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Finalmente se atrevió a hablar en ese grupo de chat.

Jaemin estaba ansioso, quería que Renjun se enterase de su viaje pero para su mala suerte no parecía llegarle ninguno de los mensajes que enviaba. Por lo que, no sería tan mala idea de encontrarse ahí por casualidad ¿No?

Suspira ante ello sin muchas esperanzas con la pequeña valija a un lado de la cama, y pronto se recuesta sobre la suave superficie con una de sus manos en su rostro. Estaba confundido ahora... aunque sus padres no habían tenido mucho problema en costearle aquel viaje sin siquiera preguntarle cuál era el propósito.

Su vista vaga por la pantalla de su teléfono y sus dedos le llevaron específicamente a su galería de fotos.

Renjun, ese era su objetivo.

Se recuerda a si mismo, cuando por un momento todo parece no tener sentido en su cabeza y observa la sonrisa de aquel chico en la fotografía grupal aunque Jaemin atesoraba más las individuales. Él tenía varias de esas, a pesar de que la mayoría fueron tomadas cuando el mayor no se percataba.

Era una de sus actividades favoritas desde su cumpleaños número once, cuando le regalaron su primera cámara que a diferencia de lo esperado, no era para nada una que utilizaría un principiante.

A sus padres les gustaba regalarle cosas extravagantes y extremadamente caras... pero ese no era el punto, la cosa es que cuando conoció a Renjun se dio cuenta de que no era necesario tenerla a mano para querer capturar un momento.

Y eso era extraño porque cada vez que estaba con él, los fondos parecían ser siempre los correctos y solo bastaba que Huang estuviese dentro del cuadro para querer capturarle con lo que tuviese a mano, su teléfono siendo claro ejemplo de ello repleto de esas imágenes.

Creyó entonces que la teoría de sus clases no parecía tener sentido, cuando todo tipo de panorama valía la pena si Renjun era el que estaba en sus fotografías.

Desde que eran pequeños, el menor de los Na podría pasar horas admirando al único hijo del contador de su padre. Y también podía intentar lo que fuese posible para ser notado.

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Jeno abre la puerta del departamento con algo de dificultad mientras Renjun continuaba observando el exterior del edificio asombrado—¡Seol, Nal! ¿Adivinen quién esta aquí?

Las dos mascotas de Jeno le esperan frente a la puerta maullando en respuesta cuando lo ven entrar y Renjun queda encantado por el esponjoso pelaje de ambos.

Se agacha un momento para tomar a uno de ellos entre sus brazos y Jeno deja ambas valijas a un lado, pero pronto vuelve a él y le abraza por detrás acariciando al gato blanco en su pecho.

Renjun trata de pensar en otra cosa pero
ya es demasiado tarde para sus orejas, que se han encendido en un tono furioso y sus labios dejan escapar una risa nerviosa.

Intenta no ser evidente prestando atención únicamente a Seol pero Jeno le incita a unirse a las caricias en su pelaje, rozando ambas manos con frecuencia.

Y cuando mira hacia atrás por un breve momento, la sonrisa del mayor es cálida y su mirada está puesta sobre él pero esa conexión dura solo unos pocos segundos antes de que decida alejarse.

—Cocinaré algo para ambos—dice Jeno al observar su expresión contrariada, acto que agradece internamente Renjun para poder recuperar un poco el aliento.

—Está bien.

Era extraño. Renjun se sentía como un niño en el departamento de un adulto ahora mismo, siendo demasiado cuidadoso de no tocar, romper o chocar con algo.

Sin embargo, esa idea pronto abandona su cabeza cuando Jeno le habla nuevamente—Puedes tomar una ducha o dormir en mi cama mientras tanto—y deja un pequeño beso en sus labios, tomándolo desprevenido a pesar de ser un breve contacto.

Él asiente de inmediato, dándole la espalda con la excusa de que descansará por un rato y hace una rápida búsqueda con la mirada de la puerta a la que Jeno se refiere como su habitación.

Cuando se adentra a aquel lugar perfectamente ordenado e iluminado, no puede evitar enfocarse en la cama en el centro de la habitación.

No estaba acostumbrado a dormir acompañado, de hecho, ni cuando Hyuck se quedaba a pasar la noche en su casa dormía junto a él.

Pero no había ningún colchón inflable preparado allí.

Solo una cama de tamaño matrimonial, que seguramente sería la que compartiría con Jeno esa misma noche y la siguiente...y la siguiente.

Se sienta sobre ella, tomando la oscura tela de la frazada entre sus dedos al pensar más profundamente en ello.

Y pronto nota en el guardarropas blanco frente a él, observando su interior debido a una de sus puertas abiertas y se centra –como si fuesen lo más interesante del mundo– en dos prendas muy características de Jeno.

Puede recordar como utilizaba sin parar ese tipo de hoodies oversize. Aunque cuando las noches se tornaban más calurosas, él se desharía de esos abrigos que cubrían su tonificado físico.
 
Y debajo encuentra otra de sus prendas favoritas... aquellas que cubrían la blanca piel de su cuello, la cuál le gustaba mucho besar pero que era una zona que ninguno de los dos tenía permitido marcar.

Maldición, ¿Por qué estaba pensando en eso ahora?

━Seoul boyfriend.Where stories live. Discover now