Alianza de terciopelo rojo

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Tomé un pequeño pedazo de mi nueva creación y me lo llevé a la boca, la explosión de sabores en mi lengua fue gloriosa. El mousse de chocolate blanco y lima se deshacía en mi boca a medida que saboreaba, dándole la oportunidad de resaltar a las cerezas del bizcocho de terciopelo rojo junto al de moka.

¿Por qué había escogido el terciopelo rojo tan característico de mi Musa para este nuevo postre? La respuesta se resumía en un solo nombre, Sakura. Era mi forma de hacerle honor a ella.

Esta vez no elegí el chocolate para complementar las cerezas porque eso convertiría mi creación en una simple copia de la Musa. Por eso, me decidí a probar nuevas combinaciones que hicieran estallar una supernova de sabores en la boca de los comensales. Al volver a probar la mezcla de sabores, sonreí satisfecho, había logrado la combinación perfecta.

Estaba completamente desnuda, esperando a que mis manos la vistieran de gala, y de solo imaginar como se vería la noche del evento me hacía emocionar a niveles incalculables. Le había dicho a Tomoyo que tendría verde en mi mesa de dulces porque ese era el color que usaría en la decoración, lo había escogido apenas se me cruzó la idea por la cabeza, pero no se debía al motivo que le había dicho a mi vieja amiga. Este postre no representaba a Mae, la enigmática y explosiva protagonista de la saga Carmesí, mi nueva creación gritaba a los cuatro vientos el nombre de mi musa y la decoración sería el reflejo de sus ojos verdes.

—Te veo muy contento.

Al alzar la mirada, me encontré con los ojos burlones de mi mejor amigo... ¡Y ya se estaba comiendo las decoraciones!

—¿Podrías dejar de hacer eso?

—Son solo unos m&m's —dijo, metiéndose unos cuantos a la boca—. Las reuniones con los proveedores con quienes cancelamos los contratos estuvieron bien jodidas. Esto es lo menos que me merezco.

—Después dicen que el que tiene problemas con el chocolate soy yo.

—Comer chocolate una o dos veces a la semana no es malo. El problema viene cuando lo comes cada tres horas —dijo, riendo.

—Yo no hago eso.

—Sí lo hace, jefe —canturreó Haru, pasando a nuestro lado mientras cargaba una bandeja de profiteroles que iban para la venta.

—¿Ves?

Resoplé. ¡Bien! ¡Quizás si lo hacía! Eran solo unos poquitos para matar la ansiedad, pero al llegar a casa en la noche, me mataba haciendo ejercicio. Eso me daba derecho de comer cuanto chocolate quisiera ¿No?

—¿Qué diablos haces aquí? —refunfuñé.

—Vine a confirmar nuestro viaje de mañana —dijo, metiéndose más chocolates a la boca—. Ahora que he cancelado los contratos es necesario que vayamos y firmemos para que nos despachen a partir del próximo mes.

—He contactado a los productores que tienen mejores referencias y me dijeron que con gusto nos pueden atender mañana.

—Perfecto —dijo, limpiando su boca—. Mañana será un día interesante, entonces.

Fruncí mi ceño, esto era demasiado extraño. El confirmar y ultimar detalles del viaje era algo que pudimos haber hecho por teléfono, no era necesario que se llegara hasta aquí. Lo miré fijamente, y cuando vi que estaba reteniendo su maldita risa, lo supe. El desgraciado había venido a burlarse de mí.

—Termina con lo tuyo y lárgate —mascullé.

—¿No tienes nada que contarme?

Musa de chocolate y cerezasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن