los ojos?
─Cupido, sé que me escuchas, te necesito, ven por favor... necesito decirte algo─digo presionando los ojos, esperando escuchar algo. Resignada los abro y me asusto al ver la silueta de Cupido frente a mí. Mi instinto hace que lo abrace casi de inmediato que pude reaccionar.
Él parece sorprenderse por el acto, pero poco después corresponde el abrazo.
─ ¿Y qué es lo que tienes por decirme?─pregunta unos segundos después─, te había oído a la primera pero fue cómico verte llamarme.
─Uh sí, que me disculpes. No quería decir esas cosas de ti, no de esa forma, ya sabes todo esto es nuevo y me causó mucha curiosidad que de repente todo concordara─dije rápidamente.
─Te disculpo─dice guiñándome el ojo.
─ ¿Qué haz estado haciendo?─pregunto tomando asiento sobre el colchón.