S E I S

8 0 0
                                    


Me detengo en un semáforo, observo como uno a uno los carros se van deteniendo.

Un semáforo, te dice en qué momento bajar la velocidad, en qué momento detenerte y en qué momento seguir.

Mi semáforo interno pocas veces me ha dado luz verde.

Solo tres veces

Exacto, realmente no sé si escucharte y volarme el semáforo o si seguir respetándolo.

Avanzo lentamente por la carretera hasta llegar al otro lado, miro hacia atrás y veo cómo cambia la luz y los vehículos se preparan para arrancar.

Naranja, así está mi semáforo ahora, me pide que me prepare, solo que no sé para qué.

Sigo caminando, observo cómo el sol comienza a esconderse en el horizonte, cierro los ojos al sentir la fría brisa y vuelven a mi mente los recuerdos de aquella vez.

La primera vez nunca se olvida

¡Déjame en paz!

Apresuro un poco el paso y cierro los puños, no quiero recordar eso, no hoy, no ahora.

Llego a un edificio que parece estar abandonado, logro entrar por una ventana rota, parece que no soy la única que lo encontró como un buen lugar para pasar la noche

Para esconderte

¡Maldita sea!

Observo a mí al rededor: polvo, una que otra mesa dañada, polvo, cartones en el sueño y más polvo.

hubieses odiado este lugar.

Sonrío al no escuchar tu voz ni verte por aquí, no me equivoqué, lo odias.

Con la mano sacudo un cartón que está en el suelo, me siento y cierro los ojos.

Veo una niña de ocho años, cabello castaño y profundos ojos negros, inmediatamente entiendo, estoy soñando y mi cabeza me llevo justamente a la primera vez.

Veo cómo te mueves lentamente por la habitación, te acercas a una fotografía que hay en la pared, es de mi perro, Poncho, nunca te gustaron las mascotas, a mi sí podía divertirme con ellos, aunque Lía nunca estuvo de acuerdo con mi manera de hacerlo.

La puerta de la habitación se abre y entran dos niñas gritando, son idénticas, solo se diferencian por su vestuario, sonrío al pensar en que éramos un cliché, aunque solo lo supieras.

Lía y Emily, la gemela buena y la mala.

Sonrío al recordar tus palabras.

Sigo observando.

-Lili Ven a jugar con nosotras- Dijo Lía acercándose a los juguetes - ¿Barbies o peluches, que prefieren?

- ¿Que tal algo diferente? - dijiste sacando una navaja de tu bolsillo.

Mi yo de ocho años, que se había quedado de pie mirando a Lía te miró inmediatamente, la mirabas con una sonrisa en tu rostro.

-Tu si quieres jugar, ¿Cierto, Em?

Puedo sentir las mismas sensaciones de desesperación por no saber que hacer, el deseo de tomar el arma y el de huir de ahí, ambos eran lo suficientemente fuertes como para dejarme sin saber qué hacer.

AléjateWhere stories live. Discover now