SPIN OFF DE AMOR CLANDESTINO
Se recomienda leer Amor clandestino 1 y 2 primero para evitar spoilers y para entender mejor el desarrollo de la trama, así como de ciertas situaciones y personajes.
El día que Samantha y Erick se encontraron por primer...
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Me paso toda la noche dando vueltas de un lado al otro de la cama, insomne. Y es que me resulta imposible quitarme de la cabeza lo sucedido esta madrugada en Pandemónium. Dios, fue un verdadero milagro que no interviniera la policía. ¡Danny salió herido! Y, la verdad, tuvo suerte, pues podría haber salido muy mal parado de esa situación. Por fortuna, no ha habido que lamentar males mayores. Eso me alivia inmensamente Y ya no solo por él, aunque no le deseo nada malo, todo lo contrario, sino también por mi prima. De solo recordar el estado de nervios en el que la encontré tras el tremendo susto vivido se me parte el corazón. Emily es una chica dulce e inocente que no tendría que haber presenciado una escena de ese calibre. Es demasiado joven y buena para entender la maldad de la gente. Para es ya tendrá tiempo...para desengañarse de todo y de todos. Para que le cueste confiar en las personas que la rodean. Al menos, hasta que demuestren que son dignos de merecerlo.
Es duro, pero es así. No es una elección; es una necesidad. A veces la vida te empuja a hacer cosas de las que no te sientes orgullosa. Te pone en una encrucijada y te obliga a actuar en consecuencia, sin margen de tiempo para nada, excepto para sobrevivir. Yo lo sé bien, porque lo he vivido en mis propias carnes.
Cubierta hasta la cabeza con las gruesas mantas de mi cama, resoplo, agobiada. No puedo dejar de darle vueltas. Es como un círculo vicioso del que no puedo escapar, no importa cuánto lo desee o me esfuerce por dejarlo atrás. Se empeña en perseguirme, en pisarme los talones y caminar a mi lado, como si de mi propia sombra se tratase. Todas las noches igual. Es rara la vez en la que no me acosan mis demonios particulares: la culpa y el arrepentimiento, que vienen a visitarme cada madrugada, en la soledad de mi habitación. Y mi propia mente es mi carcelero, que no me deja salir de mi prisión interna. Me castiga y me atormenta. Algunas de esas noches de insomnio decido, más por costumbre que por necesidad, correr al baño en busca de la cuchilla de afeitar de Marcus, que guardo a buen recaudo en mi neceser de aseo. Allí, sé que ni él ni Jenny la descubrirán. También están, por supuesto, esas otras ocasiones en las que me reprimo. Me obligo a permanecer en la cama, luchando contra mis propios fantasmas del pasado y simplemente cierro los ojos, tomando respiraciones lentas y pausadas, hasta que caigo rendida de cansancio. Con un poco de suerte, las pesadillas optan por darme tregua de vez en cuando y se privan de hacer acto de presencia. Esas son las noches en las que debería sentirme afortunada. En cambio otras...no.
