Capítulo 5

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Sábado, Febrero 07 1999.
7:28am - Casa Benson.

Había un horrible silencio, algo muy poco común para ser sábado. Habitualmente los vecinos hacían fiestas con música a alto volumen y licor o  Serena se encontraba bebiendo desde muy temprano. Este sábado era diferente, quieto, silencioso y extrañamente algo oscuro. Olivia estaba en la que fue su habitación en la infancia, la mantenía casi intacta, varias muñecas permanecían en los estantes, el rosado era el color característico del lugar, sábanas de flores, sus juguetes y un dibujo en particular que definió lo que deseaba hacer cuando fuera grande: una mujer Policía. Recuerda haberlo pintado a los ocho años en la escuela, desde hay supo que sería su pasión.

En la sala, la quietud fue interrumpida por el sonido  ensordecedor del teléfono.

-Yo contesto mamá. Tal vez sea Elliot - corrió Olivia por la sala colocándose un pendiente - ¿Hola?... ¿quién es? ¿Hola?

-¿Qué pasa Olivia? - dijo Serena desde el sofá.

-No lo sé. Nadie contesta.

-A ver - Se dirigió hacia ella - dame el teléfono. Termina de arreglarte. Se alejó. La rubia Benson sintió un frío inexplicable recorrer su cuerpo. Con movimientos torpes puso la bocina en su oreja .- ¿Ho-hola? - atendió con una voz temblorosa.

-Serena.

-"Dios mío esa voz" - se paralizó. Lo reconoció.

-¿Hola, Serena? ¿estás ahí?

-¿Qué... qué quiere?

-La que contesto era mi hija, ¿cierto?

-¡Maldita sea! ¿cómo se atreve?

-Serena por favor... Sólo quiero verla.

-¡No! Deje a mi hija en paz... ni se le ocurra buscarla.

-¡Por favor!

-¿Mamá? ¿qué sucede?

-Nada Olivia. Número equivicado.

-¡Dios! ¿se llama Olivia?

-¡Maldición! - maldijo decir su nombre, era lo que menos quería.

-No quise hacerte daño, Serena.

-¡Maldito bastardo! Como tiene el descaro de llamar.

-Serena... es mi niña.

-¡No tiene derecho de llamarla así! ¡no voy a permitir que dañe a mi hija! - con ira colgó el teléfono. Su cuerpo temblaba, necesitó de varios minutos para calmarse, aquel hombre le hizo mucho daño.

-¿Mamá? ¿estás bien? - preguntó Olivia preocupada al ver a su madre cambiar de colores.

-Si. Lo estoy.

-¿Quién era?

-Nadie - fue directo al gabinete de la sala y se sirvió un buen trago de whisky.

-No puede ser... ¿vas a beber de nuevo?

-¿Te importa acaso?

-Claro que me importa mamá es mas, voy a llamar a Elliot para decirle que no venga.

-No no no... ve.

-No puedo dejarte así.

-Siempre estoy sola, no moriré por unas copas.

Mi Compañera, La Morena De Ojos CaféWhere stories live. Discover now