Capítulo 3

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La mañana se habría paso sobre aquella noche tenpestosa, el cantar de los pajarillos y el rocío goteando sobre las hojas dictaban que era el comienzo de un nuevo día.

Parada justo frente a la ventana de su habitación, escondida entre las cortinas estaba cierta chica. Miraba curiosa hacia el exterior, Meliodas, su ahora prometido, partía otra vez hacía la guerra santa.

Suspiró y recordó sus frías palabras. Pero por que ella no podía ver maldad en sus ojos?. Aún cuando el mismo se lo advirtió.

Abrió si armario y observó los ostentosos y brillantes vestidos, negó rápidamente, jamás se pondría tal cosa.

Tomó su misma ropa de ayer y se la puso. Para una princesa refinada eso podría ser una asquerosidad, pero para una chica sacada de una aldea hace unas horas era lo normal.

Con una sonrisa complaciente camino entre los pasillos que de día no daban tanto miedo. Llegó a la cocina y robo una manzana. Pudo distinguir como de repente el castillo tenía vida. Ya no estaba vacío. Habían personas por muchas partes. Estaban limpiando y ordenando.

Jaqueline quería ayudar, nunca le gustó sentarse y ver de brazos cruzados.

- Edward- Lo reconoció en la distancia y camino contenta hacia él.

- Buenos días señorita- El parecía bastante ocupado.

- En que puedo ayudar?- A pesar de estar orientando a unos chicos con algunas cortinas se giró para observarla.

- Señorita como usted podrá notar el personal ha comenzado a llegar.

Ella bufo y rasco su nuca. Se movió incómoda en el lugar y volvió a sonreír.

- Entonces que hago?- Peino algunos de sus alocados cabellos- Me quedo en mi cuarto sin hacer nada?

- Podría ver la biblioteca- Volvió a atender a los desorientados jóvenes- O ir al jardín, haga lo que una princesa

- No soy una princesa- Rodó los ojos y dejó que se concentrara en el trabajo.

Antes que nada debería comer algo o moriría de hambre. Llevo una mano a su mentón...problema: ¿Dónde estaba la cocina?

Bien, comenzaba otra aventura en ese castillo. Caminar hasta se hacia divertido. Mientras sus pasos terminaban en el piso su mente volvió a viajar. Esta bien, ambos estaban siendo forzados, pero no había razón para ser tan borde.

- Buenos días señorita- Una joven chica hizo una reverencia. Al parecer alguien había notado lo pérdida que estaba.

- Hola.....- Hizo un gesto con su mano para que ella terminara.

- Celeste- Completo la sirvienta.

- Llamame Jaqueline- Sonrió amable- Podrías ayudarme un poco?

- Supuse que estaba perdida- Llevo una mano a su boca para ocultar la risa.

- Soy tan predecible?- Cuestionó.

- No, disculpe- Se arrodilló- No era mi intención.

- Oye- La tomo de los hombros y la ayudo a levantarse- No tienes que disculparte y menos así.

- Usted es muy amable.

- Ya te dije que me llamó Jaqueline- Hubo un momento de silencio y luego ambas rieron a la par- No se donde está la cocina y quiero comer algo.

- Oh estas de suerte!- Exclamó y dio unos pasos- Yo soy cocinera.

- En serio?!- Junto ambas manos- Entonces tu podrías ayudarme.

Príncipe RojoWhere stories live. Discover now