Capítulo 27

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Al acercarnos a la casa pudimos ver una luz encendida. La puerta estaba abierta y Yoongi no esperó para abrirla.

Me agarró de la mano y me dijo susurrando que tenía que seguirlo.

La decoración era bonita, el salón grande y la chimenea estaba encendida.

Yoongi agarró un trofeo apoyado en el mueble encima del camino. Un premio ganado en una carrera de caballos.

—Silencio. —susurró él, dejando mi mano y agarrando bien el objeto.

Al girarnos, vimos a una mujer rubia bajando por las escaleras.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó inocentemente.

Miré a Yoongi, estaba sorprendido y avergonzado. No sabía qué decir.

—Somos ángeles. —dijo finalmente, acercándose a la mujer. Escondió el trofeo detrás suyo mientras se acercaba lentamente a la rubia.

—¡Oh señor! Gracias por haberme mandado estos ángeles... —empezó a rezar a ojos cerrados, uniendo sus manos.

Vi a Yoongi rodar los ojos, mientras yo intentaba no reírme.

Yoongi levantó el premio y golpeó la cabeza de la chica. Ella cayó al suelo y de su cabeza salía sangre. Un charco de sangre manchó los pies de mi novio y la alfombra cara, que ahora había cambiado color.

Abrí los ojos y corrí hacia ella.

—¡Yoongi! ¡La has matado!

—oh oh… ¡No quería! —gritó, con el trofeo en la mano. Cuando vio que estaba manchado de sangre, lo dejó caer.

—¿Crees que hay alguien más en esta casa? —pregunté, recuperando la calma.

Se encogió de hombros y pasamos por encima del cadáver, subiendo las escaleras silenciosamente.

Al parecer, vivía sola en esa casa; no encontramos a nadie en las numerosas habitaciones. La última que visitamos era una habitación con un sofá que ocupaba gran parte de ella, una televisión en el otro lado y una mesita en el centro.

Miré cada detalle de la habitación, hasta que sentí como me empujaban contra el muro.

Yoongi frotó su labio inferior en mi cuello, clavículas, hombros, haciendo estremecerme ante tal contacto.

—Estamos solos. —dijo él, mientras dibujaba figuras imaginarias encima de mi camiseta. No tardó mucho en quitármela, lanzándola por alguna parte.

Juntó nuestros labios, para después mirarme y decir:

—Una vez tuve el honor de poder probar —me besó nuevamente—, ahora soy adicto a ti.

—Esta vez… —Yoongi no me dejaba hablar, continuaba a dejarme besos en el cuello, haciéndome suspirar—…puede que esta vez, dos personas equivocadas hagan algo correcto.

—¿Puedo decirlo? —preguntó él apoyando su frente en la mía.

—¿Qué? —conseguí decir entre suspiros. Él jugueteo con nuestras narices, acercándose a mis labios.

—Te amo, algodón marica.






PRISONERS. ➸yoonminWhere stories live. Discover now