La Catrina me ha visitado
y yo no la he invitado.
La Calavera Garbancera
me observa con desenfado
y me amenaza con soltura.
Y ahí viene el vampiro
que se burla con desmedro,
y escondidas bajo un manto negro
criaturas disfrutando la noche de los muertos.
Entre disfraces de juegos de dulces y trucos,
la huesuda me quiere embrujar
y el chupasangre drenar.
Estos dos entran en contienda
y yo tumbado como una damisela en problemas.
La muerte lo amenaza
y el espectro lo engatusa.
Mientras rio moribundo
la calaca me roba el alma.
Dama blanca y amalgama
te paseas huesuda y dientuda.
Escondiéndote bajo la luna,
bailas posesa mirando las estrellas.
Los muertos te sonríen
mostrando sus cuencas.
Mas tú pisas sus cráneos
en tu furia danzante.
Desde lejos el no muerto te aplaude,
pero junto al jolgorio se le cae un brazo.
Te ríes tropezando
sobre la tumba de un hombre santo.
Este se sigue mofando.
¡Qué calaca más piltraca!
Pero tú sigues con tu alabanza
gritando dulce o travesura.
Ay, Catrina no te jactes,
el muerto, muerto está.
Ahora no hay nadie a quien venerar,
aunque las campanas comienzan su tronar.
¡Por fin un finado a quien arrastrar!
La calavera feliz está.
Noche de brujas hay que celebrar.
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Entre versos y otros tesoros: antología
PoetryApartado especial para los poemas ganadores de los desafíos organizados por el perfil de poesía en español.