6. Damisela en apuros

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Toshinori deposita una taza humeante sobre la mesa de madera de Ébano dispuesta en el centro de la cocina

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Toshinori deposita una taza humeante sobre la mesa de madera de Ébano dispuesta en el centro de la cocina. Los dormitorios de los profesores son más amplios y se encuentran mejor equipados que los de los estudiantes, aunque ambas residencias conservan el estilo gótico del resto del campus: techos altos y abovedados, ventanas de arco apuntado, vitrales y rosetones que dejan pasar a través de sus cristales una luz desfigurada, transmitiendo claras sensaciones de elevación e ingravidez.

Pilares de diseños complejos apuntalan la infraestructura, en cuyas superficies predominan los atavíos delicados, aunque poseedores de la belleza estética suficiente como para robarte violentamente un suspiro de embeleso.

Ahora que mis ojos se hallan fijos en el líquido negruzco que anega la taza, siento una mezcla de alivio y vacío. Tanto detalle rebuscado a veces da dolor de cabeza, pero en cuanto tu visión se enfoca en cualquier simpleza de la cotidianeidad —tal como la taza de café que tengo en frente—, no puedes evitar experimentar que algo te falta. La V.A. tiene un arte perverso, tanto así como el de una droga. Te atrapa en sus relieves al punto de hacerte alucinar y desear un descanso mental, pero cuando al fin el receso llega, añoras lanzarte al torbellino artístico una y mil veces más.

—¿Izuku? ¿Qué sucede? ¿Quieres un té u otra cosa? —inquiere Toshinori, seguro preguntándose qué coño hago observando mi café como si el mismo estuviese revelándome los secretos del Vaticano.

Niego con la cabeza, aún abstraído. Continúo cavilando sobre el diseño de mi Academia, interpretando cada posible significado de los cuadros que se encuentran por allí y conjeturando sobre cómo le hacen para mantener el parqué siempre lustroso, porque cualquier cosa es mejor que recordar la noche anterior.

Y con noche anterior me refiero a: uno, Hanta Sero, sin ojos y con el cuello rebanado y vuelto a pegar con una costura burda, apareciendo de la nada en mi habitación, dejándome mensajes apocalípticos; y dos —y la que más me aterraba—, el bulto de proporciones estratosféricas de Hitoshi Shinso.

—¿Tienes agua fría? —le pido a All Might, cambiando de opinión.

—¿Agua? ¿Eso desayunarás?

Mn. Con hielo. Mucho. Por favor...

Realmente no quiero arriesgarme a que mis queridas hormonas se exacerben por la mera representación mental de mi compañero, y he descubierto que el agua helada funciona de maravilla para aplacar la tensión sexual.

Un momento después, Toshinori regresa con lo solicitado y me tiende el gélido vaso al tiempo que sus facciones se acomodan en una expresión preocupada. Sé lo que viene luego. El cuestionamiento llegará en tres, dos, uno...

—¿Has dormido bien? Pareces un poco ido.

No. No he dormido bien. Ni siquiera logré pegar ojo en todo el día. Estoy rayando el Surmenage emocional.

Blood Moon ☾ {Dekubowl}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora