Capítulo 38 {Parte 2}

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Observo como se difumina la espesa nube de vaho recién salida de mi boca, una oleada de aire congelado choca contra mi cara y la piel desnuda de mis manos, el frío que hace en este país no es ni medio normal. Aprieto los labios y froto mis manos contra mi abrigo, es lo único que mis nervios -y el frío- me permiten hacer en este momento. Voy a conocer a su familia y no en el momento que me gustaría hacerlo.

El sonido de la puerta del coche cerrarse se hace audible por toda la calle, Justin acaba de salir y su expresión lo dice todo. 

Me acerco a él al ver su mandíbula tensa y su mirada fijada en una gran casa con un gran patio a su alrededor, es bastante más pequeña que la de Atlanta pero suficiente para una familia normal.

El tejado está completamente cubierto de nieve, y una parte del jardín también, al igual que el resto de las casas de la calle y mis botas que han decidido hundirse por debajo del color blanco que cubre el asfalto. 

Es bonito, aunque los climas fríos nunca han sido mis mejores amigos, excepto cuando me quedo en casa con una manta y una buena taza de chocolate caliente. Y ya si lo juntamos a las típicas películas españolas de la hora de la siesta, plan perfecto.

A pesar de eso, hace un día soleado.

Nada más sentirme a su lado, enlaza mi mano con la suya y sonríe tenso, pero sin apartar la vista de la casa. Le acaricio la palma e intento sonreír, pero no puedo. 

-¿Sigues enfadada?-Pregunta al ver mi expresión.

-Bueno... un poco.-Contesto intentando desviar la mirada de sus ojos color miel que buscan los míos sin descanso.

-¿Solo un poco? Si ni siquiera me miras a la cara.

Suspiro mirando al suelo.

-No es por eso...

De un momento a otro, agarra mi barbilla entre sus dedos y hace que le mire, esta vez no puedo escabullirme de la ferocidad de sus ojos y del nerviosismo de su expresión que no puede ocultar por mucho que lo intente. 

Malditos iris color miel que me derriten psicológicamente cada vez que los miro.

-Entonces, ¿por qué es?-Dice acercándose peligrosamente a mis labios.

Intento separarme a él, pero el poderoso imán que intenta unirnos no me lo permite.

-Porque...

Pero no me deja responder. Coloca uno de los dedos que sujetaban mi barbilla sobre mis labios mandándome callar y susurra justo después de lamerse los labios.

-Espera un momento, necesito hacer algo. 

No contesto. 

Nuestros alientos se convierten en uno solo de repente, me limito a quedarme plasmada mirándole y a suspirar al notar el ambiente que hemos creado en unos pocos segundos. Todos mis sentidos se posan sobre él, que me mira como si fuese un sol. Observo sus labios detenidamente, ese color rosado cubierto por una pequeña capa de saliva ya que acaba de relamérselos, hasta que él los junta a los mios con tal suavidad que mi cuerpo entero se inunda de ternura. 

Sus manos se trasladan a mi cintura, y de mi cintura a mi trasero, le doy un golpe en una de ellas sin dejar de besarle y las quita al instante mientras nuestro beso se intensifica lentamente. No quiero terminar en una situación comprometida en mitad de una calle, por muy solitaria que esté.

El dulce tacto de sus labios hace que desplace mis manos hasta sus mejillas y le junte a mi un poquito más mientras sonrío como una imbécil.

Le acaricio la cara con mis manos heladas y le beso unas cuantas veces seguidas. Besos cortos, de esos que dicen todo con un simple roce, hasta que él decide parar mordiendo mi labio inferior. Gimo por la sorpresa y cuando quiero volver a atacar sus labios, se separa lentamente de mi y me sonríe orgulloso. 

Enséñame a quererte. {Justin Bieber y tú}Where stories live. Discover now