Capítulo 14 - ¿Quién te gusta?

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—¡Estoy en casa! —exclamó William con una enorme sonrisa en su rostro

Abrió la puerta de una patada y levantó los brazos, como si alguien fuese a recibirlo con un abrazo. Por detrás de él iba Darien, cargando las maletas. William prendió las luces e inspiró profundo, a pesar de que aquella casa vieja estaba cubierta con polvo nada quitaba el hecho de que seguía conservándose. Era acogedora, pequeña y muy rústica. Darien colocó las maletas en el suelo y se quitó el abrigo oscuro que ya comenzaba a asfixiarlo.

—Ha pasado tanto tiempo —decía William, deslizando el dedo índice sobre el polvo del mueble principal

Ahí mismo estaban algunos cuadros con fotografías de Gelida junto con William y otros más con su difunta esposa. Al sostener uno William permaneció callado, ¿cómo su querido mentor, digno de respeto y admiración se había convertido en un fantasma feroz? Además de eso, ¿cómo es que alguien lo querría muerto? Y quien quiera que lo haya asesinado ¿tan era su odio como para torturarlo hasta dejarlo sin voz? Definitivamente, debió ser alguien despiadado.

Miró el cuadro en donde estaba él en su vida pasada junto con Gelida. Acarició su barbilla y miró hacia Darien.

—No es por narcisista... pero mírame, era muy guapo ¡Extremadamente guapo!

Darien alzó la ceja.

—Incluso en este cuerpo sigo siendo atractivo... —dijo sonriente

Y no era mentira, en el pasado William siempre tuvo un rostro afilado con facciones delicadas, con ojos almendrados y lujuriosos. Además de un excelente porte, cuando sus pestañas se movían era como si un par de abanicos orientales lo hicieran con gracia. En medio de un baile emplumado y llamativo. Así era William, emplumado como un pavorreal que siempre quería llamar la atención.

—No negaré eso —replicó Darien. —de hecho, no tendría porque sorprenderle si la mayoría de sus seguidoras peleaban por su atención

—Oh... sí, bastante ilusas a mi parecer...

—¿De verdad maestro?

—Por supuesto, ¿por qué habría de mirar en ese entonces a otras mujeres? Creo que ninguna de ellas llegó a comprenderme...

—Maestro, ¿puedo preguntar algo?

—Dime

—¿En ese entonces solo existía Angie?

William le miró algo sorprendido, sin embargo, ocultó ese sentimiento al dejar el cuadro sobre el mueble y sonreír de manera discreta. En el fondo, el nombre de esa mujer seguía perforando su corazón con pesar inmenso, no solo había sido su esposa sino también su mejor amiga, la chica con la que compartió muchas cosas y entre ellas secretos. Desde niños se conocieron, crecieron y eventualmente se comprometieron.

¿Pude formar una familia con ella? Se preguntaba William incontables veces, pero el hubiera no existe. Lo más importante para él no era la familia, sino la salud de ella.

—Angie... nunca tuvo un igual... y jamás lo tendrá

Darien lo miró en silencio.

—Son cosas que pasan Darien... cuando un ser querido se va no creo que haya alguien más en el mundo que pueda remplazarlo. Mi mentor se ha ido, pero nadie más ocupará su lugar..., ¿lo entiendes?

Darien calló brevemente y luego suspiró.

—Sí, lo entiendo...

—Y tambi-

—¿Puedo preguntar algo más?

—¿Algo más? —dijo sonriente. —adelante

—¿Por qué no quiso volver a casarse? ¿Fue solo por Angie?

Sonata espectral de un alma solitaria. [EDITANDO]Where stories live. Discover now