El sueño de toda niña es enamorarse y encontrar a su príncipe azul.
Cegadas por las historias de fantasía, pensamos que siempre resulta así de hermoso, que una historia de amor no trae consigo el dolor.
Olvidalo!
Los Príncipes también pueden ser roj...
El rubio llegó al jardín, los lirios blancos eran ciertamente hermosos, se veía que Jaqueline los cuidaba con mucho empeño.
La vio en la distancia, la chica se encontraba tirada en el suelo, con su cabeza apollada en la fuente y sus ojos cerrados. Se acercó con pasó lento.
Cuando estaba frente a ella se agachó para estar a su altura, el también se recostó, a su lado, sin embargo por la forma redonda de la fuente era casi que al frente.
Jaqueline dormía con una sonrisa, su pecho bajaba y subía con un movimiento suave, a su lado derecho había un libro, se mantenía abierto, sin embargo la leve brisa que soplaba hacia que sus páginas se movieran en un vaivén, desde alante hacia atrás y viceversa, como algunos mechones de la chica. La cascada de agua difuminaba una parte del rostro de __________.
Podría estar ahí horas, observandola dormir, su angelical rostro, su sonrisa sincera, se había acostumbrado a la deslumbrante luz que Jaqueline emanaba.
- Meliodas- Después de unos minutos de paz despertó el terremoto, _________ abría sus ojos lentamente para para estirarse. Dió un pequeño bostezo y se sentó en el mismo lugar- ¿Cuánto llevo dormida?.
- No lo sé, acabo de llegar, pero apostaría que mucho- Sonrió divertido- ¿Qué hacías?
- Estaba leyendo- Toma el libro entre sus finas manos- Es muy interesante.
- En serio?- Alza una ceja.
- Si- Contesta dando otro bostezo.
- ¿Qué tal si lo leemos juntos?- Propuso con una sonrisa.
- ¿Podemos hacer eso?- Pregunta esperanzada.
Meliodas no responde, tan sólo se gira en el lugar. Jaqueline lo mira curiosa, el abrió sus piernas y dio un pequeño golpecito en el suelo ente ellas.
Captando la indirecta del rubio, aquella mujer se sentó entre los pies del demonio. Se sentía cómoda, recosto la cabeza al pecho de él y abrió el libro en la página uno.
- ¿Estas listo para una aventura?- Alzó la cabeza para encontrar el rostro sonriente del rubio.
Que cómoda y cálido era aquello. Mientras ella leía él pasaba la mano por su cabello. Pasaron horas leyendo, hasta que el Sol se puso.
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Uno frente a otro se encontraban cenando, Jaqueline comía en silencio, cosa que no era normal, usualmente hablaba hasta por los poros. Meliodas sabía que algo andaba mal.
La chica sólo miraba sin ganas la sopa, removia la cuchara en el plato, la alzaba y luego la dejaba caer.
Meliodas suspiro, tomó su silla y la posicionó al lado de ella, se sentó sin decir una palabra y posó su mirada en ella.
- ¿Qué pasa?- Pregunta al fin.
- Nos casamos dentro de una semana- Suelta sin más y el demonio alza una ceja- No es eso!, ósea no es el hecho de que no quiera casarme contigo, lo deseo.....- Hace una pausa y su rostro se pone rojo- Haber, te amo y todo eso pero yo...- Lleva ambas manos a su cara consciente de la cantidad de estupideces que decía.